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Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
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Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Las féminas se contoneaban al ritmo de la música del Shamisen, el koto y el sakuhachi, la combinación y coordinación de los dos instrumentos de cuerda y el de viento generaban una melodía sensual y provocadora. El espacio estaba iluminado con unos farolillos rojos que aumentaban aún más el erotismo.
Mientras dos de las muchachas bailaban otras dos acompañaban a Kimura en el sofá y acariciaban su desnudo torso mientras observaba la danza, la visión se interrumpía esporádicamente, cuando alguna de ellas daba un trago al sake de la mesa y se lo hacían beber en un apasionado beso. El shinigami tampoco se quedaba atrás, a una de ellas le masajeaba el trasero, mientras que la otra recibía suaves caricias en un de sus pezones. La música terminó y las instrumentistas dejaron al armado caballero en compañía de las cuatro señoritas.
Cómo necesitaba aquello: aliviar tensiones, disfrutar, relajarse, beber, follar...y qué demonios, sentirse querido aunque fuese pagando. El ambiente se iba caldeando más y más, el aroma de las mujeres se intensificaba, el alcohol fluía como un río, surcando algún que otro cuerpo antes de terminar su trayecto en alguna de las sedientas bocas, las manos recorrían lugares que recordaban haber visitado con antelación, los gemidos se intensificaban.
El shinigami se levantó y apagó las velas de los faroles, pasó a una habitación contigua donde había un gran futón, cuando la última entró no pudo más que sonreír lascivamente. La puerta se cerró, pero no acalló ni los gemidos, ni los gritos de placer.
La lluvia hizo acto de presencia en aquella noche de pasión comprada en el momento en el que Daigo abandonaba el burdel, borracho como una cuba y apestando a sexo. Caminó encorvado, con el pelo revuelto, el kimono de shinigami desaliñado, ojos entornados, botella en ristre, el senbon guardado en un bolsillo interior y pasos renqueantes, zigzagueantes e inseguros.
Se apoyó en lo primero que pilló y echó el hígado por la boca, se sentía mejor con el estomago ya vacío y pudo percatarse de varias cosas. La primera era que lo que tocaba no tenía en tacto de lo que el pensaba que era un árbol, todo lo contrario, el tacto era suave, como el de la tela, y esta era de buena calidad. La segunda era que al lado del vómito había unos pies salpicados de barro y el contenido de su vientre.
Aquello no presagiaba nada bueno. Elevó la mirada para ver quien era, no pudo enfocarla bien, el contorno de la persona que parecía en un principio de varón. Alejó la cabeza, agarrándose al tipo y tirando algo de él cuando trastrabilló ligeramente hacía atrás, intentando enfocarle. Luego acercó su cara a la del otro y entornó los ojos. Su aliento impactó de lleno en la nariz aquel extraño hombre, que parecía tener contorno, pero que con la oscuridad reinante no era visible, salvo por dos puntos dorados que le devolvían la mirada. Daigo abrió la boca pesadamente e intentó quitarse la pastosa sensación de la lengua y le habló -¿Kieen cooñoooo errrreshh?¿Buushhcaashhh peleeaa? ...¡Hic!-
Kimura Daigo- Raso Makoto
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Edad : 58
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Aprovechando que el día siguiente libraba y se ahorraría el consecuente madrugón, Kato había decidido pasar la noche en el Rukongai. De manera improvisada, tras ataviarse con las peores telas que tenía en su variado y pintoresco ropero, y cubrirse de un haori algo más arreglado que guardara el decoro hasta abandonar el Seireitei, el Shihōin puso rumbo a los barrios pobres de la Sociedad de Almas. No había quedado con nadie, supuso que ya encontraría allí a algún compañero de licores y desenfreno con el que compartir la velada. Sino, una noche solitaria tampoco le vendría nada mal para su abotargada mente.
Ni el cielo, que no tardó en cerrarse, iba a mermar su humor aquella noche. Caminó feliz y sonriente, obviando la copiosa lluvia que comenzaba a caer. En un puesto ambulante pidió un wagashi y lo comió con gula. La salsa salpicó sobre su vestimenta, pero sólo había manchado la sucia y vieja tela de aquel keikogi gastado y barato. El elegante haori había sido depositado en la rama de un árbol, a resguardo, para la vuelta a casa, aunque pocas veces recordaba dónde buscar para entonces.
Se estaba lamiendo los dedos cuando una figura de rumbo irregular, se topó con él, placándolo y agarrándolo. Antes de pudiera abrir la boca siquiera, para quejarse por aquel tropezón, el individuo, aún asido en sus ropajes, echó todo lo que tenía en el estómago sobre las piernas de Kato.
— ¡Tu puta madre! — exclamó, intentando separarse de él y mirándolo con ojos desorbitados.
Sin embargo, aquel hombre, lejos de parecer consciente de lo que acababa de hacer, lo ojeaba con mirada perdida, entornando los ojos, tratando de saber con quién se había topado. En uno de aquellos intentos por identificar al Shihōin, el sujeto se acercó en demasía a su rostro. La bofetada de hedor a alcohol, entre otros "aromas", arrancó una mueca de asco en el moreno rostro del Capitán. Pero cuando Kato creía haber conocido al fin a qué huele el infierno, las puertas del averno se abrieron ante él vertiendo, entre palabras, aquella fétida podredumbre. Ahí se agotó la generosa paciencia del peliblanco, quien con un gesto tosco apartó la mano con que aún le sujetaba aquel hombre, propinándole un violento empujón. Innecesario, por otra parte, pues el equilibrio de aquel hombre estaba lejos de la normalidad.
Se deslizó por el fango que la lluvia había creado y Kato se miró las ropas. Arcadas subieron por su garganta al observar aquello, pero el odio incipiente en sí las mitigó. Fulminó con la mirada a aquel despojo que luchaba por recobrar la verticalidad, y se acercó a él con pasos airados.
— ¡Hijo de puta, mira cómo me has puesto! — increpó. — ¿¡Pero a ti qué coño te pasa!?
Junto a él, una mueca que pretendía sonrisa se despertó en su colérico rostro. Había ideado la primera acción de las muchas que supondría su venganza. Estirando una pierna primero, frotó el contenido del estómago de aquel tipo con sus propios ropajes, limpiando, por llamarlo de alguna manera, los suyos propios. Repitió lo mismo con su otra pierna. El resultado, como era de esperar, no le gustó, y aquel atisbo de sonrisa volvió a perderse en su airada faz.
Colocó sus manos en su cintura, observando fijamente los patéticos intentos de aquel desconocido para separar su trasero del resbaladizo piso, debatiendo consigo mismo qué hacer con él. "¿Quién coño soy, que si busco pelea?", pareció recordar ahora Kato, quien había hecho oídos sordos a las palabras de aquel tipo. Obviamente no iba a desvelar su identidad tan fácilmente. No lo había hecho nunca, en todos los años de incursiones en el Rukongai, aun cuando en más de una ocasión le habría supuesto salir mejor parado de según que embrollo.
Otra cosa era la pelea. Eso aún no lo había descartado.
Ni el cielo, que no tardó en cerrarse, iba a mermar su humor aquella noche. Caminó feliz y sonriente, obviando la copiosa lluvia que comenzaba a caer. En un puesto ambulante pidió un wagashi y lo comió con gula. La salsa salpicó sobre su vestimenta, pero sólo había manchado la sucia y vieja tela de aquel keikogi gastado y barato. El elegante haori había sido depositado en la rama de un árbol, a resguardo, para la vuelta a casa, aunque pocas veces recordaba dónde buscar para entonces.
Se estaba lamiendo los dedos cuando una figura de rumbo irregular, se topó con él, placándolo y agarrándolo. Antes de pudiera abrir la boca siquiera, para quejarse por aquel tropezón, el individuo, aún asido en sus ropajes, echó todo lo que tenía en el estómago sobre las piernas de Kato.
— ¡Tu puta madre! — exclamó, intentando separarse de él y mirándolo con ojos desorbitados.
Sin embargo, aquel hombre, lejos de parecer consciente de lo que acababa de hacer, lo ojeaba con mirada perdida, entornando los ojos, tratando de saber con quién se había topado. En uno de aquellos intentos por identificar al Shihōin, el sujeto se acercó en demasía a su rostro. La bofetada de hedor a alcohol, entre otros "aromas", arrancó una mueca de asco en el moreno rostro del Capitán. Pero cuando Kato creía haber conocido al fin a qué huele el infierno, las puertas del averno se abrieron ante él vertiendo, entre palabras, aquella fétida podredumbre. Ahí se agotó la generosa paciencia del peliblanco, quien con un gesto tosco apartó la mano con que aún le sujetaba aquel hombre, propinándole un violento empujón. Innecesario, por otra parte, pues el equilibrio de aquel hombre estaba lejos de la normalidad.
Se deslizó por el fango que la lluvia había creado y Kato se miró las ropas. Arcadas subieron por su garganta al observar aquello, pero el odio incipiente en sí las mitigó. Fulminó con la mirada a aquel despojo que luchaba por recobrar la verticalidad, y se acercó a él con pasos airados.
— ¡Hijo de puta, mira cómo me has puesto! — increpó. — ¿¡Pero a ti qué coño te pasa!?
Junto a él, una mueca que pretendía sonrisa se despertó en su colérico rostro. Había ideado la primera acción de las muchas que supondría su venganza. Estirando una pierna primero, frotó el contenido del estómago de aquel tipo con sus propios ropajes, limpiando, por llamarlo de alguna manera, los suyos propios. Repitió lo mismo con su otra pierna. El resultado, como era de esperar, no le gustó, y aquel atisbo de sonrisa volvió a perderse en su airada faz.
Colocó sus manos en su cintura, observando fijamente los patéticos intentos de aquel desconocido para separar su trasero del resbaladizo piso, debatiendo consigo mismo qué hacer con él. "¿Quién coño soy, que si busco pelea?", pareció recordar ahora Kato, quien había hecho oídos sordos a las palabras de aquel tipo. Obviamente no iba a desvelar su identidad tan fácilmente. No lo había hecho nunca, en todos los años de incursiones en el Rukongai, aun cuando en más de una ocasión le habría supuesto salir mejor parado de según que embrollo.
Otra cosa era la pelea. Eso aún no lo había descartado.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Las posaderas de Daigo fueron a parar al suelo cuando aquellos puntitos luminosos con forma humanoide se limpiaron en su kimono. -¡auch, auch auch! cooommmo dueeelllee..¡hic!..- se llevó una mano a su maltrecho trasero acariciando la zona contusionada -mii cuuulo...¡hic!...- miró hacia arriba, recordando que había alguien más con él. Pero no era solo uno, ¡eran tres! se movían muy raro y le miraban muy mal -Essshoo esss trrammpa...¡hic!...sii vaash a pe...pelearrr hassslo soolo, cooobarrde- volvió a entrecerrar los ojos ¿de donde habría salido las otras dos copias del ojos de oro? ¿sería shinigami y estaría utilizando el shumpo o es que eran trillizos?. Con gran trabajo obtuvo respuestas. Las formas a ambos lados del peliblanco se movían cada vez más rápido, perdían cuerpo y se fusionaban con su dueño -aaaah nnnoo, que errresssh ssolo unno-
Con esfuerzo apoyó sus manos en el suelo, encogió las piernas, rodó hacia la derecha de tal manera que ahora su espalda quedaba en el aire y su cabeza mirando al suelo doblado como si fuese un arco, poco a poco fue acercando sus manos a los pies para ganar verticalidad, en más de un momento estuvo a punto de besar el suelo, pero consiguió mantener el equilibrio en los últimos momentos y se enderezó en un rápido gesto. Tuvo que mover bastante los brazos hacia adelante y hacia detrás para mantenerse erguido. Con gesto de autosuficiencia sacó el senbon, se lo puso en los labios y los encendió con un mechero imaginario. Se cruzó de brazos y miró de nuevo al ojos dorados con ojos caídos y vidriosos -...¡hic!...- aquellos ojos amarillos, el pelo blanco y la tez morena le sonaban de algo ¿dónde lo había visto antes? bueno no había mejor cosa que preguntar -Tu carra me suenna de allgo ¿te connnozzco?- volvió a acercase a aquel tipo intentando recordar de donde le conocía.
Con esfuerzo apoyó sus manos en el suelo, encogió las piernas, rodó hacia la derecha de tal manera que ahora su espalda quedaba en el aire y su cabeza mirando al suelo doblado como si fuese un arco, poco a poco fue acercando sus manos a los pies para ganar verticalidad, en más de un momento estuvo a punto de besar el suelo, pero consiguió mantener el equilibrio en los últimos momentos y se enderezó en un rápido gesto. Tuvo que mover bastante los brazos hacia adelante y hacia detrás para mantenerse erguido. Con gesto de autosuficiencia sacó el senbon, se lo puso en los labios y los encendió con un mechero imaginario. Se cruzó de brazos y miró de nuevo al ojos dorados con ojos caídos y vidriosos -...¡hic!...- aquellos ojos amarillos, el pelo blanco y la tez morena le sonaban de algo ¿dónde lo había visto antes? bueno no había mejor cosa que preguntar -Tu carra me suenna de allgo ¿te connnozzco?- volvió a acercase a aquel tipo intentando recordar de donde le conocía.
Kimura Daigo- Raso Makoto
- Post : 158
Edad : 58
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Aun cuando se había restregado en las húmedas prendas de aquel borracho, Kato seguía oliendo como si hubiera pateado una mofeta. Levantó la cara de sus piernas con un gesto de asco un amago de arcada, mirando con repudio a aquel hombre que, tras innumerables y penosos intentos, al fin se había logrado incorporar. Poco a poco fue ganando algo de lucidez. La suficiente al menos para poder verle con nitidez y para que se le entendiera algo de lo que decía, aunque siguiera con aquel deje ebrio en su lengua.
— ¡Mi cara qué te va a sonar! — le espetó. La verdad es que al peliblanco también le resultaba familiar la de aquel tipo. No supo porqué, pero lo colocó en el conjunto de los shinigamis. Miró a ambos lados y no había casi nadie rondando la calle. — ¿Eres shinigami? — preguntó, para cercionarse.
No es que pretendiera usar su estatus de Taicho para poner a aquel individuo en su lugar. Kato gustaba de hacerse respetar por sí mismo, sin anteponer ningún título, ni nobiliario ni militar.Sin embargo, dependiendo de quién fuera, debía medir sus palabras o no. Su peculiar personalidad solía recibir simpatías extremas: o era gratamente aceptada o levantaba más de algún que otro escollo, dependiendo de cómo interpretase cada shinigami su humor. Puede que hasta haya compartido con él alguna misión. El Shihōin, como la mayoría, suponía, de shinigamis, era incapaz de recordar cada rostro, nombre y rango. Y tampoco esperaba que aquel tipo, con tremenda cogorza, por muy capitán que Kato fuese, le reconociera.
— Vamos habla. — lo alentó, algo impaciente. El hedor que le subía desde sus extremidades inferiores no ayudaba nada en recobrar el buen humor con el que había comenzado la velada.
Ahora que reparaba en ello, Kato se lamentó: "Joder", pensaba para sí, imaginando lo que aquella noche habría dado de sí si no se hubiese topado con aquel mequetrefe. "Para un día que tengo libre, joder". Volvió a blasfemar en su mente. Su humor parecía que tuviese opción de mejorar.
___________________
[OFF] Me tienes que recordar, si es que te lo llegué a preguntar en su día, si este conversacional va antes o después del hilo de Karakura. Para recordar, tarde o temprano, la miradita de odio hacia mi persona(je). xD
— ¡Mi cara qué te va a sonar! — le espetó. La verdad es que al peliblanco también le resultaba familiar la de aquel tipo. No supo porqué, pero lo colocó en el conjunto de los shinigamis. Miró a ambos lados y no había casi nadie rondando la calle. — ¿Eres shinigami? — preguntó, para cercionarse.
No es que pretendiera usar su estatus de Taicho para poner a aquel individuo en su lugar. Kato gustaba de hacerse respetar por sí mismo, sin anteponer ningún título, ni nobiliario ni militar.Sin embargo, dependiendo de quién fuera, debía medir sus palabras o no. Su peculiar personalidad solía recibir simpatías extremas: o era gratamente aceptada o levantaba más de algún que otro escollo, dependiendo de cómo interpretase cada shinigami su humor. Puede que hasta haya compartido con él alguna misión. El Shihōin, como la mayoría, suponía, de shinigamis, era incapaz de recordar cada rostro, nombre y rango. Y tampoco esperaba que aquel tipo, con tremenda cogorza, por muy capitán que Kato fuese, le reconociera.
— Vamos habla. — lo alentó, algo impaciente. El hedor que le subía desde sus extremidades inferiores no ayudaba nada en recobrar el buen humor con el que había comenzado la velada.
Ahora que reparaba en ello, Kato se lamentó: "Joder", pensaba para sí, imaginando lo que aquella noche habría dado de sí si no se hubiese topado con aquel mequetrefe. "Para un día que tengo libre, joder". Volvió a blasfemar en su mente. Su humor parecía que tuviese opción de mejorar.
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[OFF] Me tienes que recordar, si es que te lo llegué a preguntar en su día, si este conversacional va antes o después del hilo de Karakura. Para recordar, tarde o temprano, la miradita de odio hacia mi persona(je). xD
Última edición por Shihōin Kato el Lun Ago 29, 2011 4:12 am, editado 3 veces (Razón : Un error en el color del diálogo, nada del texto.)
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
[OFF: Sí, iba después de la batalla en Karakura]
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El tipo decía que no le conocía de nada, pero él no había visto mucha gente de tez oscura, pelo blanco y ojos del color de la miel. Además había algo en su interior que le decía que debía odiar a aquel hombre. Todavía con la duda le preguntó a Okiku Kuma, su espíritu. -Oyye Kumma, ¿te shuenna de alllgo ell tío eshte?- El espíritu estaba sentado en medio de la cueva, cerca del agua, intentando que se despejase su cabeza, alzó la testa y miró a su dueño con ojos vidriosos -¿Eeeeh? Déjame tranquilo Daigo. Me has jodido, pero bien esta noche. No cuentes conmigo- El shinigami enarcó una ceja mirando al peliblanco -¡Clllarrro, de ahí me shuenas!- dijo llevándose un puño a una mano vacía. Vale, había concretado que el tipo también era shinigami, solo tenía que recordar a qué escuadrón pertenecía.
-Shí, Shí. No sheasss tan immmpashiennnte- le dijo al hombre, que pretendía que le respondiera con prontitud. Aquella cara, aquellos ojos, los ojos y el pelo...¿dónde lo había visto antes? hacía poco tiempo que se habían visto, de eso estaba seguro, puesto que si no su amnesia no le permitiría reconocer su rostro. De pronto se le encendió una bombilla en su embotado cerebro. Se acercó tambaleante a uno de los farolillos que iluminaban la calle, lo cogió con torpeza y le plantificó la linterna en el careto del ojos dorados. La borrachera se le quitó de encima de un plumazo, su cara se puso blanca por el odio y la vergüenza que sentía, el farolillo se le cayó al suelo, mojándose el papel y apagándose sin mayor incidente, dejándoles de nuevo en semioscuridad.
-¡Tu! ¿De todas las personas del sereitei tenías que ser tú?- le lanzó una mirada cargada de odio y escupió a sus pies -Puta sea mi suerte, ¡ya decía yo que me sonabas!.- se alejó de él unos pasos, renqueando todavía por el alcohol, sin darle la espalda -¡El jodido Capitán del quinto escuadrón!, ¡traidores!, ¡vendidos!. ¡Vosotros matasteis a Iruna! ¡Por vuestra culpa fui encarcelado cuando tendría que haberme encargado de la seguridad del escuadrón!- se llevó el senbon a la mano agarrándolo, como si fuese una daga, y tomó una posición defensiva, por si el otro se lanzaba a atacarle.
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El tipo decía que no le conocía de nada, pero él no había visto mucha gente de tez oscura, pelo blanco y ojos del color de la miel. Además había algo en su interior que le decía que debía odiar a aquel hombre. Todavía con la duda le preguntó a Okiku Kuma, su espíritu. -Oyye Kumma, ¿te shuenna de alllgo ell tío eshte?- El espíritu estaba sentado en medio de la cueva, cerca del agua, intentando que se despejase su cabeza, alzó la testa y miró a su dueño con ojos vidriosos -¿Eeeeh? Déjame tranquilo Daigo. Me has jodido, pero bien esta noche. No cuentes conmigo- El shinigami enarcó una ceja mirando al peliblanco -¡Clllarrro, de ahí me shuenas!- dijo llevándose un puño a una mano vacía. Vale, había concretado que el tipo también era shinigami, solo tenía que recordar a qué escuadrón pertenecía.
-Shí, Shí. No sheasss tan immmpashiennnte- le dijo al hombre, que pretendía que le respondiera con prontitud. Aquella cara, aquellos ojos, los ojos y el pelo...¿dónde lo había visto antes? hacía poco tiempo que se habían visto, de eso estaba seguro, puesto que si no su amnesia no le permitiría reconocer su rostro. De pronto se le encendió una bombilla en su embotado cerebro. Se acercó tambaleante a uno de los farolillos que iluminaban la calle, lo cogió con torpeza y le plantificó la linterna en el careto del ojos dorados. La borrachera se le quitó de encima de un plumazo, su cara se puso blanca por el odio y la vergüenza que sentía, el farolillo se le cayó al suelo, mojándose el papel y apagándose sin mayor incidente, dejándoles de nuevo en semioscuridad.
-¡Tu! ¿De todas las personas del sereitei tenías que ser tú?- le lanzó una mirada cargada de odio y escupió a sus pies -Puta sea mi suerte, ¡ya decía yo que me sonabas!.- se alejó de él unos pasos, renqueando todavía por el alcohol, sin darle la espalda -¡El jodido Capitán del quinto escuadrón!, ¡traidores!, ¡vendidos!. ¡Vosotros matasteis a Iruna! ¡Por vuestra culpa fui encarcelado cuando tendría que haberme encargado de la seguridad del escuadrón!- se llevó el senbon a la mano agarrándolo, como si fuese una daga, y tomó una posición defensiva, por si el otro se lanzaba a atacarle.
Kimura Daigo- Raso Makoto
- Post : 158
Edad : 58
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Una vez el maloliente hedor de su pantalón se fue disipando, el humor parecía volver a aparecer en el peliblanco Capitán, aunque con reticencias. Ya no sabía si estampar un puño en la cara de aquel tipo o reírse de él a pleno pulmón en toda su cara le reportaría más placer, porque la escena tenía todos los matices de una buena comedia.
Al parecer, la sensación de familiaridad en sus rostros era mutua. Aquel ebrio individuo parecía hacer esfuerzos sobrehumanos en intentar aclarar su mente y reconocerlo. Y de repente, para el asombro de Kato, lo logró, manifestándose en su rostro con una palidez extrema y unos ojos que parecían salirse de sus órbitas. De la vergüenza, sentimiento obvio y esperado, pasó al odio, que no lo era tanto. Sin embargo, aquella mirada fulminante pareció accionar el resorte necesario en el cerebro del Shihōin para comprender quién tenía delante. Y sus palabras no hicieron más que afianzar aquella presunción. Se trataba de Kimura Daigo, quien había acompañado al peliblanco a un nada apacible viaje a Karakura, Japón. Ahora sí que estaba a punto de echarse a reír.
Cuando gritó a los cuatro vientos su rango y división, Kato agitó su cabeza instintivamente, asegurándose de que no había nadie cerca. No era el más peligroso de los distritos del Rukongai, pero se supone que iba de incógnito, y así debía permanecer si esperaba que su noche fuese ta tranquila como planeo. Aunque esto último ya parecía ser complicado. Su sonrisa, sin embargo, de labios apretados, parecía contener una carcajada, y cada vez con más dificultad. Mas de repente ésta se le borró de golpe al escuchar las siguientes palabras de Daigo.
— "¿Traición, asesinato? ¿De qué habla éste?" — pensó para sí. Él si iba a ser más medido en sus palabras que su alcoholizado acompañante.
— "Pobrecito." — murmuró Tora en su mente. Parecía que ni aquella noche iba a dejar de intervenir y, como casi siempre, sólo para meter el dedo en la llaga. — "Al pobre Capitán Simpático hay quien no le cae bien." — se burló.
— "No le caigo bien a mucha gente." — contestó, esta vez sin ponerse a la defensiva. — "Hay muchos sin humor en este mundo, Tora." — añadió, respondiendo al comentario de su zanpakutō con la misma moneda.
A pesar de todo, aquellos comentarios cargados de embriaguez despertaron la infinita curiosidad del Capitán. ¿Sería fruto del maltrecho estado de aquel shinigami o sería algún tema importante? Quizá fuera el origen de tanta aversión hacia Kato, por lo que el tema podría interesarle. "Manda huevos si es así", pensó. Respiró hondo y se calmó. O al menos lo intentó.
Al tremendo espectáculo de nulo equilibrio, lengua abotargada y final inesperado con aquella claridad inesperada, Daigo había sumado aquel intento de mostrar sus dientes, asiendo su senbon en posición beligerante. Kato dio dos pasos atrás y por uno, dos y tres segundos combatió aquella airada mirada con un rostro totalmente recio en inexpresivo, para acabar estallando en una sonora carcajada que lo hizo doblarse por la mitad.
— Anda, baja eso, no te vayas a hacer daño, que no estás en condiciones. — contestó, entre risas, limpiándose las lágrimas de sus ojos. Poco a poco fue recuperando el aliento, pero la sonrisa no la pudo borrar de sí. — A ver, primero, ¿crees que esa son formas de hablar a un Capitán del Gotei? — preguntó. Obviamente era una broma más para endulzar tremenda escena, se veía en su tono y en su apaciguada pero aún patente risa. — Y segundo: ¿de qué hablas? ¿Con Iruna te refieres a Iruna-taicho, ex Capitana del Tercer Escuadrón? Tenía entendido que murió en la Guerra, ¿no es así? — se aseguró. — Y desconocía que el Quinto Escuadrón luchara con los arrancars. Error grave por mi parte, dada las circunstancias. — añadió en tono jocoso, para volver a soltar otra risotada. Esta vez más contenida.
La plácida noche se había ido al garete, pero al menos podría aprovecharla de algún modo. Averiguar qué le pasaba a aquel tipo con el Quinto Escuadrón en general y con él en particular podría ser una buena vía de escape. Al menos sabría a qué se debían las miradas asesinas y los ataques tan gratuitos que recibía de Daigo cada vez que se topaba con él.
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[OFF] Perdona, quedó un pelín largo. Creo que se debe a meter a la zanpa, pero es que no puedo remediarlo cada vez que veo la ocasión de joder a Kato con algún comentario así. xD
Al parecer, la sensación de familiaridad en sus rostros era mutua. Aquel ebrio individuo parecía hacer esfuerzos sobrehumanos en intentar aclarar su mente y reconocerlo. Y de repente, para el asombro de Kato, lo logró, manifestándose en su rostro con una palidez extrema y unos ojos que parecían salirse de sus órbitas. De la vergüenza, sentimiento obvio y esperado, pasó al odio, que no lo era tanto. Sin embargo, aquella mirada fulminante pareció accionar el resorte necesario en el cerebro del Shihōin para comprender quién tenía delante. Y sus palabras no hicieron más que afianzar aquella presunción. Se trataba de Kimura Daigo, quien había acompañado al peliblanco a un nada apacible viaje a Karakura, Japón. Ahora sí que estaba a punto de echarse a reír.
Cuando gritó a los cuatro vientos su rango y división, Kato agitó su cabeza instintivamente, asegurándose de que no había nadie cerca. No era el más peligroso de los distritos del Rukongai, pero se supone que iba de incógnito, y así debía permanecer si esperaba que su noche fuese ta tranquila como planeo. Aunque esto último ya parecía ser complicado. Su sonrisa, sin embargo, de labios apretados, parecía contener una carcajada, y cada vez con más dificultad. Mas de repente ésta se le borró de golpe al escuchar las siguientes palabras de Daigo.
— "¿Traición, asesinato? ¿De qué habla éste?" — pensó para sí. Él si iba a ser más medido en sus palabras que su alcoholizado acompañante.
— "Pobrecito." — murmuró Tora en su mente. Parecía que ni aquella noche iba a dejar de intervenir y, como casi siempre, sólo para meter el dedo en la llaga. — "Al pobre Capitán Simpático hay quien no le cae bien." — se burló.
— "No le caigo bien a mucha gente." — contestó, esta vez sin ponerse a la defensiva. — "Hay muchos sin humor en este mundo, Tora." — añadió, respondiendo al comentario de su zanpakutō con la misma moneda.
A pesar de todo, aquellos comentarios cargados de embriaguez despertaron la infinita curiosidad del Capitán. ¿Sería fruto del maltrecho estado de aquel shinigami o sería algún tema importante? Quizá fuera el origen de tanta aversión hacia Kato, por lo que el tema podría interesarle. "Manda huevos si es así", pensó. Respiró hondo y se calmó. O al menos lo intentó.
Al tremendo espectáculo de nulo equilibrio, lengua abotargada y final inesperado con aquella claridad inesperada, Daigo había sumado aquel intento de mostrar sus dientes, asiendo su senbon en posición beligerante. Kato dio dos pasos atrás y por uno, dos y tres segundos combatió aquella airada mirada con un rostro totalmente recio en inexpresivo, para acabar estallando en una sonora carcajada que lo hizo doblarse por la mitad.
— Anda, baja eso, no te vayas a hacer daño, que no estás en condiciones. — contestó, entre risas, limpiándose las lágrimas de sus ojos. Poco a poco fue recuperando el aliento, pero la sonrisa no la pudo borrar de sí. — A ver, primero, ¿crees que esa son formas de hablar a un Capitán del Gotei? — preguntó. Obviamente era una broma más para endulzar tremenda escena, se veía en su tono y en su apaciguada pero aún patente risa. — Y segundo: ¿de qué hablas? ¿Con Iruna te refieres a Iruna-taicho, ex Capitana del Tercer Escuadrón? Tenía entendido que murió en la Guerra, ¿no es así? — se aseguró. — Y desconocía que el Quinto Escuadrón luchara con los arrancars. Error grave por mi parte, dada las circunstancias. — añadió en tono jocoso, para volver a soltar otra risotada. Esta vez más contenida.
La plácida noche se había ido al garete, pero al menos podría aprovecharla de algún modo. Averiguar qué le pasaba a aquel tipo con el Quinto Escuadrón en general y con él en particular podría ser una buena vía de escape. Al menos sabría a qué se debían las miradas asesinas y los ataques tan gratuitos que recibía de Daigo cada vez que se topaba con él.
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[OFF] Perdona, quedó un pelín largo. Creo que se debe a meter a la zanpa, pero es que no puedo remediarlo cada vez que veo la ocasión de joder a Kato con algún comentario así. xD
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Se estaba dando un baño relajante de agua bien caliente, deleitándose y perfumándose con el dulzón y agradable aroma de las flores del Sakura, había puesto incluso alguna vela para dar un relax mayor aún si cabe. Cerró los ojos y se sumió en sus recuerdos, hacía tiempo que no iba al Rukongai, que no veía a los suyos, que no se mezclaba de manera anónima entre el gentío.
Se dedicó con esmero a su aseo personal y al salir cubrió su cuerpo y su cabeza con las toallas. Se dirigió a su cuarto y al abrir el armario observó su antigua ropa y recordó que hacía mucho que no se tomaba un día libre. Era la hora de hacerlo.
Se vistió con tranquilidad y peinó sus cabellos hacia delante, como siempre.
Cogió su foular y lo enroscó holgadamente en su cuello, por si en momento o situación alguna debiese usarlo para ocultar su rostro. Cuando se colocó las armas y se dió un último vistazo en el espejo, salió tranquilamente hacia el Rukongai, con el debido cuidado de que no fuese vista por quien no le convenía.
Como por instinto, se movía por las sombras, las esquinas, evitando que nadie viese que estaba por allí, cuando de pronto pareció escuchar algo a lo lejos, dos voces que llamaron su atención.
Se dirigió con sigilo hacia ellas, cuando después de estar unos segundos observándolos, le pareció reconocer al menos a uno de los presentes.
- Madre mía, en mi distrito los hubieran matado ya - pensó mientras negaba con la cabeza y miraba al que acababa de caer al suelo y hacía el amago de intentar hablar correctamente.
Los siguió examinando desde lejos durante varios minutos, hasta vislumbró que ambos sujetos se reconocieron. El de pelo blanco parecía guardar cierta cautela, pero el otro estaba exageradamente fuera de lugar. Analizó las calles circundantes para que todo estuviese en orden, midió si había algún peligro en las sombras,todo despejado. Cuando se movió lo hizo con rapidez acercándose a ambos y hablando en un tono neutro e indiferente.
-Están destacando mucho para intentar ir de incógnito- esbozó una sonrisa mientras daba un paso hacia la luz, mostrando su rostro.
Se dedicó con esmero a su aseo personal y al salir cubrió su cuerpo y su cabeza con las toallas. Se dirigió a su cuarto y al abrir el armario observó su antigua ropa y recordó que hacía mucho que no se tomaba un día libre. Era la hora de hacerlo.
Se vistió con tranquilidad y peinó sus cabellos hacia delante, como siempre.
Cogió su foular y lo enroscó holgadamente en su cuello, por si en momento o situación alguna debiese usarlo para ocultar su rostro. Cuando se colocó las armas y se dió un último vistazo en el espejo, salió tranquilamente hacia el Rukongai, con el debido cuidado de que no fuese vista por quien no le convenía.
Como por instinto, se movía por las sombras, las esquinas, evitando que nadie viese que estaba por allí, cuando de pronto pareció escuchar algo a lo lejos, dos voces que llamaron su atención.
Se dirigió con sigilo hacia ellas, cuando después de estar unos segundos observándolos, le pareció reconocer al menos a uno de los presentes.
- Madre mía, en mi distrito los hubieran matado ya - pensó mientras negaba con la cabeza y miraba al que acababa de caer al suelo y hacía el amago de intentar hablar correctamente.
Los siguió examinando desde lejos durante varios minutos, hasta vislumbró que ambos sujetos se reconocieron. El de pelo blanco parecía guardar cierta cautela, pero el otro estaba exageradamente fuera de lugar. Analizó las calles circundantes para que todo estuviese en orden, midió si había algún peligro en las sombras,todo despejado. Cuando se movió lo hizo con rapidez acercándose a ambos y hablando en un tono neutro e indiferente.
-Están destacando mucho para intentar ir de incógnito- esbozó una sonrisa mientras daba un paso hacia la luz, mostrando su rostro.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Una vasta figura cruzó el umbral del burdel y miró al cielo. Maldijo entre dientes y se ciñó la capucha para adentrarse en la lluvia. Con la cogorza que llevaba encima, no podía haber ido demasiado lejos, así que el grandullón miró al suelo y no tardó en encontrar el zigzagueante rastro del fugitivo. Esperaba encontrarlo sin sentido, tirado a un lado de la calle, o abrazado algún árbol mientras echaba el estómago por la boca, por lo que cuando pudo divisarlo al fin, no pudo más que sorprenderse.
La escena era tan cómica que en otras circunstancias habría agarrado algo de comer y sentado en algún sitio para disfrutar del espectáculo, pero no era el caso. La noche había ido de mal en peor y que Daigo se hubiera esfumado de allí, dejándole todas las deudas a su compañero de escuadrón había sido la gota que colmó el vaso. Aunque parecía más lúcido de lo que por el trazo de sus huellas cabía esperar, aún eran evidentes en él los estragos de la noche y el exceso de sake. Pese a la posición defensiva, su silueta se tambaleaba de lado a lado, enfrentado a alguien que parecía mucho más sobrio que él.
Previniendo cualquier problema mayor, el grandullón se acercó a él con grandes zancadas, le agarró fuerte por un brazo y se lo cargó al hombro. Daigo no pudo oponer mucha resistencia primero, por la fortaleza de aquel tipo y su falta de capacidad de reacción en su estado. Luego se dio cuenta de quién era y se calmó al instante:
— Ésta me la vas a pagar. Fin del espectáculo. — indicó, desapareciendo por donde había venido, pero con el ebrio shinigami al ristre.
"Menudo Capitán que se deja sorprender por su espalda."
Ahora estaba bastante más seguro de que no la conocía. Según pensaba Kato, difícil era para él olvidar un rostro o una mirada, pero especialmente aquellos ojos se le antojaban arduos de olvidar. Salvo por la nívea tela que abrigaba su cuello, iba vestida toda de negro, aunque no se parecía a ningún uniforme shinigami que Kato hubiera visto jamás. Unos finos y rosados labios le sonreían mientras él se sumergía en el verde-azulado de su mirar.
— No tenía intención de ir de incógnito, tan sólo de pasar desapercibido. — contestó al fin. Miró fugazmente hacia atrás, viendo como las dos figuras desaparecían bajo el manto gris de la lluvia. — Al menos hasta que a ese tipejo le dio por armar un espectáculo, claro. — bromeó.
Con un nuevo vistazo, el shinigami observó en el muslo de la muchacha un wakizashi que bien podría ser su zanpakuto. El hecho de que lo hubiera reconocido pero no al contrario, cosa que pasaba cada vez más a menudo dado su rango en el Gotei y para mayor escarnio de Kato, también apuntaban hacia la hipótesis shinigami.
— Perdona, ¿nos... conocemos de algo? — preguntó, al fin.
____________________________
[OFF] Daigo no se ha presentado en el Censo, por lo que por ahora lo daremos por inactivo y lo saltaremos sistemáticamente. Sin embargo, si algún día vuelve y quiere continuar con el rol, por supuesto que podrá hacerlo. ^^
La escena era tan cómica que en otras circunstancias habría agarrado algo de comer y sentado en algún sitio para disfrutar del espectáculo, pero no era el caso. La noche había ido de mal en peor y que Daigo se hubiera esfumado de allí, dejándole todas las deudas a su compañero de escuadrón había sido la gota que colmó el vaso. Aunque parecía más lúcido de lo que por el trazo de sus huellas cabía esperar, aún eran evidentes en él los estragos de la noche y el exceso de sake. Pese a la posición defensiva, su silueta se tambaleaba de lado a lado, enfrentado a alguien que parecía mucho más sobrio que él.
Previniendo cualquier problema mayor, el grandullón se acercó a él con grandes zancadas, le agarró fuerte por un brazo y se lo cargó al hombro. Daigo no pudo oponer mucha resistencia primero, por la fortaleza de aquel tipo y su falta de capacidad de reacción en su estado. Luego se dio cuenta de quién era y se calmó al instante:
— Ésta me la vas a pagar. Fin del espectáculo. — indicó, desapareciendo por donde había venido, pero con el ebrio shinigami al ristre.
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Algo no encajaba en aquel cuadro esperpéntico y grisáceo. Entre la rudeza del panorama y el bochornoso suceso, una dulce figura se había situado junto al Capitán sin que éste apenas se diese cuenta. Desconocía de quién se trataba, pero no parecía mútuo por las palabras de la joven. Kato se giró y buscó los ojos que le observaban sobre el fular."Menudo Capitán que se deja sorprender por su espalda."
Ahora estaba bastante más seguro de que no la conocía. Según pensaba Kato, difícil era para él olvidar un rostro o una mirada, pero especialmente aquellos ojos se le antojaban arduos de olvidar. Salvo por la nívea tela que abrigaba su cuello, iba vestida toda de negro, aunque no se parecía a ningún uniforme shinigami que Kato hubiera visto jamás. Unos finos y rosados labios le sonreían mientras él se sumergía en el verde-azulado de su mirar.
— No tenía intención de ir de incógnito, tan sólo de pasar desapercibido. — contestó al fin. Miró fugazmente hacia atrás, viendo como las dos figuras desaparecían bajo el manto gris de la lluvia. — Al menos hasta que a ese tipejo le dio por armar un espectáculo, claro. — bromeó.
Con un nuevo vistazo, el shinigami observó en el muslo de la muchacha un wakizashi que bien podría ser su zanpakuto. El hecho de que lo hubiera reconocido pero no al contrario, cosa que pasaba cada vez más a menudo dado su rango en el Gotei y para mayor escarnio de Kato, también apuntaban hacia la hipótesis shinigami.
— Perdona, ¿nos... conocemos de algo? — preguntó, al fin.
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[OFF] Daigo no se ha presentado en el Censo, por lo que por ahora lo daremos por inactivo y lo saltaremos sistemáticamente. Sin embargo, si algún día vuelve y quiere continuar con el rol, por supuesto que podrá hacerlo. ^^
Última edición por Shihōin Katō el Miér Jul 25, 2012 9:52 pm, editado 1 vez
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Siguió con la mirada a aquel que aún no había reconocido y al grandullón que cargaba con él mientras marchaban seguramente hacia el Seireitei.
Mantuvo un par de segundos más los ojos al frente, notando la mirada examinante del Capitán y como esta se detenía un instante en su muslo.
Ahora que estaban solos, le dedicó un saludo respetuoso.
-No creo que usted me conozca a mi, pero yo si lo conozco a usted, Capitán- asintió a medias, porque aunque sabía que seguramente no la recordaría no estaba bien dudar de la memoria de un superior - Soy del 2º Escuadrón - no se presentó, pues no era correcto dar información no requerida. - Espero que no le haya incomodado mi aparición, solo quise asegurarme de que no había nadie en la zona que pudiese traerles problemas - sus labios se entornaron un ápice, esbozando una sonrisa casi imperceptible - Solo pasaba por aquí, pero si así me lo pide puedo irme y así con ello pueda retomar su marcha.
Se sacudió con cuidado el hombro izquierdo, que parecía tener algo de polvillo seguramente caído de algún tejado. Miró a Kato y esperó respuesta u orden alguna.
Mantuvo un par de segundos más los ojos al frente, notando la mirada examinante del Capitán y como esta se detenía un instante en su muslo.
Ahora que estaban solos, le dedicó un saludo respetuoso.
-No creo que usted me conozca a mi, pero yo si lo conozco a usted, Capitán- asintió a medias, porque aunque sabía que seguramente no la recordaría no estaba bien dudar de la memoria de un superior - Soy del 2º Escuadrón - no se presentó, pues no era correcto dar información no requerida. - Espero que no le haya incomodado mi aparición, solo quise asegurarme de que no había nadie en la zona que pudiese traerles problemas - sus labios se entornaron un ápice, esbozando una sonrisa casi imperceptible - Solo pasaba por aquí, pero si así me lo pide puedo irme y así con ello pueda retomar su marcha.
Se sacudió con cuidado el hombro izquierdo, que parecía tener algo de polvillo seguramente caído de algún tejado. Miró a Kato y esperó respuesta u orden alguna.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Como había sospechado, se trataba de una shinigami y Kato respiró tranquilo ahora que sabía que su disfraz no era tan malo como parecía. Además parecía ser del Segundo Escuadrón, por lo que el shinigami se sintió algo culpable por no reconocer su rostro, dados las continuas visitas que hacía a Yoruko-chan en éste.
En algún momento de aquella incipiente conversación, la lluvia había amainado y alguna que otra tímida estrella se dejaba ver entre el grisáceo firmamento del Rukongai.
— Pues no, lo siento, pero no te conozco. Encantado. — contestó, correspondiendo al educado saludo. — Y como ves no llevo ni uniforme ni haori, así que nada de Capitán ni de formalimos. Kato, sólo Kato. — añadió sonriente. — Para nada. — dijo en respuesta a la pregunta de la joven shinigami. — Te aseguro que nada en esta noche me puede hacer sentir incómodo después de la escena de este tipo. — bromeó.
Una suave brisa sustituyó a la llovizna. Kato involuntariamente tiritó, pues estaba calado hasta los huesos y la noche se planteaba fría.
— Tampoco tenía rumbo fijo, no te preocupes. — añadió después. — Puedes quedarte si lo desea. Es más, déjame invitarte a algo caliente junto a algún fuego para que pueda secarme, ¿sí? — invitó.
Mientras esperaba su respuesta, Kato recordó que no muy lejos de allí había una pequeña taberna donde preparaban una exótica bebida caliente. Lo comandaba un tipo que en su vida humana había emigrado a Japón desde Europa y había reunido los vagos recuerdos que de su vida humana tenía para montar su propio negocio allí, en tal hostil emplazamiento. Con compañía o sin ella, seguramente iría a dar con sus huesos a aquel lugar.
En algún momento de aquella incipiente conversación, la lluvia había amainado y alguna que otra tímida estrella se dejaba ver entre el grisáceo firmamento del Rukongai.
— Pues no, lo siento, pero no te conozco. Encantado. — contestó, correspondiendo al educado saludo. — Y como ves no llevo ni uniforme ni haori, así que nada de Capitán ni de formalimos. Kato, sólo Kato. — añadió sonriente. — Para nada. — dijo en respuesta a la pregunta de la joven shinigami. — Te aseguro que nada en esta noche me puede hacer sentir incómodo después de la escena de este tipo. — bromeó.
Una suave brisa sustituyó a la llovizna. Kato involuntariamente tiritó, pues estaba calado hasta los huesos y la noche se planteaba fría.
— Tampoco tenía rumbo fijo, no te preocupes. — añadió después. — Puedes quedarte si lo desea. Es más, déjame invitarte a algo caliente junto a algún fuego para que pueda secarme, ¿sí? — invitó.
Mientras esperaba su respuesta, Kato recordó que no muy lejos de allí había una pequeña taberna donde preparaban una exótica bebida caliente. Lo comandaba un tipo que en su vida humana había emigrado a Japón desde Europa y había reunido los vagos recuerdos que de su vida humana tenía para montar su propio negocio allí, en tal hostil emplazamiento. Con compañía o sin ella, seguramente iría a dar con sus huesos a aquel lugar.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Escuchaba a Kato mientras alzaba la mirada al cielo, percibiendo como el tiempo iba amainando. Se pasó las manos enguantadas por el cabello y notó como el frío intentaba hacer mella en ella. Respiró profundamente disfrutando del aroma a tierra mojada, uno de sus preferidos.
"Relájate y disfruta un poco pequeña, parece un reiatsu agradable."
Lo miró sin mirarle directamente a los ojos y asintió, esta vez esbozando una sonrisa más sincera y natural. Parecía que algo le había puesto de mejor humor repentinamente.
-De acuerdo, Cap... -corrigió la palabra- ...Kato. Me llamo Natsuki. Te sigo entonces, veamos que tal se te da elegir sitios.
Ojeó hacia los lados un momento y sus mirada volvió al shinigami, preguntándole con esta hacia que dirección se dirigirían.
"Relájate y disfruta un poco pequeña, parece un reiatsu agradable."
Lo miró sin mirarle directamente a los ojos y asintió, esta vez esbozando una sonrisa más sincera y natural. Parecía que algo le había puesto de mejor humor repentinamente.
-De acuerdo, Cap... -corrigió la palabra- ...Kato. Me llamo Natsuki. Te sigo entonces, veamos que tal se te da elegir sitios.
Ojeó hacia los lados un momento y sus mirada volvió al shinigami, preguntándole con esta hacia que dirección se dirigirían.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
No sólo su invitación fue aceptada de buen grado, sino que la shinigami se animó incluso a bromear. Rio suave y sinceramente mientras intentaba hacer memoria, pero nadie conocido le venía a la mente llamado así.
— Bonito nombre. — correspondió, a modo de cumplido. — Y bueno, — volvió a reír. — respecto al sitio… Nada por aquí es que sea realmente estiloso, pero es cálido, al menos, y preparan una extraña pócima que nos hará entrar en calor al instante.
Ya habían comenzado la marcha para entonces y no tardaron en llegar. Habían serpenteado poco entre estrechas callejuelas y, al final de una de éstas, un edificio austero se erigía en la oscuridad. Pasaron bajo un cartel desgastado donde tres ranas bebían alrededor de una mesita. En el interior, una pequeña barra con un par de taberneros servían sin parar. Al fondo la música sonaba entre las voces y el sonido de los parroquianos al festejar. Unas cuantas mesas se amontonaban junto a la caldera. Era un lugar pequeño y sobrio, pero extrañamente acogedor.
Kato le hizo un gesto a Natsuki para que se sentara en una de las mesas libre mientras él se acercaba a pedir. Al acercarse a la barra, uno de los dos taberneros se le quedó mirando, boquiabierto, y Kato le correspondió con una de sus amplias sonrisas.
— Hijo de puta, ¡mira quién es! — exclamó, mientras saltaba la barra y le propinaba un enérgico abrazo al shinigami. — ¿Cuánto hacía que no te pasabas, Mugen?
— Demasiado. — contestó.
— Ya te digo, a saber en qué has andado metido todo este tipo, cabrón. — bromeó.
— Mejor ni preguntes. — replicó sonriente. — Anda, sé bueno y tráenos un par de jarras de ese licor caliente que tan bien preparas.
— ¡A mandar!
Era la bebida estrella del lugar y siempre tenían un cubilete presto para servir, por lo que Kato casi no tuvo tiempo de sentarse que su amigo estaba ya junto a él. Se trataba de un tipo bastante grueso, muy pálido de tez y con una barba frondosa y rojiza, tal como sus cabellos. Las jarras desprendían un humo denso junto con una aroma que no se decidía entre el dulzor y el amargor.
— Glögg, así llaman a esto. — informó, para luego dar un largo sorbo al líquido morado. — Se trata de una especie de licor de uvas especiado y hervido. Pierde parte de su fortaleza por la cocción, pero a cambio es cura infalible contra la congelación. — comentó, en tono jocoso.
El tacto era denso y cálido. Su sabor se debatía, como su olor, entre el suave del vino dulce rebajado y la amargura de las especias añadidas. Kato no conocía nada mejor para entrar en calor al instante que aquella tórrida taberna y su más famoso brebaje.
— Bonito nombre. — correspondió, a modo de cumplido. — Y bueno, — volvió a reír. — respecto al sitio… Nada por aquí es que sea realmente estiloso, pero es cálido, al menos, y preparan una extraña pócima que nos hará entrar en calor al instante.
Ya habían comenzado la marcha para entonces y no tardaron en llegar. Habían serpenteado poco entre estrechas callejuelas y, al final de una de éstas, un edificio austero se erigía en la oscuridad. Pasaron bajo un cartel desgastado donde tres ranas bebían alrededor de una mesita. En el interior, una pequeña barra con un par de taberneros servían sin parar. Al fondo la música sonaba entre las voces y el sonido de los parroquianos al festejar. Unas cuantas mesas se amontonaban junto a la caldera. Era un lugar pequeño y sobrio, pero extrañamente acogedor.
Kato le hizo un gesto a Natsuki para que se sentara en una de las mesas libre mientras él se acercaba a pedir. Al acercarse a la barra, uno de los dos taberneros se le quedó mirando, boquiabierto, y Kato le correspondió con una de sus amplias sonrisas.
— Hijo de puta, ¡mira quién es! — exclamó, mientras saltaba la barra y le propinaba un enérgico abrazo al shinigami. — ¿Cuánto hacía que no te pasabas, Mugen?
— Demasiado. — contestó.
— Ya te digo, a saber en qué has andado metido todo este tipo, cabrón. — bromeó.
— Mejor ni preguntes. — replicó sonriente. — Anda, sé bueno y tráenos un par de jarras de ese licor caliente que tan bien preparas.
— ¡A mandar!
Era la bebida estrella del lugar y siempre tenían un cubilete presto para servir, por lo que Kato casi no tuvo tiempo de sentarse que su amigo estaba ya junto a él. Se trataba de un tipo bastante grueso, muy pálido de tez y con una barba frondosa y rojiza, tal como sus cabellos. Las jarras desprendían un humo denso junto con una aroma que no se decidía entre el dulzor y el amargor.
— Glögg, así llaman a esto. — informó, para luego dar un largo sorbo al líquido morado. — Se trata de una especie de licor de uvas especiado y hervido. Pierde parte de su fortaleza por la cocción, pero a cambio es cura infalible contra la congelación. — comentó, en tono jocoso.
El tacto era denso y cálido. Su sabor se debatía, como su olor, entre el suave del vino dulce rebajado y la amargura de las especias añadidas. Kato no conocía nada mejor para entrar en calor al instante que aquella tórrida taberna y su más famoso brebaje.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
- Pues tenías razón sí, un agradable reiatsu -pensaba mientras hacía memoria de los pocos locales que conocía en este distrito, aunque no creía que le llevase a ninguno de los que ella hubiese ido.
"Como siempre querida, como siempre" aunque no la veía, podía sentir en su mente la risa altiva de Hitomihyaku.
- Gracias -asintió respondiendo al halago- con que el sitio nos valga para estar tranquilos me es suficiente. - añadió una vez ya estaban en marcha recorriendo las callejuelas. Al entrar al lugar, recorrió la estancia con la mirada midiendo los posibles peligros y el tipo de gente que allí se encontraba, cuando Kato se acercó a la barra se percató de la cercanía con la que lo recibió el tabernero, se fue a sentar a la mesa más próxima mientras tenían la breve conversación de camaradería.
"¿Quieres relajarte un poco de una vez? Vas a quedar como una rarita antipática, deja de mirar hacia todos lados. Yo controlaré hoy por ti, trata de divertirte."
Natsuki refunfuñó algo por lo bajo y cuando quiso darse cuenta ya estaban en la mesa ese raro brebaje y Kato bebiendo de él.
- Glögg -dijo intentando pensar el por qué de ese nombre- me da que tiene algo que ver con el sonido al tragar la primera vez que lo tomas -dijo con un tono indiferente- Veamos...
Rodeó con sus finos dedos el vaso y lo alzó hasta cerca de su nariz, intentando descifrar todas las cosas que llevaba ese liquido, más allá de las que se podían diferenciar a "primer vistazo"- Hm, hinojo y canela en rama, y... -intentaba concentrarse pero algo la interrumpió.
"Ra-ri-ta"
Sus mejillas se sonrojaron de vergüenza al escucharla de nuevo, como un acto inconsciente se peinó durante unos segundos el pelo hacia delante, como si quisiese desaparecer. Levantó la mirada intentando aparentar normalidad y bebió de su vaso un buen trago. Sintió como el liquido raspaba su lengua al pasar debido a las especias mal coladas, al llegar al estómago le propinó una patada que se calmó en un par de segundos y aunque no fue instantáneo, podía notar como el brebaje ya había comenzado a hacer su efecto.
- Vaya, si que es efectivo sí, y su sabor es soportable. Pensé que sabría más mal -una de las comisuras de su labio perfiló una sonrisa algo insegura. Se acomodó su fular y dio un corto trago más antes de buscar el posible comienzo de una conversación de alguien no-rarito.
- ¿Y te dirigías hacia aquí desde un principio o ibas sin rumbo fijo?
"Como siempre querida, como siempre" aunque no la veía, podía sentir en su mente la risa altiva de Hitomihyaku.
- Gracias -asintió respondiendo al halago- con que el sitio nos valga para estar tranquilos me es suficiente. - añadió una vez ya estaban en marcha recorriendo las callejuelas. Al entrar al lugar, recorrió la estancia con la mirada midiendo los posibles peligros y el tipo de gente que allí se encontraba, cuando Kato se acercó a la barra se percató de la cercanía con la que lo recibió el tabernero, se fue a sentar a la mesa más próxima mientras tenían la breve conversación de camaradería.
"¿Quieres relajarte un poco de una vez? Vas a quedar como una rarita antipática, deja de mirar hacia todos lados. Yo controlaré hoy por ti, trata de divertirte."
Natsuki refunfuñó algo por lo bajo y cuando quiso darse cuenta ya estaban en la mesa ese raro brebaje y Kato bebiendo de él.
- Glögg -dijo intentando pensar el por qué de ese nombre- me da que tiene algo que ver con el sonido al tragar la primera vez que lo tomas -dijo con un tono indiferente- Veamos...
Rodeó con sus finos dedos el vaso y lo alzó hasta cerca de su nariz, intentando descifrar todas las cosas que llevaba ese liquido, más allá de las que se podían diferenciar a "primer vistazo"- Hm, hinojo y canela en rama, y... -intentaba concentrarse pero algo la interrumpió.
"Ra-ri-ta"
Sus mejillas se sonrojaron de vergüenza al escucharla de nuevo, como un acto inconsciente se peinó durante unos segundos el pelo hacia delante, como si quisiese desaparecer. Levantó la mirada intentando aparentar normalidad y bebió de su vaso un buen trago. Sintió como el liquido raspaba su lengua al pasar debido a las especias mal coladas, al llegar al estómago le propinó una patada que se calmó en un par de segundos y aunque no fue instantáneo, podía notar como el brebaje ya había comenzado a hacer su efecto.
- Vaya, si que es efectivo sí, y su sabor es soportable. Pensé que sabría más mal -una de las comisuras de su labio perfiló una sonrisa algo insegura. Se acomodó su fular y dio un corto trago más antes de buscar el posible comienzo de una conversación de alguien no-rarito.
- ¿Y te dirigías hacia aquí desde un principio o ibas sin rumbo fijo?
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
— Qué curioso.
Tora resonaba en el cráneo del Shihoin, pero éste tenía sus sentidos sumidos en la pócima. Dio un trago tal que se llegó a quemar un poco la lengua, pero ello no evitó que los sabores de las especias y el dulzor del vino se mezclaran armónicamente en ella. Sintió como el candor actuaba sobre su boca, como un hechizo, y como se extendía poco a poco, descendiendo por su garganta, expandiéndose como fuego en el bosque.
Mientras, ella se detenía unos segundos en oler los aromas de la bebida caliente, pero se detuvo bruscamente sonrojada sin razón aparente. Tras levantar la vista hacia Kato, Natsuki se decidió al fin a probar el mejunje. “Sabor soportable”, repitió en su mente el capitán. Parecía que no le había gustado, pero él sonrió ante tal reacción.
— Vaya, siento que no te haya gustado. — replicó, sonriente, parando sólo para propinar un nuevo trago a su jarra. — Si conoces algún sitio mejor por aquí cerca…
Aquella frase le recordó algo. Si no llevaba uniforme, Natsuki no estaba de servicio. “¿Qué hará por una zona tan peligrosa?” A veces a Kato le costaba recordar que en el Gotei había shinigamis de muy diversas procedencias, incluso de los distritos más hostiles del Rukongai. Más le costaba figurarse a alguien de tan aparente delicadeza vagando sola por aquellos lares, o peor aún: viviendo por allí. “Subordinada de Yoruko-chan”, recordó, “no debe estar tan indefensa como parece”, asumió. Y lo cierto es que seguramente esa inocencia aparente fuera de sus mejores bazas en combate. Si algo le había enseñado el Kido es que un enemigo que te infravalora es un enemigo vencido.
— Es mi día libre y tenía ganas de disfrutar un poco de la tranquilidad de estos lugares. — bromeó, a medias. — Pero no, no tenía rumbo fijo ni había quedado con nadie, así que se agradece la compañía. — Fue totalmente sincero y, para demostrarlo, Kato había acompañado sus palabras con la más grata de sus sonrisas.
Observándola un rato se le hizo extraña. Le costaba imaginar a alguien de las Fuerzas Especiales del Gotei en ambientes tan relajados como aquel salvo, claro está, por Yoruko. En realidad, de manera inconsciente, Kato imaginaba a todo shinigami del Segundo Escuadrón como a su padre o su hermano. El mero hecho de pensarlo le resultaba aburrido. “Es tu lugar, por derecho y por deber”. Las palabras de su padre resonaban en su cabeza, tan infructuosas como antaño. El peliblanco dio otro trago para salir de su ensimismamiento.
— ¿Qué tal va todo por el Segundo Escuadrón? — preguntó, intentando aflorar algún tema de conversación. — Hace mucho tiempo que no me paso a visitar a Yoruko-chan. — añadió.
La joven frente a sí seguramente no conocería la relación que los envolvía. Prácticamente nadie fuera de las altas esferas nobles sabían de aquello, más cuando su padre se esforzaba en acallarlos a todos tras los continuos rechazos del ya crecido heredero de la estirpe Shihoin. Kato seguía sin dar importancia a esos hechos, al menos la misma poca importancia que le cedía a cualquier tema proveniente de su condición noble, pero eso no restaba realismo al asunto. Lo acordado por sus familias tantos años atrás seguía vigente en el presente.
_______________________
[OFF] He editado una frase del primer post de aquí contigo, donde ponía que para Kato era difícil olvidar un rostro. Lo he cambiado dando a entender que eso es lo que piensa de sí mismo, pero que en realidad olvida como cualquier otro. Es que en el flashback vuelvo a coincidir con Hotaru y también contigo, y queda mal decir que recuerda todos los rostros menos los vuestros, qué casualidad. xD
Tora resonaba en el cráneo del Shihoin, pero éste tenía sus sentidos sumidos en la pócima. Dio un trago tal que se llegó a quemar un poco la lengua, pero ello no evitó que los sabores de las especias y el dulzor del vino se mezclaran armónicamente en ella. Sintió como el candor actuaba sobre su boca, como un hechizo, y como se extendía poco a poco, descendiendo por su garganta, expandiéndose como fuego en el bosque.
Mientras, ella se detenía unos segundos en oler los aromas de la bebida caliente, pero se detuvo bruscamente sonrojada sin razón aparente. Tras levantar la vista hacia Kato, Natsuki se decidió al fin a probar el mejunje. “Sabor soportable”, repitió en su mente el capitán. Parecía que no le había gustado, pero él sonrió ante tal reacción.
— Vaya, siento que no te haya gustado. — replicó, sonriente, parando sólo para propinar un nuevo trago a su jarra. — Si conoces algún sitio mejor por aquí cerca…
Aquella frase le recordó algo. Si no llevaba uniforme, Natsuki no estaba de servicio. “¿Qué hará por una zona tan peligrosa?” A veces a Kato le costaba recordar que en el Gotei había shinigamis de muy diversas procedencias, incluso de los distritos más hostiles del Rukongai. Más le costaba figurarse a alguien de tan aparente delicadeza vagando sola por aquellos lares, o peor aún: viviendo por allí. “Subordinada de Yoruko-chan”, recordó, “no debe estar tan indefensa como parece”, asumió. Y lo cierto es que seguramente esa inocencia aparente fuera de sus mejores bazas en combate. Si algo le había enseñado el Kido es que un enemigo que te infravalora es un enemigo vencido.
— Es mi día libre y tenía ganas de disfrutar un poco de la tranquilidad de estos lugares. — bromeó, a medias. — Pero no, no tenía rumbo fijo ni había quedado con nadie, así que se agradece la compañía. — Fue totalmente sincero y, para demostrarlo, Kato había acompañado sus palabras con la más grata de sus sonrisas.
Observándola un rato se le hizo extraña. Le costaba imaginar a alguien de las Fuerzas Especiales del Gotei en ambientes tan relajados como aquel salvo, claro está, por Yoruko. En realidad, de manera inconsciente, Kato imaginaba a todo shinigami del Segundo Escuadrón como a su padre o su hermano. El mero hecho de pensarlo le resultaba aburrido. “Es tu lugar, por derecho y por deber”. Las palabras de su padre resonaban en su cabeza, tan infructuosas como antaño. El peliblanco dio otro trago para salir de su ensimismamiento.
— ¿Qué tal va todo por el Segundo Escuadrón? — preguntó, intentando aflorar algún tema de conversación. — Hace mucho tiempo que no me paso a visitar a Yoruko-chan. — añadió.
La joven frente a sí seguramente no conocería la relación que los envolvía. Prácticamente nadie fuera de las altas esferas nobles sabían de aquello, más cuando su padre se esforzaba en acallarlos a todos tras los continuos rechazos del ya crecido heredero de la estirpe Shihoin. Kato seguía sin dar importancia a esos hechos, al menos la misma poca importancia que le cedía a cualquier tema proveniente de su condición noble, pero eso no restaba realismo al asunto. Lo acordado por sus familias tantos años atrás seguía vigente en el presente.
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[OFF] He editado una frase del primer post de aquí contigo, donde ponía que para Kato era difícil olvidar un rostro. Lo he cambiado dando a entender que eso es lo que piensa de sí mismo, pero que en realidad olvida como cualquier otro. Es que en el flashback vuelvo a coincidir con Hotaru y también contigo, y queda mal decir que recuerda todos los rostros menos los vuestros, qué casualidad. xD
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Suspiró profundamente y disfrutó de la sensación cálida de la bebida, junto con la del alcohol que ya iba haciéndose notar.
Hizo un ademán quitándole importancia.
- Que va, está bueno. Pero esperaba que supiese mal, me he expresado erróneamente. -sus labios se curvaron en una tenue sonrisa- Conozco algunos sitios, pero no se yo si serían de tu agrado, además... Este tiene su qué. - echó una mirada alrededor, observando la escasa decoración y el extraño ambiente acogedor de ese local. Volvió su mirada a Kato, asintiendo a modo de agradecimiento.
"¿Yoruko-chan? Habrá que irse con cuidado entonces, no vaya a ser que..."
Se acercó con semblante serio y le clavó la mirada, como si intentase mirar dentro de sí a través de los ojos- No estarás intentando emborracharme para sacarme información secreta...¿Verdad? -definitivamente el alcohol había empezado a afectarle, hacía mucho que no bebía. Tras un par de segundos no pudo aguantar más la sonrisa y aunque seguía siendo tímida, esta vez dejó entrever una bonita hilera de perlas blancas- Es una broma, es una broma... -tomó otro trago- Va todo bien, lo normal. Trabajos, investigaciones, entrenamientos y demás. Todo bastante monótono. -se encogió de hombros- ¿Mucho trabajo por tu escuadrón? Debe ser complicado tener tu cargo.
-chasqueó la lengua, haciendo ver que se había equivocado en algo- Lo siento, no creo que sea normal hablar de trabajo en el día libre, perdona. -volvió a sonreír- Pero vamos, cuéntame algo de ti que no sepa -dijo en tono de broma, como dando a entender que era poseedora de información confidencial de todo el mundo por estar en el escuadrón que estaba.
Dio un trago más y se sintió más relajada, su cabeza parecía descansar al callar tantas "Vocecillas" pendientes de todo. Se inclinó hacia atrás dejando descansar la espalda en el respaldo.
" Buena chica... Buena chica... "
Hizo un ademán quitándole importancia.
- Que va, está bueno. Pero esperaba que supiese mal, me he expresado erróneamente. -sus labios se curvaron en una tenue sonrisa- Conozco algunos sitios, pero no se yo si serían de tu agrado, además... Este tiene su qué. - echó una mirada alrededor, observando la escasa decoración y el extraño ambiente acogedor de ese local. Volvió su mirada a Kato, asintiendo a modo de agradecimiento.
"¿Yoruko-chan? Habrá que irse con cuidado entonces, no vaya a ser que..."
Se acercó con semblante serio y le clavó la mirada, como si intentase mirar dentro de sí a través de los ojos- No estarás intentando emborracharme para sacarme información secreta...¿Verdad? -definitivamente el alcohol había empezado a afectarle, hacía mucho que no bebía. Tras un par de segundos no pudo aguantar más la sonrisa y aunque seguía siendo tímida, esta vez dejó entrever una bonita hilera de perlas blancas- Es una broma, es una broma... -tomó otro trago- Va todo bien, lo normal. Trabajos, investigaciones, entrenamientos y demás. Todo bastante monótono. -se encogió de hombros- ¿Mucho trabajo por tu escuadrón? Debe ser complicado tener tu cargo.
-chasqueó la lengua, haciendo ver que se había equivocado en algo- Lo siento, no creo que sea normal hablar de trabajo en el día libre, perdona. -volvió a sonreír- Pero vamos, cuéntame algo de ti que no sepa -dijo en tono de broma, como dando a entender que era poseedora de información confidencial de todo el mundo por estar en el escuadrón que estaba.
Dio un trago más y se sintió más relajada, su cabeza parecía descansar al callar tantas "Vocecillas" pendientes de todo. Se inclinó hacia atrás dejando descansar la espalda en el respaldo.
" Buena chica... Buena chica... "
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Había malinterpretado sus palabras, al parecer. La bebida parecía gustar a la joven shinigami, quien la bebía a cada trago con más avidez. Tenía sus labios sobre el borde de la jarra cuando Natsuki le sorprendió con aquella respuesta. Si estado realmente bebiendo, no sabría decir qué habría pasado con el líquido, pues la broma le cogió desprevenido, al menos por un corto, aunque eterno, segundo.
— Si quiera sonsacar información emborracharía directamente a Yoruko. — bromeó, riendo. — Suele pasar. — secundó. — A los escuadrones con ocupaciones mayoritariamente beligerantes, los tiempos de paz le sientan fatal. — añadió.
Al capitán le quedaba poco de su brebaje. Las especias se habían sedimentado formando un poso en el poco líquido que restaba. Su sabor era más fuerte aún y más intenso su aroma, por lo que Kato se deleitó un rato agitando su jarra bajo su nariz, retrasando el último trago.
— Mi trabajo es vocacional. — comenzó Kato. “Por desgracia de algunos”, pensó. No sabía por qué, pero aquella noche su padre estaba visitando su mente más de lo acostumbrado. Y más de lo debido. — Pero el trabajo de capitán en su mayoría es monótono, así que trato de escapar en cuanto pueda. — bromeó. O quizá no tanto. — No te preocupes, mientras se trate de hablar de él y no de realmente trabajar, no tengo ningún problema. — Acercó la boca a su jarra, pero la apartó de nuevo. — Al fin y al cabo vivimos por y para nuestra profesión, ¿no es así? El servicio continuo es la vida de un shinigami, nada más. — añadió, como si se tratara de un dogma memorizado años atrás, como si realmente creyera en esas palabras en su totalidad. Su tono sin duda daría fe de su incredulidad.
“Algo que no sepa”, repitió en su mente. “La capitanía de la Segunda División por derecho de familia”, enumeró, “aburrido”. “Y presuntuoso”, apuntó, jocoso, su zanpakuto. Kato notó también como Natsuki había eludido a Yoruko en la conversación, por lo que también optó por dejar ese tema de lado. Giró su cabeza unos segundos, pensativos, perdiendo la mirada entre las aguerridos plus que bebían sin parar. Al momento supo de qué hablar.
— Pasé mi infancia en el Rukongai. — comenzó. — De hecho tengo más buenos amigos aquí y en otros distritos peores que éste, que en el Seireitei y la nobleza. — concluyó, esperando ser un dato lo suficientemente novedoso. — Algo me dice que te criaste en el Rukongai, ¿es mucho preguntar en qué distrito? — interrogó, pero con tono tan calmado y respetuoso como el privado tema requería.
Miró de nuevo los restos de su jarra y de un rápido movimiento apuró su jarra. Las especias concentradas y el calor remanente que parecía no dejar nunca la bebida arañaron su garganta. Kato respondió a la sensación con una súbita agitación de cabeza, que se transformó rápidamente en una amplia sonrisa de placer.
— “Como nuevo”.
— Si quiera sonsacar información emborracharía directamente a Yoruko. — bromeó, riendo. — Suele pasar. — secundó. — A los escuadrones con ocupaciones mayoritariamente beligerantes, los tiempos de paz le sientan fatal. — añadió.
Al capitán le quedaba poco de su brebaje. Las especias se habían sedimentado formando un poso en el poco líquido que restaba. Su sabor era más fuerte aún y más intenso su aroma, por lo que Kato se deleitó un rato agitando su jarra bajo su nariz, retrasando el último trago.
— Mi trabajo es vocacional. — comenzó Kato. “Por desgracia de algunos”, pensó. No sabía por qué, pero aquella noche su padre estaba visitando su mente más de lo acostumbrado. Y más de lo debido. — Pero el trabajo de capitán en su mayoría es monótono, así que trato de escapar en cuanto pueda. — bromeó. O quizá no tanto. — No te preocupes, mientras se trate de hablar de él y no de realmente trabajar, no tengo ningún problema. — Acercó la boca a su jarra, pero la apartó de nuevo. — Al fin y al cabo vivimos por y para nuestra profesión, ¿no es así? El servicio continuo es la vida de un shinigami, nada más. — añadió, como si se tratara de un dogma memorizado años atrás, como si realmente creyera en esas palabras en su totalidad. Su tono sin duda daría fe de su incredulidad.
“Algo que no sepa”, repitió en su mente. “La capitanía de la Segunda División por derecho de familia”, enumeró, “aburrido”. “Y presuntuoso”, apuntó, jocoso, su zanpakuto. Kato notó también como Natsuki había eludido a Yoruko en la conversación, por lo que también optó por dejar ese tema de lado. Giró su cabeza unos segundos, pensativos, perdiendo la mirada entre las aguerridos plus que bebían sin parar. Al momento supo de qué hablar.
— Pasé mi infancia en el Rukongai. — comenzó. — De hecho tengo más buenos amigos aquí y en otros distritos peores que éste, que en el Seireitei y la nobleza. — concluyó, esperando ser un dato lo suficientemente novedoso. — Algo me dice que te criaste en el Rukongai, ¿es mucho preguntar en qué distrito? — interrogó, pero con tono tan calmado y respetuoso como el privado tema requería.
Miró de nuevo los restos de su jarra y de un rápido movimiento apuró su jarra. Las especias concentradas y el calor remanente que parecía no dejar nunca la bebida arañaron su garganta. Kato respondió a la sensación con una súbita agitación de cabeza, que se transformó rápidamente en una amplia sonrisa de placer.
— “Como nuevo”.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Se imaginó la situación, su Capitana tan estirada y refinada con esos aires de nobleza y parsimonia propios de su condición social, borracha junto con Kato...
Soltó una sonora carcajada- Sería gracioso ver esa escena, solo imaginarlo ya... -su risa se calmó finalizando en un corto suspiro- Pero supongo que hemos de estar agradecidos por esta tranquilidad. -apuró lo poco que le quedaba de bebida, pero ya no había apenas- Supongo que lo de vocacional se nos puede aplicar a todos, al fin y al cabo no hay muchas alternativas -alternaba la mirada entre Kato y la barra "¿Pido más o debería preguntar?... Bah, pregunto mejor". Evitó volver a sacar el tema del trabajo.
Mientas esperaba a que el peliblanco terminase de hablar, se retiró el flequillo hacia atrás, dejándolo escondido detrás de su oreja.Por primera vez dejó su rostro descubierto al completo, dejándose apreciar la delicadeza del conjunto de sus rasgos. Su pelo mostraba alguna que otra zona de encrespamiento debido a la humedad, pero aún así seguía conservando su estilo natural. Alzó el vaso mirando con curiosidad durante un par de segundos las especias restantes en el fondo del vaso, lo dejó en la mesa mientras observaba la mirada perdida del Capitán y el recorrido de esta. Como un acto inconsciente, bajó su mano hasta el muslo izquierdo comprobando que su zanpakutou siguiese en el mismo sitio de siempre.
- Así que de la nobleza... -esbozó una pícara sonrisa- Debe ser una extraña historia, imagino -asintió y respondió a su pregunta, bajando a un tono de voz más privado- Soy del Shadoru, distrito 64 Oeste. Sitio de de misticismo y sangre -dijo intentando darle un toque bromista.
Señaló ambos vasos- Invito a esta ronda. ¿Pero aquí o en otro sitio? Conozco un sitio en el que hacen un Sochu tremendo, pero no me importa quedarme aquí si te apetece.
Se separó un poco del respaldo, medio irguiéndose mientras esperaba a que se decidiese una cosa u otra para pedir aquí o no.
Soltó una sonora carcajada- Sería gracioso ver esa escena, solo imaginarlo ya... -su risa se calmó finalizando en un corto suspiro- Pero supongo que hemos de estar agradecidos por esta tranquilidad. -apuró lo poco que le quedaba de bebida, pero ya no había apenas- Supongo que lo de vocacional se nos puede aplicar a todos, al fin y al cabo no hay muchas alternativas -alternaba la mirada entre Kato y la barra "¿Pido más o debería preguntar?... Bah, pregunto mejor". Evitó volver a sacar el tema del trabajo.
Mientas esperaba a que el peliblanco terminase de hablar, se retiró el flequillo hacia atrás, dejándolo escondido detrás de su oreja.Por primera vez dejó su rostro descubierto al completo, dejándose apreciar la delicadeza del conjunto de sus rasgos. Su pelo mostraba alguna que otra zona de encrespamiento debido a la humedad, pero aún así seguía conservando su estilo natural. Alzó el vaso mirando con curiosidad durante un par de segundos las especias restantes en el fondo del vaso, lo dejó en la mesa mientras observaba la mirada perdida del Capitán y el recorrido de esta. Como un acto inconsciente, bajó su mano hasta el muslo izquierdo comprobando que su zanpakutou siguiese en el mismo sitio de siempre.
- Así que de la nobleza... -esbozó una pícara sonrisa- Debe ser una extraña historia, imagino -asintió y respondió a su pregunta, bajando a un tono de voz más privado- Soy del Shadoru, distrito 64 Oeste. Sitio de de misticismo y sangre -dijo intentando darle un toque bromista.
Señaló ambos vasos- Invito a esta ronda. ¿Pero aquí o en otro sitio? Conozco un sitio en el que hacen un Sochu tremendo, pero no me importa quedarme aquí si te apetece.
Se separó un poco del respaldo, medio irguiéndose mientras esperaba a que se decidiese una cosa u otra para pedir aquí o no.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Como él, Natsuki pronto terminó su jarra. Mientras, la conversación continuaba y era ella quien contestaba esta vez a las preguntas del tiznado shinigami. Pese al tono jocoso de aquella frase, ‘misticismo y sangre’ eran muy buenos calificativos para el mencionado distrito. Kato no pudo hacer más que contener un ademán de asombro.
— No tan interesante y sí que muy aburrida. — contestó a su anterior pregunta. — Y ese es un sitio peligroso para criarse. — añadió.
No sabía muy bien si alargar aquel tema de conversación, ya que la infancia podría resultar una peliaguda materia de conversación. Sin embargo no tuvo que decidir, pues fue ella misma quien cambió de tema aprovechando que ambos se habían quedado sin bebida.
— Mejor otro sitio. — respondió. — Ahora te toca a ti sorprenderme, para bien o para mal.
Tras un tímido guiño, Kato se levantó y se acercó a la barra para despedirse mientras que Natsuki se preparaba para partir.
— Siento no quedarme más. — dijo, a modo de despedida, al tabernero. — Prometo visitarte pronto. — añadió, guiñándole un ojo en ademán bromista.
— Vaya hombre, otra vez será. — replicó el barrigudo. — Oye, Mugen, en cuanto a la deuda…
— Ya te dije que no tienes por qué preocuparte. — lo cortó. — Descuéntame estas dos jarras de ella.
— Eso está hecho.
La deuda no ascendería a más de lo que su padre gasta en una mañana. Si aquel tabernero, de tan buen corazón, supiera quién es en realidad con quien tanto frecuenta, ni se molestaría en devolverle una sola moneda.
— Cuando quieras podemos irnos. — dijo al llegar junto a Natsuki de nuevo.
— No tan interesante y sí que muy aburrida. — contestó a su anterior pregunta. — Y ese es un sitio peligroso para criarse. — añadió.
No sabía muy bien si alargar aquel tema de conversación, ya que la infancia podría resultar una peliaguda materia de conversación. Sin embargo no tuvo que decidir, pues fue ella misma quien cambió de tema aprovechando que ambos se habían quedado sin bebida.
— Mejor otro sitio. — respondió. — Ahora te toca a ti sorprenderme, para bien o para mal.
Tras un tímido guiño, Kato se levantó y se acercó a la barra para despedirse mientras que Natsuki se preparaba para partir.
— Siento no quedarme más. — dijo, a modo de despedida, al tabernero. — Prometo visitarte pronto. — añadió, guiñándole un ojo en ademán bromista.
— Vaya hombre, otra vez será. — replicó el barrigudo. — Oye, Mugen, en cuanto a la deuda…
— Ya te dije que no tienes por qué preocuparte. — lo cortó. — Descuéntame estas dos jarras de ella.
— Eso está hecho.
La deuda no ascendería a más de lo que su padre gasta en una mañana. Si aquel tabernero, de tan buen corazón, supiera quién es en realidad con quien tanto frecuenta, ni se molestaría en devolverle una sola moneda.
— Cuando quieras podemos irnos. — dijo al llegar junto a Natsuki de nuevo.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
[OFF: Perdón por el tiempo que he estado fuera y ya sabes, a darle una lección a Kimura y explicarle lo que en verdad pasó en la guerra ^^]
Tras ser agarrado por su compañero, Kimura quedó inconsciente. Cuando fue consciente de si mismo se encontraba en un oscuro callejón, a cuatro patas sobre el suelo vaciando de una vez por todas todo su contenido estomacal. -¿Estás bien Kimura?- preguntó el que lo había sacado de la pelea -Claro, en el puto cielo. ¡No te jode!- exclamó el ex-oficial cabreado -¡Eh! Que no he sido yo el que se ha metido en una pelea con un compañero- respondió el otro -No, no has sido tu. No era un compañero y tendrías que haberme dejado- sentenció el pelirrojo, apoyándose en la pared para enderezarse. Sacudió un poco la cabeza para terminar de despejarse, le dolía la cabeza, pero la borrachera ya se le había pasado. Miró al cielo, habrían pasado un par de horas desde que dejó al capitán del quinto escuadrón por fuerzas ajenas, si se daba prisa y se centraba en aquél reiatsu tan conocido podría encontrarlo con relativa facilidad. Su colega le puso una mano en el hombro para pararlo -Claro, claro...¿Donde crees que vas?- cuestionó este -¿A dónde piensas que voy? A acabar lo que empecé con el maldito capitán que mató a Iruna.- dijo Daigo, deshaciéndose de la garra que intentaba frenarlo y los ojos inyectados en sangre. El otro shinigami al recibir aquella noticia se quedó en blanco y sin saber como reaccionar. Daigo cerró los ojos apenado por soltarle así los hechos, pero siguió adelante, acabaría con todo de una vez por todas.
Siguió el rastro del reitsu y terminó otra vez en la misma plaza de antes. Junto a ese reiatsu que le provocaba nauseas había otro que no conocía. Entrecerró los ojos y desenvainó la katana, dado que, como había dicho Kuma antes no estaba por la labor de ayudar a su amo en aquella necedad y el senbon no le serviría de nada. El rastro terminó en una pequeña taberna cercana a la casa de citas de la que había salido. Por fin podría restaurar su honor perdido y dejar que su capitana y su oficial descansaran en paz. Se paró a unos cuantos pasos de la puerta de aquél tugurio y gritó con rabia -¡Sal afuera si eres hombre, Shihoin, y terminemos lo que empezamos antes! ¡Los cobardes deben pagar el precio de su traición!- sus palabras dejaban ver totalmente el odio que sentía.
Tras ser agarrado por su compañero, Kimura quedó inconsciente. Cuando fue consciente de si mismo se encontraba en un oscuro callejón, a cuatro patas sobre el suelo vaciando de una vez por todas todo su contenido estomacal. -¿Estás bien Kimura?- preguntó el que lo había sacado de la pelea -Claro, en el puto cielo. ¡No te jode!- exclamó el ex-oficial cabreado -¡Eh! Que no he sido yo el que se ha metido en una pelea con un compañero- respondió el otro -No, no has sido tu. No era un compañero y tendrías que haberme dejado- sentenció el pelirrojo, apoyándose en la pared para enderezarse. Sacudió un poco la cabeza para terminar de despejarse, le dolía la cabeza, pero la borrachera ya se le había pasado. Miró al cielo, habrían pasado un par de horas desde que dejó al capitán del quinto escuadrón por fuerzas ajenas, si se daba prisa y se centraba en aquél reiatsu tan conocido podría encontrarlo con relativa facilidad. Su colega le puso una mano en el hombro para pararlo -Claro, claro...¿Donde crees que vas?- cuestionó este -¿A dónde piensas que voy? A acabar lo que empecé con el maldito capitán que mató a Iruna.- dijo Daigo, deshaciéndose de la garra que intentaba frenarlo y los ojos inyectados en sangre. El otro shinigami al recibir aquella noticia se quedó en blanco y sin saber como reaccionar. Daigo cerró los ojos apenado por soltarle así los hechos, pero siguió adelante, acabaría con todo de una vez por todas.
Siguió el rastro del reitsu y terminó otra vez en la misma plaza de antes. Junto a ese reiatsu que le provocaba nauseas había otro que no conocía. Entrecerró los ojos y desenvainó la katana, dado que, como había dicho Kuma antes no estaba por la labor de ayudar a su amo en aquella necedad y el senbon no le serviría de nada. El rastro terminó en una pequeña taberna cercana a la casa de citas de la que había salido. Por fin podría restaurar su honor perdido y dejar que su capitana y su oficial descansaran en paz. Se paró a unos cuantos pasos de la puerta de aquél tugurio y gritó con rabia -¡Sal afuera si eres hombre, Shihoin, y terminemos lo que empezamos antes! ¡Los cobardes deben pagar el precio de su traición!- sus palabras dejaban ver totalmente el odio que sentía.
Kimura Daigo- Raso Makoto
- Post : 158
Edad : 58
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Parecía un tipo agradable, pero a pesar de las palabras de Hitomihyaku su instinto natural le hacía mantener un estado de alerta pasivo. Le causó curiosidad la conversación, aunque podía hacerse una idea de qué tipo de favor podía deber alguien del Rukongai a un shinigami.
Se ajustó la ropa y encogió los hombros en cuanto el frío volvió a hacerse presente al salir de aquel lugar. Miró hacia ambos lados, decidiendo en el momento hacia donde iba a llevarlo, ya que tenía que sorprenderlo...Lo haría bien.
-Tenemos que volver sobre nuestros pasos e ir hacia el otro lado del rukongai, sígueme. -se movió con rapidez evitando charcos y caminando en un lateral de las calles, porque aunque ya no llovía, amenazaba con hacerlo nuevamente.
A medida que iban avanzando, se fijaba en el aspecto de aquel distrito. Quizás era por la lluvia o por la zona en la que estaban... Pero todo parecía demasiado gris, como si un velo lo recubriese todo.
Caía alguna gotita de vez en cuando y desde algún sitio le llegó el aroma de una sabrosa comida.
Cuando estaban próximos a la zona donde se habían cruzado... Natsuki se detuvo en una de las zonas oscuras, dejando que esta le diera la protección en la que se sentía tan cómoda.
-Es él, se escuchan los gritos desde aquí. -estaban a poco menos de una calle- Creo que deberías intentar hablar con él para intentar solucionarlo, pronuncia las palabras con mucha más precisión así que seguramente se le haya ido la borrachera. -Miró a Kato esperando a ver cual era su reacción, el otro shinigami parecía tener un asunto serio con él, sino era que lo confundía con otro. Pero también tenía en cuenta, que esas pequeñas acciones eran en las que para ella, definían las personas.- Iré a mirar si hay alguien por la zona, vuelvo en un par de minutos. -simplemente desapareció, moviéndose de aquí para allá, no quería que nadie se cruzase por allí y que ya a estas alturas... La inmiscuyesen en los problemas que no eran suyos.
Se ajustó la ropa y encogió los hombros en cuanto el frío volvió a hacerse presente al salir de aquel lugar. Miró hacia ambos lados, decidiendo en el momento hacia donde iba a llevarlo, ya que tenía que sorprenderlo...Lo haría bien.
-Tenemos que volver sobre nuestros pasos e ir hacia el otro lado del rukongai, sígueme. -se movió con rapidez evitando charcos y caminando en un lateral de las calles, porque aunque ya no llovía, amenazaba con hacerlo nuevamente.
A medida que iban avanzando, se fijaba en el aspecto de aquel distrito. Quizás era por la lluvia o por la zona en la que estaban... Pero todo parecía demasiado gris, como si un velo lo recubriese todo.
Caía alguna gotita de vez en cuando y desde algún sitio le llegó el aroma de una sabrosa comida.
Cuando estaban próximos a la zona donde se habían cruzado... Natsuki se detuvo en una de las zonas oscuras, dejando que esta le diera la protección en la que se sentía tan cómoda.
-Es él, se escuchan los gritos desde aquí. -estaban a poco menos de una calle- Creo que deberías intentar hablar con él para intentar solucionarlo, pronuncia las palabras con mucha más precisión así que seguramente se le haya ido la borrachera. -Miró a Kato esperando a ver cual era su reacción, el otro shinigami parecía tener un asunto serio con él, sino era que lo confundía con otro. Pero también tenía en cuenta, que esas pequeñas acciones eran en las que para ella, definían las personas.- Iré a mirar si hay alguien por la zona, vuelvo en un par de minutos. -simplemente desapareció, moviéndose de aquí para allá, no quería que nadie se cruzase por allí y que ya a estas alturas... La inmiscuyesen en los problemas que no eran suyos.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
— Ajam.
Asintió para luego seguirla sin vacilar. Se había ceñido sus ropajes de nuevo, pero las bajísimas temperaturas del exterior no tardaron en congelarle el rostro y las manos. Frotó éstas entre sí y se las llevó frente a su boca, para calentarlas con el vaho mientras Natsuki parecía intentar decidirse por dónde debían tomar. El gesto fue en vano, pero al menos podía sentirse satisfecho porque la lluvia hubiera amainado.
— “Al fin un respiro”. — pensó, pero no tardaría en ver como sus palabras se tornaban contra él.
Siguió a la delicada figura de la shinigami por las callejuelas del Rukongai hasta que se detuvo. Él sabía por qué, también lo había oído. Al escuchar a quien quiera que fuera que chillaba airado en la calle, Kato comenzó a rebuscar entre las personas que, por allí cerca, querrían rajarle el pellejo, pero la lista se hacía demasiado larga conforme pensaba, así que sacudió su cabeza para borrarla y dio un par de pasos hacia la luz.
Tras alcanzar a ver al sujeto, la ceja de Kato se arqueó en ademán de sorpresa, pero no tardó en reconocer la voz al otro lado de la calle; no pudo hacer más que llevarse la mano a su frente:
— Ay dios, ¿qué querrá este hombre ahora? — musitó, hastiado. — Espera aquí, voy a ver qué quiere. — le indicó a Natsuki, pero ella prefirió vigilar la zona. — Está bien, nos vemos ahora.
Sumó unos cuantos pasos más a los anteriores hasta situarse a una distancia prudencial. Kato era alto, pero aquel tipo le sacaba un palmo, al menos. Tenía el mismo mal aspecto que cuando lo dejó en manos de un compañero de Escuadrón, pero no sabía si igual de borracho, así que mantuvo las distancias.
— Estoy aquí. — se introdujo. — ¿Se puede saber qué te pasa? ¡¿Qué dices de traición?! — cada vez sonaba más airado, aunque intentara mantener la calma. — Si ni siquiera te conozco, joder. ¡Habla claro de una vez y dime que crees que te hecho! — le espetó.
Su rostro le sonaba vagamente, como tanto otros del Gotei, pero no tenía ni la menor idea de quien era aquel tipo, por lo que sobra decir que tampoco tenía ni la menor pista de a lo que se refería a gritos. Estaba comenzando a pensar que no eran ocurrencias aleatorias de borracho y que la violencia de sus actos y palabras tendrían algún origen que el Shihoin desconocía. Eso sí, seguro que los vapores del alcohol no estaban ayudando para nada a la ira de ese hombre que tanto le odiaba.
Asintió para luego seguirla sin vacilar. Se había ceñido sus ropajes de nuevo, pero las bajísimas temperaturas del exterior no tardaron en congelarle el rostro y las manos. Frotó éstas entre sí y se las llevó frente a su boca, para calentarlas con el vaho mientras Natsuki parecía intentar decidirse por dónde debían tomar. El gesto fue en vano, pero al menos podía sentirse satisfecho porque la lluvia hubiera amainado.
— “Al fin un respiro”. — pensó, pero no tardaría en ver como sus palabras se tornaban contra él.
Siguió a la delicada figura de la shinigami por las callejuelas del Rukongai hasta que se detuvo. Él sabía por qué, también lo había oído. Al escuchar a quien quiera que fuera que chillaba airado en la calle, Kato comenzó a rebuscar entre las personas que, por allí cerca, querrían rajarle el pellejo, pero la lista se hacía demasiado larga conforme pensaba, así que sacudió su cabeza para borrarla y dio un par de pasos hacia la luz.
Tras alcanzar a ver al sujeto, la ceja de Kato se arqueó en ademán de sorpresa, pero no tardó en reconocer la voz al otro lado de la calle; no pudo hacer más que llevarse la mano a su frente:
— Ay dios, ¿qué querrá este hombre ahora? — musitó, hastiado. — Espera aquí, voy a ver qué quiere. — le indicó a Natsuki, pero ella prefirió vigilar la zona. — Está bien, nos vemos ahora.
Sumó unos cuantos pasos más a los anteriores hasta situarse a una distancia prudencial. Kato era alto, pero aquel tipo le sacaba un palmo, al menos. Tenía el mismo mal aspecto que cuando lo dejó en manos de un compañero de Escuadrón, pero no sabía si igual de borracho, así que mantuvo las distancias.
— Estoy aquí. — se introdujo. — ¿Se puede saber qué te pasa? ¡¿Qué dices de traición?! — cada vez sonaba más airado, aunque intentara mantener la calma. — Si ni siquiera te conozco, joder. ¡Habla claro de una vez y dime que crees que te hecho! — le espetó.
Su rostro le sonaba vagamente, como tanto otros del Gotei, pero no tenía ni la menor idea de quien era aquel tipo, por lo que sobra decir que tampoco tenía ni la menor pista de a lo que se refería a gritos. Estaba comenzando a pensar que no eran ocurrencias aleatorias de borracho y que la violencia de sus actos y palabras tendrían algún origen que el Shihoin desconocía. Eso sí, seguro que los vapores del alcohol no estaban ayudando para nada a la ira de ese hombre que tanto le odiaba.
Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
Por fin el traidor había dado la cara, apareció por una calleja lateral en vez de por la puerta principal del bar como había esperado. Aquello le descolocó un poco ya que estaba seguro de haber seguido correctamente aquel reiatsu tan repelente, tal vez el alcohol que quedaba en su cuerpo le había jugado una mala pasada. Poco importaba ya.
Las preguntas que soltó el tipo solo enfurecieron más al shinigami. Había perdido a su capitana, el amor de su vida, en una batalla campal contra los hollows, el hombre que se encargaba de cubrirles no estaba presente cuando tenía que hacerlo. Encima lo habían acusado y encerrado a él como culpable y el otro, maldita fuese su alma, se había librado de toda culpa y ni siquiera de acordaba de aquello. -¡TU!- escupió con el rostro convertido en una máscara de odio -¡Si que me conoces! Tal vez prefieras ocultarlo o ignorar lo que hiciste, pero yo te conozco muy bien Shihoin Kato, aún con la amnesia te conozco y te recuerdo muy bien. ¡Te detesto!- elevó el brazo y apretó el puño, como si intentase aplastar la cabeza de su enemigo en un instante -¡Por tu culpa murió Iruna! ¿Dónde estaba el quinto escuadrón durante la batalla? Cuya obligación era cubrir y salvaguardar al tercero. ¿Dónde estabas cuando aquel Espada anuló a nuestra escuadra como si fuésemos muñecas de trapo?¿Qué hacías cuando el corazón de Rayka era atravesado por el arma de aquél ser despreciable? ¿Por qué no la salvaste cuando era tu deber? ¡¿POR QUÉ?!- sus palabras estaban cargadas de reporche e Ira. Desvió la cabeza, no quería que aquel desgraciado viese las lagrimas que surcaban su rostro y empañaban su vista. La espada colgaba a un costado, más pesada que nunca.
Al reprocharle todo aquello al hombre parado enfrente suya se estaba reprochando así mismo su propia debilidad. El odio que sentía por el Capitán era infinitamente menor comparado con el odio que sentía hacia su propia perdona. Cuando cada día que abría los ojos en la soledad de su cuarto no estaba ella, cada día más que pasaba sin poder ver el rostro de su amada, la mujer a la que no había sido capaz de proteger, la sonrisa que nunca podría volver a ver. El odio hacia si nunca cesaría, no había tenido la fuerza necesaria para protegerla, pero el odio hacía el que ni siquiera había estado presente cuando era su obligación cesaría cuando acabase con su vida, aunque aquello le costase una eternidad encarcelado o la muerte. Así vengaría a su Capitana.
Recuperó el aplomo, endureció el rostro y alzó de nuevo la katana, apuntando al pecho de su rival -Pelea- añadió.
Las preguntas que soltó el tipo solo enfurecieron más al shinigami. Había perdido a su capitana, el amor de su vida, en una batalla campal contra los hollows, el hombre que se encargaba de cubrirles no estaba presente cuando tenía que hacerlo. Encima lo habían acusado y encerrado a él como culpable y el otro, maldita fuese su alma, se había librado de toda culpa y ni siquiera de acordaba de aquello. -¡TU!- escupió con el rostro convertido en una máscara de odio -¡Si que me conoces! Tal vez prefieras ocultarlo o ignorar lo que hiciste, pero yo te conozco muy bien Shihoin Kato, aún con la amnesia te conozco y te recuerdo muy bien. ¡Te detesto!- elevó el brazo y apretó el puño, como si intentase aplastar la cabeza de su enemigo en un instante -¡Por tu culpa murió Iruna! ¿Dónde estaba el quinto escuadrón durante la batalla? Cuya obligación era cubrir y salvaguardar al tercero. ¿Dónde estabas cuando aquel Espada anuló a nuestra escuadra como si fuésemos muñecas de trapo?¿Qué hacías cuando el corazón de Rayka era atravesado por el arma de aquél ser despreciable? ¿Por qué no la salvaste cuando era tu deber? ¡¿POR QUÉ?!- sus palabras estaban cargadas de reporche e Ira. Desvió la cabeza, no quería que aquel desgraciado viese las lagrimas que surcaban su rostro y empañaban su vista. La espada colgaba a un costado, más pesada que nunca.
Al reprocharle todo aquello al hombre parado enfrente suya se estaba reprochando así mismo su propia debilidad. El odio que sentía por el Capitán era infinitamente menor comparado con el odio que sentía hacia su propia perdona. Cuando cada día que abría los ojos en la soledad de su cuarto no estaba ella, cada día más que pasaba sin poder ver el rostro de su amada, la mujer a la que no había sido capaz de proteger, la sonrisa que nunca podría volver a ver. El odio hacia si nunca cesaría, no había tenido la fuerza necesaria para protegerla, pero el odio hacía el que ni siquiera había estado presente cuando era su obligación cesaría cuando acabase con su vida, aunque aquello le costase una eternidad encarcelado o la muerte. Así vengaría a su Capitana.
Recuperó el aplomo, endureció el rostro y alzó de nuevo la katana, apuntando al pecho de su rival -Pelea- añadió.
Kimura Daigo- Raso Makoto
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Re: Yo contra el Mundo [Shinoin Kato y compañía]
[OFF] Con permiso de Natsuki, quien dice no tener nada que añadir de momento, posteo. Entrará en su siguiente turno, es decir, el orden de posteo queda igual.
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La ira del irritante shinigami que tenía frente a sí no parecía dejar de crecer. Si bien en un momento le sorprendió encontrar a Kato a sus espaldas, no tardó en focalizar de nuevo todo su odio contra él. Tampoco es que estuviera muy equivocado, puesto que, guiado por Natsuki, habían dado un amplio rodeo hasta casi volver a la entrada de la taberna. El tiznado shinigami se preguntaba ahora dónde estaría ella, qué estaba haciendo y, quizá lo más importante, qué iba a hacer. La situación, lejos de calmarse, se caldeaba por momentos y el capitán se figuraba ya hacia donde se dirigía.
Frente a las airadas maneras del anónimo shinigami, Kato permanecía calmo, escuchando atentamente aquellas acusaciones que arrojaba sobre él. Hacía memoria, pero la Guerra se le antojaba tan lejana que no recordaba más que borrones y acciones sueltas. No eran recuerdos fáciles de olvidar, pero Kato trataba por todos los medios de no rememorar tan aciagos tiempos, donde a tantos había perdido. Se conformaba con retener en su mente lo sea que habría aprendido en batalla, contentándose con esa excusa para no inundarse de lástima y nostalgia.
Durante la gran contienda frente a El Amanecer, el Shihoin ni tan siquiera dirigía su escuadrón. Había sido nombrado teniente recientemente para cuando la guerra estalló. Recordaba haber oído sobre la muerte de Iruna en batalla, como la de tantas otras bajas en el bando de los dioses de la muerte, pero fue un murmullo lejano. Estaba totalmente seguro que ni él ni los hombres a su cargo se encontraban ni remotamente del Espada que acabó con la vida de la capitana del Tercer Escuadrón.
El ardiente reiatsu del shinigami del tercero trajo de nuevo a la mente de Kato de su ensimismamiento. Había escuchado, con tranquilidad y estoicidad propias de su temple, cada airada palabra, manteniendo el contacto visual, mirándole a los ojos aunque sin ver. Su atención había quedado relegada a su memoria, tratando de encontrar la fuente de tan intenso odio. Tras ladear su rostro unos instantes, el alterado soldado mostró sus garras, incitando al shinigami de dorado iris. Kato no había traído, como era usual en él, consigo a Tora, pero tampoco tenía la más mínima intención de invocarla.
— No pienso luchar contra un compañero shinigami. — Fue su respuesta a los amenazantes gestos y palabras del desconocido. — Mucho menos si no conozco quien me reta, ni por qué, ni tiene intenciones de entrenar. — añadió, señalando al ápice de la zanpakuto de él, el cual apuntaba hacia sí. — Ya sé… — se apresuró a incorporar, antes de que el otro repitiera su discruso. — Ya sé que me has explicado, pero sigo sin entender qué tengo yo que ver con ello o por qué no has recurrido a un tribunal de guerra en vez de formar este numerito.
Volvía a llover, pudo comprobar Kato al ver repiquetear las gotas sobre el filo que lo amenazaba. Filo que no parecía tener la mínima intención de descender, por lo que el Shihoin trató de comenzar, sutilmente, a poner medidas preventivas a aquello. Su pie derecho se arrastró medio palmo hacia atrás, mientras que la mano del mismo lado se elevaba otro tanto, hasta su abdomen. Aunque muy relajada, acababa de adoptar una postura defensiva que bien podría confundirse con cualquier otro ademan cotidiano. No quería responder a sus amenazas, no tenía intención de atacar o contratacar, pero eso no significaba que se fuera a dejar herir.
— Estaba muy, muy lejos de Iruna cuando murió. — dijo tras aquel instante de silencio. — Mi grupo se estaba encargando de reforzar y proteger los batallones de infantería del Undécimo, por lo que difícilmente podrás hacerme responsable de su asesinato. Y dudo que Karaiko-taicho hubiera descuidado un tema tan crucial como el que mencionas, sino me habría enterado a estas alturas. — añadió. — Todos perdimos a compañeros y amigos en aquella Guerra, pero el responsable no lo encontrarás aquí, sino en Hueco Mundo.
La media sonrisa que sonrisa que esbozaba cuando la escena le resultaba casi cómica se había borrado de su faz mucho tiempo atrás. Su manera de ser dictaba mucho de la persona que tenía delante. Frente a la batalla tenía un único principio: cuando sea estrictamente necesaria y acabarla lo más rápidamente posible. Pese a las injurias contra sí mismo y contra su Escuadrón, Kato no iba a plantar cara a aquel tipo, por mucho que insultase. “El honor es sólo un lastre”, pensaba el Shihoin. “Si algo he aprendido de la nobleza es eso”. No iba a ser él quien vengara la deshonra de su escuadrón, por tanto.
— Baja tu zankaputo. — pidió, no sin un leve tono exhortativo. — Enfúndala, déjame invitarte a una copa y hablemos sentados, cara a cara y como hombres civilizados.
Su calma, frente al tintineo metálico de la lluvia sobre la hoja del arma que lo amenazaba, frente a la furia de su oponente, frente a la lúgubre noche y frente a tan extraña escena, era digna de elogiar.
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La ira del irritante shinigami que tenía frente a sí no parecía dejar de crecer. Si bien en un momento le sorprendió encontrar a Kato a sus espaldas, no tardó en focalizar de nuevo todo su odio contra él. Tampoco es que estuviera muy equivocado, puesto que, guiado por Natsuki, habían dado un amplio rodeo hasta casi volver a la entrada de la taberna. El tiznado shinigami se preguntaba ahora dónde estaría ella, qué estaba haciendo y, quizá lo más importante, qué iba a hacer. La situación, lejos de calmarse, se caldeaba por momentos y el capitán se figuraba ya hacia donde se dirigía.
Frente a las airadas maneras del anónimo shinigami, Kato permanecía calmo, escuchando atentamente aquellas acusaciones que arrojaba sobre él. Hacía memoria, pero la Guerra se le antojaba tan lejana que no recordaba más que borrones y acciones sueltas. No eran recuerdos fáciles de olvidar, pero Kato trataba por todos los medios de no rememorar tan aciagos tiempos, donde a tantos había perdido. Se conformaba con retener en su mente lo sea que habría aprendido en batalla, contentándose con esa excusa para no inundarse de lástima y nostalgia.
Durante la gran contienda frente a El Amanecer, el Shihoin ni tan siquiera dirigía su escuadrón. Había sido nombrado teniente recientemente para cuando la guerra estalló. Recordaba haber oído sobre la muerte de Iruna en batalla, como la de tantas otras bajas en el bando de los dioses de la muerte, pero fue un murmullo lejano. Estaba totalmente seguro que ni él ni los hombres a su cargo se encontraban ni remotamente del Espada que acabó con la vida de la capitana del Tercer Escuadrón.
El ardiente reiatsu del shinigami del tercero trajo de nuevo a la mente de Kato de su ensimismamiento. Había escuchado, con tranquilidad y estoicidad propias de su temple, cada airada palabra, manteniendo el contacto visual, mirándole a los ojos aunque sin ver. Su atención había quedado relegada a su memoria, tratando de encontrar la fuente de tan intenso odio. Tras ladear su rostro unos instantes, el alterado soldado mostró sus garras, incitando al shinigami de dorado iris. Kato no había traído, como era usual en él, consigo a Tora, pero tampoco tenía la más mínima intención de invocarla.
— No pienso luchar contra un compañero shinigami. — Fue su respuesta a los amenazantes gestos y palabras del desconocido. — Mucho menos si no conozco quien me reta, ni por qué, ni tiene intenciones de entrenar. — añadió, señalando al ápice de la zanpakuto de él, el cual apuntaba hacia sí. — Ya sé… — se apresuró a incorporar, antes de que el otro repitiera su discruso. — Ya sé que me has explicado, pero sigo sin entender qué tengo yo que ver con ello o por qué no has recurrido a un tribunal de guerra en vez de formar este numerito.
Volvía a llover, pudo comprobar Kato al ver repiquetear las gotas sobre el filo que lo amenazaba. Filo que no parecía tener la mínima intención de descender, por lo que el Shihoin trató de comenzar, sutilmente, a poner medidas preventivas a aquello. Su pie derecho se arrastró medio palmo hacia atrás, mientras que la mano del mismo lado se elevaba otro tanto, hasta su abdomen. Aunque muy relajada, acababa de adoptar una postura defensiva que bien podría confundirse con cualquier otro ademan cotidiano. No quería responder a sus amenazas, no tenía intención de atacar o contratacar, pero eso no significaba que se fuera a dejar herir.
— Estaba muy, muy lejos de Iruna cuando murió. — dijo tras aquel instante de silencio. — Mi grupo se estaba encargando de reforzar y proteger los batallones de infantería del Undécimo, por lo que difícilmente podrás hacerme responsable de su asesinato. Y dudo que Karaiko-taicho hubiera descuidado un tema tan crucial como el que mencionas, sino me habría enterado a estas alturas. — añadió. — Todos perdimos a compañeros y amigos en aquella Guerra, pero el responsable no lo encontrarás aquí, sino en Hueco Mundo.
La media sonrisa que sonrisa que esbozaba cuando la escena le resultaba casi cómica se había borrado de su faz mucho tiempo atrás. Su manera de ser dictaba mucho de la persona que tenía delante. Frente a la batalla tenía un único principio: cuando sea estrictamente necesaria y acabarla lo más rápidamente posible. Pese a las injurias contra sí mismo y contra su Escuadrón, Kato no iba a plantar cara a aquel tipo, por mucho que insultase. “El honor es sólo un lastre”, pensaba el Shihoin. “Si algo he aprendido de la nobleza es eso”. No iba a ser él quien vengara la deshonra de su escuadrón, por tanto.
— Baja tu zankaputo. — pidió, no sin un leve tono exhortativo. — Enfúndala, déjame invitarte a una copa y hablemos sentados, cara a cara y como hombres civilizados.
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