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Mensaje por Zyra Equidna Mar Jun 29, 2010 12:26 pm

¡Mierda y más mierda! ¿Quién coño había construido este lugar?… Ja, ¡que pregunta! Una forma tan retorcida, una forma tan errática, solo podía venir de un ser retorcido y errático por naturaleza. Un ser que desde venía al mundo venia dispuesto a traer dolor y sufrimiento… ¡una cucaracha! Pero había que aclararlo, para Zyra cucaracha era sinónimo de ¡un hombre!

Y es que ahora mismo la arrancar no estaba de muy buen humor. Había varias razones para ello:

- Había ingresado en la 4º sección… que estaba dirigida por un hombre.

- La fracción de esa misma sección era… un hombre.

- ¡Y parecía que todo el maldito palacio El Amanecer estaba formado exclusivamente por población masculina! ¡Solo se cruzaba con hombres! ¿¡Es que no había mujeres, joder!?

Y es que estaba más perdida que un shinigami en una tintorería de ropa blanca. Pero claro, jamás osaría mostrar ese estado de debilidad hacia un hombre, y menos humillarse a pedir su ayuda para que le indicara donde estaba el jodido despacho del Espada de su sección, para presentar sus respetos.

Ya estaba planteándose mandar a sus dos serpientes exploradoras para buscar el maldito despacho, cuando la luz se mostró ante ella, cuando una arrancar joven (en apariencia) y débil, que cargaba un fajo de papeles, cruzó la esquina del pasillo en la que se hallaba.

-¡Quieta!- la detuvo imperiosamente, casi abalanzándose sobre ella por su desesperación, asustando a la chica, que por poco tiró los papeles.

Zyra se los sujetó, quizás también para que no se la escapara, y preguntó con una voz que parecía de ultratumba.

-¿Me puedes decir donde esta la 4º Sección… por favor? – el por favor venía a decir: o contestas o eres comida para serpientes.

De tal forma que la chica, muy solicita, se ofreció a acompañarla hasta la 4º sección.

Con la chica caminando ante ella, Zyra pensó que quizás se había pasado con la pobre… ya que era una de las pocas flores que crecían en este lugar lleno de estiércol.

Pero todo arrepentimiento se esfumó cuando la chica dijo:

-Creo que lleva demasiada ropa para ver a Kenzo –sama-
soltó con una risita, que al instante Zyra calificó como síntoma de alarma. (Y de idiotez)

-… ¿Perdón?-
una tensa sonrisa adornaba el rostro de Zyra. El estiércol ya habia inundado a esa flor.

-Si, ya sabe-
siguió riéndose la muy pava. - ¿O es que le gusta que se la quite él? –susurró, acercándose a ella, como si la animara a hablar.

-… -con un potencial cabreo creciendo en su interior, agarró a la renacuaja de la cabeza y la atravesó con la mirada. –Creo… que te has confundido de persona, mocosa – siseó peligrosamente.

La chica soltó un gritito histérico, que bien parecía al de una rata al que le han pisado la cola, y se apresuró a disculparse a toda prisa, haciendo reverencias exageradas y absurdas.

Zyra la soltó de un empujón.

“Genial… esta idiota me acaba de redondear el día”
pensó, mientras ignoraba las palabras de disculpa de la chica, mientras la iba siguiendo.

Al cabo de un rato, de muchas miradas de cordero degollado por un lado, y miradas asesinas por otro, llegó al centro de reunión de la 4º sección. La chica, que no paraba de murmurar cosas como que “iba a morir”, casi se echo a llorar del alivio cuando Zyra le dijo que se largara.

“Llega a ser hombre, y no tiene esa suerte” pensó funestamente.

Una vez sola ante la puerta, copio aire varias veces, para recobrar la calma, y llamó…

Pero nadie la contestó. Probó de nuevo.

Nada. ¿Nada?

“Tsk, ¡no he estado perdiéndome por este laberinto para nada!”
pensó, cabezota.

Abrió de golpe la puerta y entró echando chispas por los ojos.

-¡Con permiso!- dijo en voz bien alta, por si alguien la oía. -… ¿hay alguien?- preguntó, ahora escéptica de que realmente hubiera alguien.
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Mensaje por Karatoraba Miér Jun 30, 2010 10:23 pm

[OFF] Kenzo puede tardar, así que me he tomado la libertad de meterme en el hilo a hacerte compañía, que te vi con muchas ganas de rolear. Pero si te molesta borro el post y aquí no pasó nada. Dado el odio de tu arrancar por los hombres y el afán de Karatoraba por caer bien a todos, la conversación podría estar entretenida... ^^

______________________



Cara a la galería, Hueco Mundo podría parecer un lugar ocioso y anodino, en el que la anarquía y el desorden estructural estuviera reinara por todo él, sin embargo nada más lejos de la realidad. A pesar del carácter salvaje y agresivo de las especies hollows, los arrancars y en especial los que convivían bajo el techo del Amanecer solían ser seres adoctrinados, trabajadores y disciplinados. Cuánto más si habláramos del caso de Karatoraba, donde su afán por pasar desapercibido y gustar a todo con el que se cruce le lleva a arrimar el hombro como al que más.

Por todo esto, sumado a los embrollos que traía consigo un cambio de Sección, Karatoraba a penas había tenido un hueco libre para respirar tranquilo, pasear y asesinar a algún que otro humano en una de sus clandestinas visitas al Mundo Humano. Sin embargo Taira, en compensación a sus labores, le había cedido un par de días libres y los estaba amortizando de la mejor manera. Acaba de volver del mundo de los humanos con su Hambre más que saciada. Había sido expresamente cruel y sádico en sus Rituales aquel día, algo explicable por su prolongada abstinencia en el Arte de los sangrientos y ritualizados asesinatos a humanos. Su Oscuro pasajero parecía dormitar en su interior, saciado tras mucho tiempo. Por una vez Karatoraba gozaba de paz sin aquellos jocosos y sádicos pensamientos que hacían peligrar tanto su máscara.

En fin, que una vez saciada su hambre y encontrándose algo ocioso para variar, el cegado arrancar había optado por dirigirse a la Cuarta Sección, su antiguo lugar de trabajo en busca de su amigo y mentor, el siempre excéntrico Espada Kenzo. Caminaba tranquilo, pues, como decimos, las prisas no le abrumaban. Escuchaba atento, con la parte móvil de su máscara cegándole, para curiosear un poco el edificio que otrora fuese su Sección. Sin embargo, cuando andaba a escasos minutos de las dependencias del Espada, Karatoraba elevó su máscara, pues irónicamente era incapaz de cargar su pipa sin la ayuda de sus torpes ojos. Supongamos que es algo normal y lógico, ya que el arrancar adquirió aquel feo vicio humano una vez que obtuvo su forma arrancar sellada, con la que recobró su vista, perdida desde que renació como ente hollow.

Con la pipa ya encendida y un par de profundas caladas, Karatoraba iba dejando densas nubes de humo a su paso que quedaban suspendidas en el aire, dada la profunda quietud del lugar y la parsimonia de sus pasos. Una de aquellas pequeñas nubes fue perturbada por el fugaz paso de una joven arrancar que parecía huir asustada, en dirección contraria al despacho de Kenzo. Karatoraba no se inmutó lo más mínimo, pues conocía las maneras de su antiguo Espada y se le ocurrían un par de comentarios o insinuaciones de Kenzo que podrían hacer correr así de pavor a una chiquilla como ella.

Cuando al fin alcanzaba a ver la puerta del despacho de Kenzo pudo observar, aunque apresuradamente, como una arrancar penetraba en la sala. Aunque fue un instante, Karatoraba no había podido distinguir aquella figura como conocida, mucho menos su reiatsu, por lo que prefirió dejar sus ojos a la vista en pos de la normalidad de su rostro ante aquella desconocida. Se acercó a la puerta, manteniendo las distancias, dispuesto a esperar que Kenzo despachara a aquella arrancar y poder charlar tranquilamente con ella. Sin embargo, por lo que oía decir a la desconocida, Kenzo no parecía estar. "Qué raro", pensó con ironía Karatoraba.

Disculpa... — dijo acercándose a la sala y asomando con educación su cabeza por la puerta entreabierta. — Kenzo no suele parar por aquí mucho, suele venir a menudo, sí, pero prefiere estar en otro lugares normalmente. — informó Karatoraba, aunque no sabía si tendría suficiente desvergüenza para decir lo siguiente: — De hecho suele estar más en su dormitorio que en cualquier otro sitio, pero... ya lo conocerás, supongo. — acabó por decir, con una sonrisa cómplice. — Si no me equivoco eres nueva por aquí. — No esperó respuesta. — Yo soy Sanchiago Karatoraba Barurusu, antiguo arrancar de esta Sección, actual arrancar de la Novena. — se presentó, con suma formalidad. — Acabará viniendo, pero la espera podría ser larga, si no te importa... — acabó Karatoraba, señalando hacia el interior, indicando que iba a pasar.

Sin mediar media palabra más, el arrancar del extraño sombrero se ubicó a unos metros de la desconocida y se relajó en uno de los mullidos sillones que había requerido Kenzo en su despacho. Presumo que todos, a estas alturas, entenderéis para qué fines. Pegó dos profundas caladas y espiró el humo, observando como se estancaba en el techo de aquella sala mientras esperaba cualquier acto de voluntad, por parte de la arrancar, por continuar con aquella conversación.
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Mensaje por Zyra Equidna Jue Jul 01, 2010 2:30 am

OFF: ¡Encantada de que entres! Si cuantos más seamos, más divertido sera todo ^^

----------------

Zyra, con la atención dividida en “explorar” su nueva sección y maldecir mentalmente al supuesto Espada “responsable” del lugar. De hecho, los comentarios de la lombriz antes en el pasillo, la habían hecho pensar… pensar sobre que tipo de persona era su superior, y por ello, intuía que tendría meter mano dura en la sección.

Desde luego, los hombres estaban perdidos sin las mujeres. Tsk, eran como los parásitos. Solos no valían nada, necesitaban ayuda continua de las mujeres, y como encima eso les sentaba fatal para su “orgullo masculino”, intentaban aplastar a las mujeres bajo su dominio, y se apuntaban el tanto anotado por las mujeres.

“Yo les metería en jaulas, como medida sensata, e incluso compasiva” pensó, con una sinuosa sonrisa formándose en su rostro.

Claro, ¿quién no percibiría un reiatsu desconocido en su espalda, con tan agradables pensamientos rondando por su cabeza?

Así que no fue de no extrañar que cuando se oyó el “disculpa” se giraba casi pegando un brinco, siseando entre dientes como una víbora.

Cuando vio que era un arrancar, desconocido, su siseo bajo, pero no su desagrado.

“… La población masculina de este maldito palacio debería ser igual o incluso menor que las de las mujeres… ¡no ser tan jodidamente superior! ¡Son una maldita plaga, que exterminaría con gusto!” gritó mentalmente, echando chispas.

Sin embargo, se guardó sus pensamientos, y entrecerrado los ojos escuchó lo que la decía, llegando a varios puntos en claro:

1º Su superior se llamaba Kenzo, estaba confirmado por este individuo de pipa (que por cierto, no le gustaba el olor) y la niñata de antes…

2º Su jefe estaba resultando alarmantemente irresponsable… bueno, más irresponsable de lo que ya son de por si los hombres.

3º El nombre de hombre-pipa era… ¡un maldito trabalenguas! Joder, típico de los tíos, complicados y a la vez simples como ellos solos.

Con esos tres puntos en claro, observó como ese sujeto se auto individuo se auto invitaba e incluso presumía de la idea de que Zyra quisiera esperarle ahí dentro con él.

Con justo, solo para llevarle la contraria se hubiera largado. Pero, para su desgracia, no podía. Tenía que esperar al “famoso” Kenzo. Miró calculadoramente al hombre-pipa, tal y como había decidido llamarlo, dado que le antojaba imposible pronunciar ese nombre sin hacer el ridículo, y decidió sacar provecho de él. Tal y como todas las mujeres deberían hacer de los hombres, antes de deshacerse de ellos de la forma más cruel y humillante posible. Algún día tendría que escribir el libro: “Guía de la mujer arrancar: como amaestrar a los hombres”. No vendería muchos, dada la baja población femenina, pero le haría un favor a esa comunidad oprimida. Quien sabe… hasta podría fundar la Asociación de Mujeres Arrancar… hmm… por ahora se quedaría almacenado en su mente, quizás para algún proyecto futuro, cuando viera el total de daño que había causado la presencia masculina generalizada en El Amanecer.

Ahora, su objetivo era otro, saber más de su superior… puntos débiles y esas cosillas, para meterlo en cintura, con una sutil extorsión, necesaria para la paz y bien de las mujeres.

Sentándose cautamente en el sillón más alejado del de Karatoraba, se irguió, muy digna ella y le contestó, cambiando totalmente de expresión, para no levantar sospechas:

- Ante ese nivel de responsabilidad ante su puesto, me sorprende que ostente un cargo tan importante como el de Espada- empezó a decir como si estuviera bromenado, con una cordial sonrisa…. ¡que de cordial no tenía nada! Solo había que ver como echaba dagas por los ojos. –Yo soy Zyra Equidna, nueva arrancar de esta sección- se presentó, aunque para sí estaba diciendo algo parecido a que diera gracias por el honor que le estaba cediendo al decirle su nombre. –Si eres un antiguo arrancar de esta, significa que conoces muy bien a sus miembros- sonrió, amistosa y encantadora… si, encantadora como una serpiente. -¿Qué me puedes decir de ellos? –preguntó con una inocente curiosidad. -¿Y por que ya no estas aquí? –añadió. Tampoco vendría mal saber algo más de su adversario. Y dicho sea de paso, tenía unas ganas inmensas de quitarle la pipa de un manotazo y dársela de comer a sus serpientes.


Última edición por Zyra Equidna el Mar Jul 13, 2010 10:45 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Tatsuya Kenzo Jue Jul 01, 2010 6:01 pm

Queridos lectores, nos hallamos en una situación peliaguda por este entonces. La raiz de semejante inicio no es sino que a nuestro querido protagonista no se le ha ocurrido mejor idea que la de utilizar nuestras maquinas de escribir como aparatos de tatuajes. No diremos, aunque querrán saberlo, en que lugar y a quién querría hacer esos tatuajes, pues caeríamos en lo ya reconocido. Obviamente esto no sería problema si no fuera que para adaptarlos a su nueva "función" tendría que desarmarlos, romperlos y desecharlos luego de descubrir su incapacidad para ese tipo de trabajos. Así que ahora nos hallamos escribiendo a mano, con una tinta que parece mas gelatina que otra cosa, y la miopía de nuestro escritor a escribir cayéndose hacia abajo.

Y ahora centrándonos en el tema que discurre por nuestras cabezas, antes de que se nos esfume cual niña inocente descubriendo las perversiones del 4to Espada, les diremos que la localización de nuestro protagonista era desconocida. Al menos unas horas antes de aparecer diambulando por los pasillos de la 5ta sección, lugar al cual últimamente frecuentaba bastante. Sus cabellos se encontraban tan dispares como su ropaje, en los que solo cabría decir que llevaba medio pantalón en cada brazo y abajo...bueno, abajo convengamos en que se podía describir como un cinturón largo cubriendo, en lo que podían, sus partes, tipo los de Sumo. No aclararemos el por qué ni el cuando, pues son esas cosas que hacen a Kenzo un ser "misterioso". Bah!, ¿dijimos misterioso?, no no...queríamos decir mentiroso.

El paso era pausado e incomodo como sus vestiduras, aquél cinturón había resultado ser mas ajustado de lo que debía y sentía como si un tercer huevo le fuera a salir de la ingle. Quizá se estaría convirtiendo en una suerte de gallina arrancarizada, o simplemente era que los otros dos huevos necesitaban vacaciones. Hmm!, olviden el anterior comentario, queridos lectores, no fue sino una imposición pseudo-graciosa tirando a lo horriblemente absurda del 4to Espada, que se pasó de camino a su sección a supervisar nuestros escritos de hoy.

Adelantando un poco los hechos diremos que Pastelito, su siempre cercana, atenta y sumisa arrancar le dijo, una vez interceptado, al 4to Espada las siguientes palabras. - Ay, hijo...pero a donde vas con eso... - Obviamente se refería a un sostén rojizo que llevaba colgado de su oreja, como si fuera un arete la mar de común. Las ropas y el peinado era algo diario, pero llevar colgando un sostén en la oreja, a menos que lo usaras para comunicarte con alguien, era poco común. Si...Kenzo tenía sostenes que hacían de comunicadores, para las misiones de infiltración.

- Lo quería dejar en el vestuario...pero es que aquí uno busca un armario y se encuentra con la habitación de las arrancars de la 5ta sección como si nada... - Contestaba mientras proseguía su paso con un intento de voz melodramática. Y es que, cabe destacar, que a pesar de las continuas quejas del 4to Espada de que se remarcaran mejor las habitaciones y las secciones con colores, todo seguía siendo blanco y encandilante. Convengamos en que la finalidad de tal queja era absolutamente lo contrario a lo que un ser con cierta "vergüenza" podría pensar.

- Karatoraba-san te andaba buscando por las inmediaciones, probablemente quiera mas "material" para su pipa. Y además, la nueva integrante deseaba presentarse - Interrumpía casi sin dejar terminar de soltar al 4to Espada su absurda respuesta, la fiel secretaría de apretados ropajes y anteojos rosados. La cuestión era que aquello había denotado en Kenzo cierto desgano infantil, de esos que le llevan a querer discutir toda propuesta, órden o imposición de quien sea. Y es que la labor protocolar era algo tan absurdo como dar gatitos de comer a los peces. Al menos así lo meditaba mientras se acomodaba el paquete y le demostraba con sus gestos a "Pastelito" lo inoportuno de su comentario.

- En fin...dile al Pimpollo que se presente en mi despacho inmediatamente, igual le conseguimos una novieta... - Respondía con cierta audacia el Espada, intentando despistar a la joven Arrancar con sus artimañas niñescas de escabullimiento barato. Si usted es un lector que recién se nos une a la lectura, le diremos que "Pimpollo" era el sobrenombre que le daba el Espada a su Fracción, Reiko"pichachica"-san. Sin embargo, todo esto ya se lo tenía bien estudiado la siempre erótica "Pastelito".

- ¡¡Tatsuya!! - Arremetía rápidamente la envalentonada arrancar, sapiente de que intentaba huir de su trabajo. - Vale, iré, iré.... y no te enfades así que se te van a aplastar los melones - La arrancar se fue rápidamente de la converzación, con una media sonrisa en sus comisuras creyente de que al final, sin ella el 4to Espada estaría limpiando trapos en el vertedero del Amanecer, no sin antes soltarle un - 34 pasos a la izquierda tienes el armario, sabes que le has puesto el dibujito en forma de calzón, así que no te hagas el desorientado... - Sin duda, "Pastelito" hoy no tenía uno de sus días mas agraciados para la comunicación. Pero algo, si cabe destacar, es que lo tenía mas que pillado a nuestro protagonista.

Con un esfuerzo tremendo, cual tortuga intentando rascarse la espalda, Kenzo cambió sus ropajes por los normales y puso rumbo a sus pasos, hacia su despacho. En el trayecto pudo darse cuenta como el encerado del suelo hacía resonar con una melodía constante y dramática sus pasos, algo que si bien no le disgustaba, podría dar para mucho mas. Así que a pies danzantes, interpretando la música de "Bragas sueltas", una nueva banda de soul rítmico, cuyo CD había robado de la habitación de Okami, puso música a aquella protocolar caminata.

Ni bien llegado a la puerta de su despacho pudo oír como en su interior se debatían dos voces, aparentemente amistosas y formales, pero en su condimento se podrían entrever distintos sabores. Una era seca y falsamente cariñosa, y la otra pomposa y empalagosa. Si, como sabrán la primera pertenecía a la desconocida nueva integrante y la segunda, al siempre amistosamente inocente Karatoraba. He identificado a los dos integrantes de la converzación, Kenzo no tuvo otra idea sino interrumpir tal habladuría con su presencia.

- Si quieres conocer el perfil de nuestros arrancars, Karota no es un buen referente. A él le va mas darle a la pipa...ya me entiendes - Dijo con su característica voz erótica y su media sonrisa palpable, mientras se dirigía hacia su asiento. Si, ese que se encontraba oculto entre papeles, pepinos, mas papeles y...¿Calzones?. - Ajá!...¡aquí estaban!...¡Malditos escurridizos! - Expresaba triunfal el 4to Espada, orgulloso de saber que ningún calzón usado escapaba de sus garras.

Y ya sentado, con cierta comodidad poco característica de una reunión protocolar con sus piernas apoyadas en la mesa y sus manos en los bolsillos, terminó diciendo... - Ah!, Karota...te has sentado sobre tu nueva pipa. Ya sabes...una mas gorda y larga, para que puedas disfrutarla mejor... - Muy incoherentemente, era verdad, era una pipa bastante grande.....
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Mensaje por Karatoraba Miér Jul 14, 2010 2:57 pm

Aquella joven no parecía de trato fácil. La arrancar con la que Karatoraba se había cruzado, que iba llorando a moco tendido, ya le había dado el primer indicio. Pesquisa que parecía ser incierta, por lo simpática que parecía aquella recién llegada arrancar. Sin embargo algo le decía a Karatoraba que no estaba tan cómoda con aquella situación ni en aquel nuevo lugar. Por ejemplo, algo como que hubiera escogido el más alejado de los asientos, estando todos disponibles.

Años de experiencia, de propia experiencia ocultando su alter ego, su Pasajero Oscuro, le habían dotado de ciertas habilidades sociales para reconocer a un semejante, a alguien que comparte su modo de estar, dejando ver tan sólo la máscara que todos quieren ver, y no el monstruo que tras ella se esconde. Sin embargo no eran habilidades que pudiera explicar a cualquiera ni que fuese a reconocer de buenas a primeras, por lo que dejó su impresión para sí y contestó como si nada. Sonrisa en boca, claro está. La más sincera que nadie pudiera mostrar.

No, bueno. No es tanta irresponsabilidad como la que parece. Es sus maneras de llevar las cosas. Todo está en orden, aunque parezca que no a simple vista. Esa peculiar habilidad puede desconcertar a más de uno, pero mucho más a los enemigos, lo cual nunca viene mal, ¿no crees? — preguntó, sin dejar responder, con una más amplia sonrisa en su cara. — Un enemigo despistado o asombrado desvía su atención hacia ciertos detalles, y así su muerte es más que factible. — Karatoraba tenía la impresión de estar siendo poco claro, así que tomó una nueva y profunda calada a su pipa y se propuso relajar su parla. — Encantado. — fue su réplica a la presentación de Equidna. De nuevo, ¿regalo sincero el dar su nombre o quizá forzado? Quién sabe. — ¿Qué puedo decirte sobre ellos...? — repitió el arrancar, sin saber muy bien que decir. Lo más acorde con la realidad sería confesarle que acababa de ingresar en una Sección de pervertidos, pero su Código se lo impedía, así que se evadió como pudo: — Poca cosa. Reiko, el Fracción, es un poderoso aliado con sorprendentes habilidades y en cuanto a Kenzo... bueno... Es difícil de describir, sino imposible, así que mejor esperas a conocerlo. — Esperaba que con eso bastara, por ahora. — Me fui de aquí porque un compañero dejó la Sección también y me ofreció un puesto en la Novena, donde sus funciones son más acordes con mis habilidades. — confesó con sinceridad, aunque parcial. Jamás admitiría en público, ni si quiera a su amigo y jefe Taira, que otro de sus principales motivos para escapar de ahí era escapar de la extravagancia de su Espada, que parecía crecer de manera exponencial. Cada vez estaba más ligado a él, conforme ascendía en la jerarquía de la Sección, por lo que cada vez le era más costoso pasar desapercibido a Karatoraba. — Y bueno... — el arrancar del sombrero de paja necesitaba cambiar de tema, pero el Espada, que acababa de hacer acto de presencia, le ayudaría bastante.

La excentricidad del Espada se hizo más que manifiesta, y Karatoraba no hacía más que observar las reacciones de la nueva arrancar de la sección, pues los espectáculos de Kenzo los tenía más que aprendidos. Le habría gustado soltar un comentario tipo "¿ves a lo que me refería con indescriptible", pero de nuevo se contuvo. Pasar desapercibido, a menudo, era sinónimo de desviar la atención del público hacia otros protagonistas. Eso era algo que Kenzo hacía de manera facultativa, por lo que Karatoraba no iba a impedírselo.

Levantó su trasero del sofá. Se extrañaba de que no haber notado aquel supuesto regalo de Kenzo. Supuesto, sí, porque conociendo a su antiguo Espada aquello podría ser cualquier cosa. Rebuscó entre los cojines y sacó un objeto de goma cilíndrico. Lo dicho, podría ser cualquier cosa, y lo era: forma fálica, flexible y más que alargado. Aquello no podría ser otra cosa que un consolador, a menos de que tuviera un segundo, enrevesado y peculiar uso en manos del Espada, y no nos referimos a un rebuscado uso sexual, que también.

Gra-gracias, supongo. — contestó con sátira, dejando el "instrumento" a un lado. — Bueno, creo que tendréis mucho de lo que hablar, así que será mejor... — prosiguió Karatoraba, incorporándose, insinuando que abandonaría el despacho en caso de no ser detenido.

No quería importunar a nadie, es lo que su Código marcaba. Y, puesto que no tenía nada que hacer que le sirviera de excusa, aceptaría de buen grado, al menos eso exteriorizaría, que se le pidiera continuar allí sentado. En tal caso se limitaría a seguir observando, con curiosidad, las impresiones que en Equidna levantaba el bueno de Kenzo.



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OFF: Perdón por el retraso... ^^


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Mensaje por Zyra Equidna Mar Jul 20, 2010 10:30 am

Con la misma cara de inocente, con la cual la serpiente tentó a Adán y Eva, Zyra escuchó con atención las explicaciones de Karatoraba, alias “hombre-pipa”, llegando a decir que… lo que le decía era bastante previsible, y sabía casi lo mismo que hacía un par de minutos.

“A este como un día le pillen los shinigamis para interrogarlo… poco sacaran en claro. No se si aliviarme o compadecerme…”
pensó, irritada, conteniendo un suspiro exasperado.

¡Por Dios, era más simple y lógico que el asa de un cubo! ¡Normal que ambos fueran poderosos, dado las posiciones que tenían! ¿No podía dar más detalles? Forma, estatura, gustos, debilidades, forma de hablar, ¡hasta sus manías! Se podía decir mucho de una persona, ¡había manuales enteros para describir personalidades! Y ese… “hombre”, solo le daba esa pobre explicación, ¡y encima decía que uno, Kenzo, era “difícil de describir”!

“Creo que ya se porque se fue de esta sección… típico de los hombres ¡Argh!”

Iba preguntarle más detalladamente a que se refería, con la mejor de sus sonrisas, (por supuesto, la educación era lo primero, y ella, como mujer, tenía que enseñarles/amaestrar a esos hombres como se debían hacer las cosas) ya que parecía que el chico necesitaba ayuda a la hora de hablar y dar información, pero he aquí que el 4º Espada hizo su aparición. Su molesta aparición, hay que decir, por que 1º: no había llamado, ni anunciado su llegada, es decir, ya había subido de nivel en cuanto al “cariño” que Zyra le mostraría y 2º la había interrumpido mientras interrogaba al hombre-pipa.

Es decir, si las miradas matasen…

Pero lo que ya la crispó, hasta el punto que creyó que sus dedos eran serpientes deseosas de abalanzarse sobre su cuello fue lo que lo de los pies sobre la mesa y el calzón que sacó como si fuera el descubrimiento del siglo entre el papeleo.

“Nunca meteré mis manos entre esos papeles”
pensó, asqueada, al imaginar lo que se podría encontrar.

Y justo estaba imaginando, y a la vez no queriendo imaginar, las cosas que podría encontrarse, cuando volvió a la situación y al cuarto… y se vio con esos dos hombres… y uno de ellos sosteniendo un maldito consolador.

El agradable pensamiento de quemar el cuarto y sus dos ocupantes masculinos, junto con el consolador, recorrió agradablemente su imaginación, calmando sus ánimos, y dándola fuerzas. Quien sabe… la vida era muy larga, y ella tardaba en olvidar…

Cogió aire, como inspirando fuerzas, y habló en un tono seco, pero educado…

- Tu debes ser mi superior... -
era algo obvio, pero fue lo primero que se le ocurrió decir. Carraspeó y su voz cobró algo más de fuerza, junto con un ligero tono venenoso. –Si sigue sentado en esa postura pueden ocurrir accidentes… ya sabe, puede caerse- comentó, como quien no quiere la cosa, mientras entrecerraba los ojos. ¿Por qué tenía que tener sus pies más cerca que su cara? No, joder, no. Bastardos… los hombres eran como lobos salvajes. Ya se encargaría ella de meter en cintura a esta sección… primero sutilmente, como las serpientes, pero luego… a mordisco abierto, al cuello. –Ejem... -tosió- He venido aquí para presentarme... estoy a vuestro servicio- inclinó ligeramente la cabeza hacia el Espada, pero sin bajar la mirada. Una cosa era el respeto mal aceptado, y otra cosa la humillación y sumisión.

Miró por el rabillo del ojo como Karatoraba se iba, y sinceramente… no lo lamento. Solo le quería como fuente de información. Si hubiera sido una mujer hubiera tolerado su presencia, pero… no era el caso.

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OFF: Yo tambien lamento el retraso TT Me costo arrancar, nunca mejor dicho ^^U
Zyra Equidna
Zyra Equidna

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