A la espera.

A la espera.

Folk esperaba a Okami-sama de su regreso de la reunión en su habitación. Lo estaba preparando todo para la comodidad de la, posiblemente recién convertida, Espada. Si algo destacaba de la habitación, era que el suelo difícilmente se veía. Todo estaba cubierto de enormes cojines blancos como el mismo suelo y muy cómodos, aunque quizá no tanto como un típico sillón de época de los que se usaban en las bibliotecas para estar varias horas leyendo obras de Shakespeare o cualquier filósofo. O al menos, así lo creía Folk.

Había echado de la sala a unos arrancars apoltronados en los nombrados cojines, recogido una partida de mahjong a medias, y acolchado todos y cada uno de los cojines con movimientos casi robóticos. Generalmente, tenía que hacerlo varias veces al día, aunque bien visto, tampoco es que tuviese mucho que hacer.

Dispuso el cuarto como recién amueblado los cojines mullidos, los "juguetes" quitados de en medio, y el mahjong en su funda en el centro de la mesa, todo limpísimo como nuevo hasta el punto que daba un poco de pena entrar en él. Pero, sabía que Okami-sama no tendría reparo en eso. Tampoco acababa de importarle, Alexander solo hacía su trabajo de la manera mas eficiente posible.

Cuando todo estuvo en orden, Alexander salió del cuarto y se colocó a la derecha de la puerta, erguido, con la barbilla bien alta y los brazos a la espalda, esperado la llegada de su señora.

Por fin un poco de acción.
Chris la venía necesitando desde su último encuentro con la salvaje Okami, su nueva superior y una arrancar muy poderosa.

Su señora Okami le había pedido que se reuniese con ella ese mismo día y al muchacho le pareció especialmente interesante. Era muy agradable volver a tener noticias suyas. A fin de cuentas su jefa había sido la única que le había reservado un lugar entre los arrancar. Si pensaba un poco en la necesidad (casi física) de vender su espada –ya no por dinero, sino más bien por poder, algo que en aquel mundo era mucho más importante- aquella le había parecido una gran oportunidad para él. Sobre todo si tenía en cuenta las similitudes que tenía con ella.

Tras recibir el mensaje se vistió y se precipitó a las dependencias comunes de la sexta sección. No tenía mucho que hacer aquel día, de manera que sus pasos le llevaron solos hasta allí, con tranquilidad y con la mano (de nuevo) apoyada en la empuñadura de su espada. Repartió inclinaciones de cabeza y se sintió presa del cuchicheo de algunas féminas (que ignoró) cuando por fin llegó hasta su destino, lugar donde un hombre algo mayor que él esperaba también, apoyado en la puerta. Ni siquiera se preguntó quien era. Los subordinados eran asunto de su señora. Intercambiaron una inclinación de cabeza algo dura y el antiguo asesino del rey Luis XVI miró al frente, cuadrándose delante de la entrada de un lugar todo repleto de cojines. Tenía pintas de ser muy cómodo, a decir verdad.

Pero los pensamientos de Chris estaban algo más lejos de allí. Se estaba preguntando cuando llegaría su señora. Tenía muchas ganas de tener algo que hacer. Aunque el descanso no era algo que menospreciara al inminente fracción le gustaba sacar a relucir sus poderes y perfeccionarlos. En eso no había cambiado nada desde su época de asesino a sueldo.

La reunión había durado mucho más de lo que había tenido previsto la arrancar pero su final había sido de lo más satisfactorio. Tenía algo que hacer. Recuperar las descarriadas fracciones de Rayleigh la calmaría un poco después del desplante del arrogante Espada. Si no hubiera estado en presencia de Marcus le habría arrancado un brazo en ese mismo instante. De todos modos ahora no era el momento de concentrarse en la madre, sino en sus pequeños polluelos que tanto había molestado a su señor.

Los pasos de la Espada se notaban por los pasillos de la 6ª Sección, firmes y poderosos al tiempo q pensaba en cual sería la manera correcta de abordar el tener que descender al mundo humano dejando que los shinigamis supieran que Hueco Mundo se reconstruía pero sin mostrar demasiado. Complicada empresa pero aún así la arrancar sonreía sabiendo que estaría a la altura.

Levantó la cabeza mirando hacia el frente y una sonrisa lobuna se dibujó en su rostro cuando vio a sus nuevas fracciones esperándola en la puerta. Aún así su expresión se endureció al reconocer el reiatsu de Kael en el desierto.

"Qué cojones está haciendo ese tio? Primero Rayleigh y ahora ese maldito cachorro..." pensó al tiempo que gruñía molesta por no poder ir ella personalmente a buscar ese oasis en el desierto vacío de Hueco Mundo.

-Entrad -fue la escueta orden que les dios a los dos.

Okami lo propio rebuscando por una esquina entre todos los puff algo en particular. Después de un par de minutos dio la búsqueda por imposible y se giró hacia sus secuaces con las manos en sus caderas.

-Bueno, vayamos al tema. Ya soy oficialmente la Espada de la 6ª sección y vosotros dos seréis mis fracciones por lo que quiero que llevéis a cabo mis labores cuando yo no pueda hacerlo -explicó con una media sonrisa en sus labios. Guardó unos minutos de silencio y fijó sus ojos en los del mayordomo.

-Dime Folk, alguna de tus criaturas ha visto quién está en el desierto? De todos modos no podemos hacer nada ahora, tengo q ir al mundo humano. Órdenes directas de Marcus -dijo encogiéndose de hombros. -En la reunión hay un nuevo espada que no se ha presentado ante los demás. Se llama Aleación y es un poco... peculiar. Se encuentra en el mundo humano, por América según tengo entendido. Id y traedlo de vuelta aunque sea por la fuerza. Y si está muerto traed su cadáver -le lanzó un manojo llaves a Alexander.

-Si algún espada o cualquier otro arrancar se entromete decidle que son órdenes mías y que responderá ante mí -hablaba con un leve gruñido en la voz pero con presteza y autoridad.

-Ahora tengo que irme, Kenzo me estará esperando. No me decepcionéis -terminó la frase con un toque en el hombro a ambos muchachos al pasar por entre ellos y salió disparada hacia las dependencias de la 4ª Sección, lugar donde había quedado con su compañero.

Chris llegó al poco tiempo, pero, antes de poder intercambiar ni una sola palabra con él,Okami apareció a lo lejos tras la esquina del larguísimo pasillo, con su característica forma animalesca de moverse, y siempre un poco reclinada hacia delante. Aunque tan característico o más eran sus pasos, pisando fuerte, como si fuese aplastando insectos en su camino. Lo de aplastar insectos decía mucho de ella.

Al mirar a sus dos fracciones, a ambos lados de la puerta de su cuarto, esbozó una sonrisa, de lo que Alexander dedujo que algo le había hecho feliz, seguramente algún comentario del gran Marcus, o alguna misión que la sacase del aburrimiento. Aunque en poco cambió el gesto, tornándose duro y casi de enfado.

Tras la orden directa de su señora, y tras ceder el paso a Chris, la otra fracción, pasó al cuarto. Cuando entró, Okami-sama, rebuscaba entre los cojines algo, quizá alguno de sus "juguetes", o algo que mordisquear, pero se dio rápida por vencida y se encaró a sus fracciones.

Anunció que ya la habían ascendido a Espada, y dirigió la mirada a los ojos de Alexander.

Le preguntó sobre la chica del desierto, que hacía unos minutos, le había comentado una de sus pequeñas informadoras, pero no le dejó tiempo para contestar, ordenandoles que fuesen inmediatamente a por ella. Cogió las llaves, y las guardó en el bolsillo izquierdo de su chaleco.

Tras una ligera reverencia con la cabeza, Okami les dio un golpecito en el hombro a modo de "¡animo!" y desapareció del cuarto...

- Chris-sama, -dijo Alexander al tiempo que se giraba para mirar a Chris. - tenemos trabajo que hacer. Desconozco la procedencia de nuestro objetivo, pero parece poderoso. Esperemos que no acabe con Kael, no se si está lo suficientemente cualificado... -

Dicho lo cual, salió del cuarto a grandes zancadas, dirección a la salida de "El Amanecer".

La brutalidad era un rasgo que su señora no podía negar. Sin embargo a Chris le agradaba aquel trato que les dispensaba la superior. Lo que para otros machos-si, he dicho machos- hubiera podido parecer poco femenino al nuevo fricción le resultaba bastante atractivo. En cualquier caso nada de esto podía decir (y no solo por lo parco que era en palabras) primero porque Okami era su superior y segundo por la escasa capacidad del muchacho para crear lazos afectivos o sociales. Tras lo ocurrido con Marguerite su corazón se había convertido en una uva pasa y había dejado de mostrar interés por el sexo femenino. Otra cosa eran sus necesidades fisiológicas y su “extraña” capacidad para encontrar la belleza, claro. Aunque de momento ambas facetas (cada una por su razón correspondiente) quedarían escondidas bajo su traje blanco.

Como os iba diciendo, la nueva espada mostró, nuevamente, su carácter abierto y directo y les hizo a ambos partícipes de las buenas nuevas que traía consigo. La mano del joven cayó sobre su espada en la cadera y la acarició. Ser una fricción conllevaba más acción que la de mantenerse a la espera (cosa que llevaba haciendo desde la muerte de Drako) y aquello era lo que el arrancar iba necesitando desde hacía mucho tiempo: moverse, adiestrarse y obtener más y más poder. Sabía que solo con alguien como Okami al mando lo conseguiría. Y a su manera se mostraba agradecido. Aún más cuando sus sospechas se confirmaron de inmediato: una misión. Oh, si, la vida podía ser maravillosa. Aún más cuando de tratar al desierto se trataba.

Sería interesante encontrarse con algunos hollows que conocía y no habían podido evolucionar hasta el lugar donde se encontraba él. No les diría nada (evidentemente) pero tendría para sí mismo la seguridad de que él les había superado con creces, que era mucho mejor que aquella escoria. Se relamió solo de pensarlo y siguió a la expectativa: una invitada en el desierto. Estaba seguro de poder hacerla sentir como en casa si se lo proponía. Y encima estaba con Kael, a saber que hacía ese tipo allí. No hubo tiempo de más, la nueva espada pasó entre ellos y colocó su mano en sus hombros a modo de despedida, Chris ni se inmutó por aquel gesto y continuó con sus cavilaciones.

Tras la marcha de la líder, sus dos subordinados se quedaron en la sala. El antiguo asesino del rey le devolvió una hosca mirada a su nuevo compañero y asintió con una cabezada ante todo lo que le decía. Cuando salió él lo hizo a su vez y se preguntó porqué demonios aquel tipo se refería a él como Chris sama. Iba listo si de verdad pensaba que él haría lo mismo. No terminaba de acostumbrarse a aquellas nuevas formas, ni tampoco pensaba hacerlo, mucho menos si quien las refería era una igual. Negó con la cabeza y arrancó el pensamiento de su mente. Alexander tenía razón: había trabajo que hacer.