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Kido en grupo en inexpertas manos, ¿peligrosa combinación?

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Mensaje por Shihōin Katō Miér Feb 02, 2011 6:31 am

El lugar donde aquellos shinigamis habían sido citados era conocido por pocos privilegiados. Seruberu, Guardián de las Artes Demoníacas. Cerbero, el demonio guardián de las puertas del Inframundo griego. Su nombre había sido cuidadosamente elegido por su diseñador y constructor, pues aquellos místicos muros protegían al exterior del infierno que podría llegar a desarrollarse bajo la cúpula de aquella sala.

Se trataba, en efecto, de una enorme cúpula, donde ni paredes ni techo existían, sino una simple y lisa superficie blanca, tan pulida como el más puro mármol. Confeccionada, en apariencia, en una sola pieza, la sala contaba con unos quinientos metros de diámetro y alrededor de trecientos de alto. Ante la monotonía del terreno, sólo destacaban en él un orificio en la cúspide de la cúpula, de unos cinco metros de radio, por donde entraba la claridad del sol, que se reflejaba con maestría sobre la inmaculada superficie de la sala, iluminándola como si el techo estuviera ausente. Bajo aquel orificio, el piso se encontraba algo hundido, formando un círculo alrededor del cual se encontraban, labrados en la piedra, una serie de arcanos símbolos similares a los que los allí invitados había podido observar en el portón que franqueaba aquella sala.

Justo allí, en el mismísimo centro de aquella circular, les esperaba Kato. Los recibió con una amplia sonrisa, tan propia de él, de pie y con los brazos entrecruzados en una pose extrañamente distendida. Quizá su imagen no encajaba en aquella majestuosa sala, tan seria y aburridamente monótona. Quizá pareciera que Kato restaba importancia de Seruberu, que no apreciaba su perfección, que no había sido impresionado por ella como, seguro, los nuevos visitantes estaban ahora. Pero nada más lejos de la realidad. El Capitán del Quinto Escuadrón admiraba el trabajo de Corcaigh, tejedor de aquellas paredes, y respetaba en consecuencia a Seruberu, como si de un lugar sagrado se tratase.

Sin variar más allá de lo estrictamente necesario su postura, el Shihoin abandonó el místico círculo, acercándose un par de metros a los shinigamis. Con un ademán de su cabeza invitó a acercarse a los presentes. Con paciencia y, reflexionando poco a poco en cómo sorprender, a la vez de enseñar, con uno de sus excéntricos numeritos, Kato esperó a que los citados dioses de la muerte recorrieran los dos centenares de metros que los separaban.

— Bienvenidos a Seruberu, la piedra angular del Departamento de Investigación Kido. Normalmente no se realizan entrenamientos bajo este techo, no con rasos al menos, pero hoy haremos una excepción... así tenéis una excusa para conocer esta sala. — comentó, a modo de saludo informal. — Si encima ayuda a que os dé curiosidad por la investigación, encantado me hallaré. — añadió, elongando aún más su sonrisa. — Veo cara de circunstancia en vosotros. Os estaréis preguntando que qué hay de especial en esta simple sala, me imagino. — seguro que no se aventuraba mucho al intentar leer el pensamiento, las dudas, de los allí presente. — Pues, bien... siempre me gusta seguir el consejo de alguien sabio que una vez dijo... "Cuéntame y lo olvidaré, enséñame y lo recordaré. Involúcrame y lo aprenderé."como siempre, acompañó esta enigmática frase con una, algo rara esta vez, sonrisa. — Espero que aprendáis.

Sin mediar otra palabra, y antes de dar tiempo a las mentes del lugar a olvidar su extraña frase, Kato desenlazó su brazos y dirigió la palma de su mano diestra a la derecha de los recién llegados. Y sin mediar palabra también, un fogonazo surgió de sí, una enorme bola de fuego que se dirigió con estrépito hacia el piso, donde desapareció. No se volatilizó, ni se teletransportó, no. Simple y llanamente desapareció, como tragada por la lisa y albina superficie que quedó tan inmaculada como un segundo atrás, sin rastro de quemadura ni deterioro alguno.

— ¿Todo claro? ¿Alguna pregunta? — dijo, como si nada de aquello hubiera pasado. — Pues bien, como habrá alguna que otra cara conocida, lo mejor es que os presentéis en voz alta antes de comenzar a explicar... cómo serán vuestras últimas horas de vida. — sonreía, cómico.

Broma tonta, sí. Pero quizá no tan alejada de la realidad. Todo dependía de los titubeantes shinigamis que estaban a punto de dar el primer paso y adentrarse en el siguiente nivel del dominio de las Artes Demoníacas. La elección del lugar, después de todo, no había sido al azar. La invitación de un miembro del Cuarto Escuadrón tampoco.

Tampoco era tiempo para preocuparse con conjeturas. Ahora tocaba recibirlos, analizar la primera impresión que aquel extraño grupo de shinigamis, cada cual más diferente del otro, observar si había concentración y entusiasmo por aprender. Kato, con sus palabras, pretendía añadir respeto a la ecuación, que no miedo. Debían ser conscientes que el kido, ya de por sí peligroso, estaba a punto de ser potenciado al invocarse a través de aquellas arcanas artes, y precisamente éso pretendía leer en sus ojos.






_______________________________________

[OFF] Aclaración para el roleo:

Os encontraréis ante el portón de la sala, que está rodeado por un extraño marco con símbolos desconocidos grabados en ellos. Cuando estéis todos, la puerta se abrirá y pasaréis todos a la vez. Se entiende que no tenéis que esperar a que todos posteéis, pero sí que al rolear lo tengáis en cuenta de que no vais solos. Si queréis especificad quien entra describir a los que ya postearon en la Convocatoria, pero tened en cuenta de que podrían unirse alguno más. Ya habrá tiempo más tarde en describir al resto.

Norma para todo el hilo: Tras un post de cada uno de vosotros intervendré yo, y en OFF, como este mensaje, os dejaré las instrucciones a seguir.

"BONUS":
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Mensaje por Suzuhara Sakurai Miér Feb 02, 2011 11:33 am

Los haces de luz de aquel día cálido y agradable caían casi con verticalidad sobre el portón de entrada al Seruberu, delineando con sombras el relieve de las rúnicas inscripciones. El clima era cálido, aunque no severo en exceso. Uno propio de aquellos días que separan el fin de la primavera con el inicio del periodo veraniego. Esos días que Sakurai tanto agradecía.

Bajo el sol, su tostada piel relucía con limpieza y tersura, remarcando sus parcialmente descubiertas líneas corporales. El cabello negro y liso, por su parte, caía grácilmente sobre su espalda, dejando las facciones de su rostro al descubierto. Lucía una prudente sonrisa.

Por el momento, se hallaba sentado en el suelo, con las piernas cruzadas en posición de indio y la mirada desviada ligeramente hacia el piso frente a él, donde reposaba, sobre los flancos de sus gemelos, un pequeño libro de tapas celestes, abierto por alguna de las páginas centrales. Se trataba de un pequeño volumen de literatura tradicional japonesa; un recopilatorio de leyendas y mitos locales, para ser más precisos; que el Suzuhara gustaba de llevar consigo para aquellos típicos momentos de tediosa espera. Si había algo que aquel noble no soportara – entre otras muchas cosas – era estar parado sin hacer nada; cosa que sus mentores, ya desde joven, habían aprovechado para inducirle aquella pasión lectora que todavía conservaba.

Siendo así, y sumido como estaba en la lectura de su bien cuidado ejemplar, apenas se dio cuenta de la llegada del resto de citados. No, al menos, hasta que ya se hallaban allí todos. Entonces se levantó, sacudiendo con poco ímpetu el polvo de su atuendo, y se aproximó un par de pasos a la entrada de la cámara. Casi como si le hubieran leído en pensamiento, las hojas del portón se abrieron, cediéndoles el paso al interior de la estancia, donde ya esperaba el Shihōin, sonriente como solía acostumbrar. Al ver el gesto en su cara, le devolvió amablemente la sonrisa, sin detenerse en su andar hacia su antiguo maestro.

Para él, siempre era agradable retornar a los viejos hábitos, recuperar las costumbres que durante tanto tiempo mantuvo, mientras duró su estancia en el 5º Escuadrón. Tenía demasiados buenos recuerdos como para olvidarlo; pues prácticamente había dedicado su vida como shinigami al servicio en el Escuadrón especializado en kidō, y siempre bajo la atenta tutela del Shihōin. Pero esta vez había una diferencia: acudía al entrenamiento en calidad de curandero, de miembro del 4º Escuadrón, en lugar de cómo practicante del kidoō ofensivo como venía siendo habitual.

— Saku, ¿realmente crees que va a ser necesario que curemos a alguien? No sé…hasta dónde tendrá pensado llegar Shihōin-taichō…?

— "Kato-san, Kagami; llámale Kato-san, que hay confianzas. Además, ya te imaginas lo que nos haría nuestro mentor si te oyera llamarle con tanto respeto…" — sonrió levemente — "Probablemente nos mandase directos a la Academia a limpiarle los mocos a los futuros chicos del 5º Escuadrón" — murmuró en su mente, mofándose en parte del rechazo que sentía el Shihōin por tales formas de cortesía. Él, por su parte, y pese a no tener por costumbre alardear de su condición como noble de alta cuna, no rechazaba tales tratamientos. Quizás fuera por orgullo o por su tan profusa educación en tales aspectos desde la niñez, pero no sentía reparos en mostrarse tal cual era, condición de noble implícita.

— "De todas formas..." — continuó, regresando al anterior tema — "no creo que haya un gran peligro. Kato-san no es de los que pone en riesgo la salud de sus compañeros a la ligera…"

— Uuummm… — murmuró Kagami, como pretendiendo hacer que pensaba algo con detenimiento. — No pensaste lo mismo cuando nos lanzó un Hadō 88 aquella vez, ¿lo recuerdas?

— "Emmmm…¡Espera, tiempo muerto…! ¿Kagami, tú… haciendo chistes? ¡Esto es novedoso…!"

— Muy gracioso, Saku…

— "Sabes que va con cariño…"

— Si, ya…— masculló, casi poniendo morritos desde su arenisco mundo interior, para sonreír agradecida al momento siguiente. Desde luego, shinigami y zampakutō no podían quejarse de la compenetración que compartían. El tenerse el uno al otro, era una de las pocas cosas con las que podían contar cuando todo lo demás fallaba. — De todas formas, tú mantén los ojos bien abiertos. No creo que el haber venido hasta esta sala en especial haya sido por capricho, con la cantidad de campos de entrenamiento al aire libre que hay.

— "Tienes razón, y sobre todo con el buen día que hace hoy…"

— ¿Me tomas el pelo? ¡Te hablaba en serio, baka…! No tienes remedio…


Y al segundo siguiente, casi sin dar tiempo al Suzuhara de preparar una respuesta para su afable zampakutō, el Capitán del 5º Escuadrón inició su pequeño discurso de bienvenida. No se alargó mucho, sin embargo, hasta dejar caer una enigmática sentencia, como preámbulo a la demostración:

La bola de fuego lanzada por el Shihōin colisionó contra el suelo frente a los shinigamis, desapareciendo al momento sin dejar rastro, estela ni explosión. Ni tan siquiera el más ligero signo de haber desmejorado el suelo liso e impoluto. Como si toda su energía hubiera sido absorbida por la propia cámara. Entonces Kato volvió a retomar la palabra, incitando entre otras cosas a que se presentasen ante el resto. Al momento, Sakurai dio un paso al frente y, realizando una lígerísima reverencia de cabeza, expuso, rotundo:

— Suzuhara Sakurai, del 4º Escuadrón, a vuestro servicio. Tengo el placer y honor de ser un antiguo miembro del 5º Escuadrón y haber aprendido bajo la tutela de su actual capitán. — dedicó una inclinación de cabeza, algo más pronunciada que la anterior, en señal de deferencia. — Dicho lo cual… — se frotó las manos con impaciencia. No le gustaba andarse con rodeos. — Shinasai, Kagami no shinsei…

Al momento los dorados guanteletes en forma de garras blindaron sus largos y poderosos dedos. Como si una felicidad repentina le hubiera invadido, dio un par de botes sobre el suelo como calentando, al tiempo que entrechocaba las gigantescas garras, produciendo con ello un ruido vibrante y metálico. Describió un círculo con el cuello y subió y bajó un par de veces los hombros, como desentumeciendo los músculos descomunales de su espalda.

— Ya estoy impaciente…¿empezamos? —mostró los blanquísimos dientes en una sonrisa cuasi carnívora, con la emoción rezumando por cada poro de su piel. Aquello prometía ser divertido…
Suzuhara Sakurai
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Mensaje por Otsuka Isono Jue Feb 03, 2011 10:20 am

La perezosa salida del sol comenzaba su lento ascenso por aquel infinito lienzo celeste, casi blanquecino, despertando a los impacientes que ansiosos, no querían malgastar ni un sólo ápice de su radiante luz. Colándose por las renjillas, invadía la austera intimidad de aquella mujer. Pese a la intempestiva hora, el futón ya estaba recogido y guardado; las dimensiones de su habitación en el escuadrón no le permitían moverse todo lo libremente que hubiera deseado, así que necesitaba una particular dosis de órden. Permanecía sentada sobre sus talones con el hakama a medio poner, doblado sobre el regazo hasta que tuviera que ponerse el keikogi; con manos diestras, iba desplanzando minuciosamente las vendas de hilos alrededor de su pecho. Normalmente, extendía el sarashi algo más por debajo del pecho hasta la cintura; le daba más seguridad y comodidad ya que no intervenía en la torsión natural de la cintura. Acto seguido tomó una cinta de cuero que descansaba a su lado, enlazándola entre sus largos dedos. Acunó el pelo a mitad del cogote para anudarlo con la cinta, dejando que su abundante melena carmesí cayera como una cascada a su espalda. Su cuello esbelto similaba a un cisne ahora que quedaba descubierto, pálido y esculpido a conciencia; delineando la máscara alabastrina de su rostro, fría, distante, con un ligero deje de arrogancia marcado en el elevado arco de sus cejas. De una dimnuta cómoda de dos cajones, sacó una pequeña caja de nácar con un crisantemo dibujado en líneas negras y un ligero pincel de cerdas cortas y aplastadas; abrió la tapa de la capita mostrando una pasta negra como la noche. Deslizó las cerdas del pincel sobre la supercifie horadada, adhiriéndose la sustancia. Dibujó una esbelta línea negra sobre el párpado superior enmarcando sus intensos ojos con un matiz candente. Fue la única muestra de coquetería femenina que se concedía Isono en su férrea disciplina; la pragmaticidad era un mandato rutinario en su vida, tanto que a menudo las cosas se le complicaban más de lo habitual.

Terminó de ponerse el keikogi y atándose el hakama; tomando a Sangeki por la guarda salió de su habitación en dirección a Seruberu, donde Kato los había congregado para el entrenamiento. Ya conocía el camino; Seruberu no le era desconocido pues tuvo la suerte de haber podido pisar su inmensa blancura antes de aquel entrenamiento. Comprendía las razones del capitán: entre novatos siempre era mejor ser precavido.

El sol presagiaba una mañana cálida y gratificante, perfecta para estar tumbados al sol y dejarse adormilar por el aire tibio; tanto, que casi sentía lástima ante la idea de encerrarse en una sala y desperdiciar un día tan bueno. Caminaba despacio por los pasillos contemplando la cálida luz que envolvía las dependencias del escuadrón, sintiéndose embargada por una sensación de sosiego poco común.

Nostalgia... El dulce pesar que enternece al espíritu y aplaca la ira; el anhelo suspirante de noches eternas y mañanas vacías; la promesa olvidada de años pasados que despierta una memoria complaciente, como una caricia al abrir los ojos o un codiciado beso... No te imaginaba tan nostálgica, Isono; creía, tal vez de forma ilusa, que estabas centrada en otros asuntos como el entrenamiento de hoy , musitó Sangeki dejando que la contagiosa dulzura de sus ecos se desvancieran como una piedra rompe contra la superficie de un estqnue en quietud. Déjate seducir por la melancolía en otro momento menos inoportuno. Tu atención debería estar únicamente sobre tu kido no abstrayéndose en alguna parte, la recriminó resonando cavernoso en algún lugar de sus ruinas húmedas por la lluvia.

A su debido momento, Sangeki; necesito dejarme ir tanto como mantener el control. Me es imposible estar concentrada todo el día, más cuando me cuesta sacar un instante para mí. Imaginaba que entenderías eso mejor que nadie: todo ha de estar en equilibrio, incluso yo, repuso la shinigami observando a los reunidos en el pasillo.

Tal vez, pero no te confíes, concedió el espíritu bicéfalo saliendo tras un saliente rocoso cercano a aquella gigantesca puerta de acero y madera. Nunca me ha gustado sentirnos un fracaso. Recuerda: si pisas con el derecho debes compensar con el brazo izquierdo, si hay dolor que sea un sentimiento esclarecedor; que el odio se torne frío hielo y la pasión en templanza. Confió en ti, Isono, concluyó Sangeki antes de perderse tras la puerta.

Por una vez no enfundó su zampakutou en el cinto, sino que la mantuvo sujeta en su mano; era el peso de sus posibilidades, su balanza imparcial. No importaba que Sangeki estuviera con ella, ni fuera su más enigmática y enrevesada intimidad, que pese a ello, siempre era imparcial. Alzando ligeramente la barbilla continuó avanzando hasta la puerta que sellaba a Seruberu; ondeando sinuoso su cabello con cada paso.

-Buenos días -saludó sin centrarse en nadie en particular-.

Todos reunidos, Kato no demoró la espera antes de invitarlos a pasar al interior de la cámara. La impoluta blancura de Seruberu podía resultar intimidante, aunque una vez dentro esos sentimientos incómodos se sustituían por una sensación de fría calma. No era un lugar ni siquiera mínimamente acogedor, pero si tranquilo y predispuesto al trabajo. El capitán hablaba a todos los presentes, declarando sin palabras la decisión de haberlos llevado hasta allí no sin su habitual informalidad; tal vez mesurada pero igualmente presente. Las palabras de Sangeki le habían infundado ánimos por primera vez en algún tiempo y estar allí, la hacía sentirse cercana al lugar.

Sería una mañana prometedora.

Tras escuchar a Suzuhara Sakurai presentarse ansioso por comenzar el entrenamiento, ella misma dio un pequeño paso al frente, decidida.

-Otsuka Isono, quinto escuadrón -se presentó sin florituras ni tonterías; estricta, protocolaria y fría, como siempre-.

Regresó a su posición dejando en el aire cierta emoción contenida.
Otsuka Isono
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Mensaje por Daiki Namegawa Vie Feb 04, 2011 2:01 pm

Aquel día era muy parecido a otros, Daiki estaba dormido en su habitación como era costumbre. Al cabo de unos minutos Daiki se levanta mas torpe de lo normal producto al sueño mientras arrastraba sus pies y se acerca hacia la ventana, el sol salia frente a sus ojos lentamente hacia arriba anunciando un gran día o por lo menos haci creía Daiki. Mientras se servia una taza de té una cinta roja amarrada en su muñeca y golpe viene a su cabeza, con su palma golpeo su frente y dijo:

- Cierto... Hoy es entrenamiento de kidoh, debo apresurarme.- tomo su taza rápidamente lo que provoco que se quemara la lengua, ignorando aquel incidente Daiki continua preparandoce para el día, tomo a tsukihime salia apresuradamente de su habitación terminando de vestirse mientras corría y trataba de recordar donde era. Al cabo de unos minutos corriendo recuerda el lugar, se detiene pone ambas manos en sus rodillas y dice:

- Creo ... que es mala ... idea correr. Necesitare estar a mi máximo hoy.- jadeando se incorpora y camina hacia el lugar de encuentro. Cuando llega a lugar queda impresionado por aquella enorme estructura, parecía estar hecha de un material muy fino y de un color blanco que por poco encandilaba. Luego Daiki dio unos pocos pasos y vio un grupo de gente en el cual se distinguía un hombre alto y macizo , de tes morena y cabellos blancos, el cual parecía ser el capitán del escuadrón, al cual Daiki no conocía hasta este momento, luego miro nuevamente al publico y distinguió a Isono por su cabello que era prácticamente inconfundible. Al cabo de unos minutos parecía que había que presentarse primero fue un tipo cuyo nombre era Suzuhara Sakurai, después de la presentación de Isono, Daiki dio se acercaba al grupo y dijo:

Daiki Namegawa quinto escuadrón, espero no llegar tarde.-mientras se disculpaba haciendo una reverencia.
Daiki Namegawa
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Mensaje por Amai Satou Vie Feb 11, 2011 12:24 pm

- "La otra izquierda, ¡TORPE!" -

¡¡PAFF!!

Amai se levantó con relativa facilidad del suelo. El chico solía entrenar todas las noches sin descanso, pero esta vez había hecho una excepción. Decidió dormir toda la noche, a cambio de entrenar un poco al día siguiente al margen de lo que hiciese con el capitán. Se lo había prometido a sí mismo. De este modo, recién entrada la aparentemente agradable mañana se vendó los ojos y se lanzó a los pasillos de su escuadrón. Su querida, aunque a veces cínica, zampakutou, le guiaría en su travesía... aproximadamente.

Recordaba en gran medida la distribución de su propio escuadrón, lo cual no le sirvió para evitar un par de caídas y choques con otros shinigamis. Saya era una chica diligente, mandona y severa cuando quería, y amigable en otros casos. Podía comportarse como al propio Amai mejor le viniese.

Transcurridas las dos horas, Saya puso rumbo al famoso Serubero. Amai caminaba con paso torpe e indeciso, pensando a cada paso que daba, o a cada orden que la otra formulaba, tropezaría de frente con alguien importante. Imaginó tropezar con Koyuki, y se detuvo en seco durante unos segundos... luego recordó lo remota que era esa posibilidad.

Llegado a Serubero, Saya le guió hasta la puerta y una vez atravesada, exclamó en su interior: - ¡ALTO! -. Satou se detuvo, y desanudó el vendaje de detrás de su cabeza. Guardó las vendas en el keikogi, y lanzó un vistazo a la sala. unos pocos shinigamis iban solo unos pasos por delante suya, y en el centro de la sala, esperaba el joven Shihouin. Con el día tan bueno que parecía hacer, había tenido suerte de la filtrada iluminación del habitáculo, aunque quizá sería el único. Sus pupilas tardaron unos segundos en ajustarse a la claridad, y tras frotarlos un par de veces, retomó el camino añadiéndose al grupo.

Tras la pertinente Capiparrafada, Kato hizo una pequeña demostración de las habilidades de aquella habitación. El suelo se tragó la bola de fuego como si le hubiera pegado con un simple diagrama. Era un lugar, cuando menos, interesante.

Sakurai se presentó entusiasta. Isono seca y el otro chico, al que Amai no conocía y que decía llamarse Daiki, parecía estar agotado. El joven shinigami, simplemente, esbozó una amplia sonrisa, similar a la que plasmaba el capitán en su rostro, y mano sobre mano en el regazo, hizo una formal reverencia ante su capitán.

- Soy Amai Satou. Un placer entrenar con usted, Shihouin Kato-sama... - dijo con el típico tono sarcástico con el que solía referirse a su capitán. Habían sido compañeros, y esperaba que esa cercanía no se perdiese...
Amai Satou
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Desaparecido
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Mensaje por Kawasumi Hotaru Jue Feb 24, 2011 9:17 am

Hotaru no lograba conciliar el sueño. Se había metido en el futón y había permanecido con los ojos abiertos de par en par, incapaz de cerrarlos, contemplando el techo de la habitación en penumbra y sin poder hacer otra cosa que escuchar, ahíta de pasividad, el murmullo constante del viento contra el cristal de las ventanas. Le costaba acostumbrarse a su nuevo horario de patrullas tanto como tener que irse a dormir sin estar realmente cansada, y eso era un verdadero problema, porque no paraba de darle vueltas a cuestiones que la mantenían despierta hasta bien entrada la madrugada y terminaban por dejarla marcada con un desagradable sentimiento de frustración.
Agobiada, apartó la fina colcha de una patada y se puso en pie.

"Shiro. ¿Andas por ahí?"
preguntó sin hacer uso de la voz, mientras tanteaba los cajones de su cómoda en busca de la larga pipa de madera y la bolsita de tabaco aromático que tanto bien le hacían en las noches de insomnio. Aguardó alguna respuesta del espíritu de su zampakutoh, pero ya imaginaba que ésta no llegaría.
Entenderse el uno al otro era sencillamente imposible, y tal vez por eso mismo la comunicación entre ambos iba cada vez a menos. La shinigami se negaba a reconocerlo, pero temía que el distanciamiento fuera cada vez mayor y no pudiera hacer nada por evitarlo. "Si hicieras un pequeño esfuerzo en comprender lo que soy..." solía lamentarse él a veces, pero Hotaru se encogía de hombros en cada ocasión que le oía decir lo mismo.

El tabaco empezó a humear cuando succionó la pipa, velándole por unos instantes el rostro como cortina de niebla. Con el eco que producía el golpe de sus talones de fondo, se encaminó hacia la ventana para abrirla y arrojó la cerilla todavía encendida al patio exterior. Esperó apoyada en el alféizar a que la pequeña astilla se consumiera y la brisa dispersara sus restos.
Sobre su cabeza, el lienzo estrellado parecía brillar con luz desconocida.

-Un pequeño esfuerzo, ¿eh?- empujó las palabras junto a una bocanada de humo, que se perdió en la noche. Con la mirada turbia, siguió fumando largo rato, hasta que la llama de la pipa se extinguió.- Tal vez lo considere.

El chirrido de las ventanas cerrándose fue lo último que se escuchó.


Había amaneció despejado, sin la menor amenaza de lluvia; el cielo de aquel deslumbrante día presentaba un tono azul índigo que palidecía a medida que el sol alzaba su cabeza desde el horizonte. A esas horas tan tempranas, los fuegos ya habían sido encendidos y el ambiente del comedor del Tercén Escuadrón estaba cargado de olores que despertaban el hambre de los madrugadores. Sentados en pequeños grupos o en solitario, algunos shinigamis se apresuraban a dar cuenta del desayuno antes de comenzar la jornada de guardias y patrullaje. Una risa grave, masculina, hizo que Hotaru alzara la mirada del cuenco que agarraba con la mano izquierda, buscando con ojos curiosos el origen de la misma.

-... y entonces se lo quité a ese memo y le prohibí acercarse a la sala de zanjutsu. Un marica como él no tiene derecho a estar molestándonos con su presencia. ¡Como si de verdad supiera manejar una espada!

Todavía con los palillos en la boca, enarcando una fina ceja, la mujer estudió el conjunto de rostros que sólo conocía de vista y siguió escuchando.

-Haaa, Hiro-kun... Se le debió quedar cara de idiota cuando lo hiciste.

-¡Ya lo creo! Le faltó poco para echarse a llorar. Menuda nenaza... Pero ahora no podrá ir al entrenamiento sin esto.

Rieron de forma desagradable, burlándose de aquel pobre diablo. La peliblanca comenzaba a perder interés en la conversación cuando vio el papel arrugado que agitaba el tipo grandote que se pavoneaba ante sus amigos. No tardó en ponerse de pie y plantarse a sus espaldas a base de largas zancadas, arrancándole la nota de las manos. Ante la mirada estupefacta del grupo, leyó con rapidez la circular. Una sonrisa sesgada hizo aparición en su pálido rostro.

-¡Eh, tú! ¿Pero qué te has creído?
- le espetó el shinigami en cuanto recobró la compostura, haciendo amago de levantarse para encarar a la atrevida mujer- ¡Devuélv...!

¡PLOF!

Con un veloz movimiento, Hotaru llevó su mano hasta la nuca del hombre y le estampó la cara contra el plato que estaba comiendo. Algunos vasos se volcaron y salpicaron su contenido hacia los comensales por la fuerza del golpe.

-A cerrar la puta boca, gilipollas. Te requiso la nota en nombre del Teniente Wonderwall y de su santa madre. ¡Quédate reflexionando sobre lo que has hecho con la jeta pegada en la mesa y ve preparándote para el expediente que pienso abrirte!

Y antes de que pudieran reaccionar y darse cuenta de que no tenía autoridad para hacer algo así, recogió sus cosas y se fue a todo correr sin mirar atrás, derecha al Quinto Escuadrón.
Ya buscaría alguna excusa que darle a Lyra más tarde.

Pasado un buen rato, tras haber tomado el camino equivocado un par de veces y mostrar la circular cada vez que preguntaba por su ubicación, consiguió dar con el portón en forma de arco en el que, supuestamente, habían sido citados los miembros de la División especializada en el manejo del kidō.
Sus pies frenaron en seco y se detuvo unos instantes para admirar, con la boca entreabierta y la fascinación pintada en el rostro, la estructura de la impresionante cúpula.

-¡Joder!- dejó escapar inconscientemente de sus labios- Cómo se lo montan estos del Quinto...

Luego, recordando que había ido con el objetivo de autoinvitarse al evento -o como ella prefería decir: subsanar el error que cometieron al no avisarla de que se celebraría-, caminó con entusiasmo hasta acortar la distancia que la separaba de los que habían llegado antes. Sonrió, divertida, al atisbar una cabellera pelirroja apenas a un par de metros de su posición. Isono iba a acabar harta de que coincidieran últimamente con tanta frecuencia.

-Kawasumi Hotaru- se presentó, llegado el momento. Mantenía la espalda erguida, las manos en la cadera y la barbilla ligeramente alzada, rodeada por esa perenne aura de altivez que siempre la acompañaba.- Del Tercer Escuadrón.

Y permaneció tranquilamente en su lugar, sin la menor intención de justificar su presencia allí por propia iniciativa.

---
[OffRol]: Lamento la tardanza ^^u y la rayada que es el post... xDU
Kawasumi Hotaru
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Kido en grupo en inexpertas manos, ¿peligrosa combinación?  Empty Re: Kido en grupo en inexpertas manos, ¿peligrosa combinación?

Mensaje por Shihōin Katō Mar Mar 08, 2011 11:56 pm

Todos habían sido introducidos. Había quien incluso había comenzado ya el entrenamiento, pensaba Kato al mirar los relucientes guanteles de Sakurai. El grupo era de lo más variopinto. Los shinigamis iban desde los miembros más lógicos a aquella reunión, como eran los rasos de aquel Escuadrón, Isono y Namegawa y el tercer oficial Satou, hasta un miembro del Cuarto Escuadrón aunque ex-subordinado y amigo de Kato, pasando por un infiltrado miembro del Tercer Escuadrón que decía llamarse Hotaru. No iba a ser el Capitán quien vetase la entrada a nadie, puesto que al
fin y al cabo la invitación al entrenamiento era extensible a todo shinigami del Gotei. Conocida es la opinión del Shihōin sobre la falta base de kido entre los guerreros de la Sociedad de Almas. Sin embargo se mostró sorprendido por la llegada de alguien ajeno a su escuadrón y que no hubiera sido invitado. De igual manera, la recibió con una amplia sonrisa como a todos. O casi, porque la hiperbolizada presentación de Satou fue contestada con una mirada fulminante de ojos entornados. No pretendía dejar de seguir el juego que esos dos se traían entre manos.

Kido en grupo en inexpertas manos, ¿peligrosa combinación?  File?id=dgmnww6x_264hggxmkcc_b

En silencio y sin ninguna prisa, una figura menuda se acerca a los allí reunidos, con pasos cortos y medidos. Sin mediar palabra. Cuando está junto al gigantón, a parte de crear una escena algo cómica al situarse al lado de tremendo portento físico con su enclenque y anciano cuerpo, el viejo rompió su silencio:

— Ya está todo listo para comentar, Kato-kun. — informó Corcaigh, escueto. — Además, veo que no haré falta por aquí. — dijo mirando secuencialmente a los ojos
de Sakurai y a sus resplandecientes guanteles. Con sus nudosos dedos, golpeó un par de veces aquel shikai tan enigmático haciendo sonar su caracterísitico tintineo. — Buena suerte, hijos.

Se giró, pero Kato no le dejó alejarse demasiado.

— Espera un segundo, Corcaigh-sama. Quizá sí que haga falta tu ayuda. —
Tras soltar aquello, sin más explicaciones, miró ahora al fornido oficial. — Puede que quieras recordar viejos tiempo y unirte, como uno más, al entrenamiento. Así sacarás algo más de provecho de ésto que si sólo te limitas a esperar por si algo pasa. ¿Qué te parece?

Corcaigh, sin necesidad de que nadie le indicara nada, se giró sobre sí, introdujo cada mano en la manga contraria de su keikogi y esperó con paciencia la respuesta de Sakurai. Una vez asintiera éste, el anciano se alejaría, quedando un tanto apartado de la escena. Antes de que se sentase, Kato volvió a dirigirse a él:

— De todos modos va a hacer falta un puesto más en nuestro círculo, tenemos una invitada sorpresa. — indicó, refiriéndose a Hotaru.

Corcaigh, sin que su Capitán tuviese nada más que añadir, hincó las rodillas en el borde del
círculo que brillaba de manera inconstante en el suelo y apoyó las palmas sobre él, cerrando los ojos. Dicho círculo brilló con más intensidas y sus símbolos se movieron y giraron, elongando su perímetro y apareciendo un nuevo hueco más en la composición. El dibujo quedó de tal manera que un gran círculo palpitante, cuyo centro era el mismo que el de la enorme sala blanca, y que se componía de una larga red de ramificaciones que partían del eje hacia el exterior. En cada rama, símbolos arcanos brillaban secuencialmente y se movían, algunos. Para acabar, cada red comunicaba con otros cinco círculos, más pequeños, que limitaban el lugar de cada shinigami en aquel complejo.

— Por favor. — se hizo notar Kato, de nuevo, cuando Corcaigh acabó su labor. — Tomen posiciones, sentáos en cada círculo, en posición de meditación. — indicó.

Pacientemente esperó que todos se encontraran en sus respectivos cubículos. Mientras pudo observar, como todos allí, que los símbolos se paralizaron, dejaron a un lado su constante y parpadeante danza para brillar tenuemente, como si todo ahora estuviera en orden con cada shinigami en su puesto. Y así ocurría, precisamente. Cada círculo limitaba un contenedor de reiatsu y el conjuro que había materializado aquella composición arcana no estuvo completo y en paz hasta entonces.

Fue el momento para que Kato comenzase su explicación y para ello dio un paso al frente, penetrando en el círculo. Éste reconoció su reiatsu como un agente extraño y brilló por un instante en respuesta a su pisada. Y por cada caso volvió a brillar, hasta que el Capitán se hubo situado en el centro del círculo.

— Como sabéis, o deberíais, para el manejo del kidō se necesita cierto grado de control de tu propio reiatsu. Moldearlo a través de tus brazos para controlar y dirigir la energía de las Artes Demoníacas es crucial para que el conjuro no termine explotando frente a ti o contra un aliado. Por ello, desde la academia —
Kato giraba a cada rato, para no dar la espalda a nadie y poder observar cada rostro al mismo tiempo. — se os ha enseñado a controlar vuestro propio reiatsu, a reconocerlo, descender su nivel y elevarlo cuando sea necesario. Hoy, sin embargo, daremos un paso más en su manejo, puesto que es primordial para efectuar conjuros Kidō en grupo. Por lo tanto, — Kato compuso un sello con sus manos, entrelazando sus dedos salvo sus índices, que apuntaban al techo de Seruberu. — la armonía de los reiatsus de todos vosotros debe ser el primer paso en este... espectáculo.

Sobre su cabeza, una vez reinó el silencio, se formó una llama azul, del tamaño de una manzana. Al menos éso parecía, un pequeño fuego, aunque a diferencia de cualquier llama ordinaria ésta permanecía inmóvil y rígida, como si, desafiando las leyes de la física, estuviera congelada.

— Esta llama que veis sobre mí es la representación visual que el círculo donde os encontráis hace de vuestro reiatsu. — explicó. — Aquí donde la veis tan quieta y homogénea, podría ser rápidamente alterada junto con mi reiatsu, por ejemplo, al invocar un hadō. Años de entrenamiento me ha costado mantener mi reiatsu tan calmado, por lo que no os voy a exigir nada parecido. — sonrió pícaramente. — Os voy a pedir algo más complicado: que modifiquéis vuestro reiatsu conforme al próximo hasta lograr que cada llama sea igual a las demás. Para hacerlo más interesante — la llama sobre sí se extinguió. — apagaré la mía para que no podáis usarla de ejemplo, por lo que cada uno deberá adecuar su reiatsu hasta llegar a una consenso grupal.

El Shihōin se sentó, mimetizándose con el resto. Conforme lo hizo, la superficie central del círculo se elevó unos inapreciables milímetros, levitando. Ello le permitía observar lo que ocurría a su alrededor sin necesidad de moverse, pues la superficie iría girando a su voluntad. Volvió a componer el sello durante un segundo, para luego tocar el piso con sus yemas. Una luz albina se extendió excéntricamente hacia cada shinigami, materializando sobre cada cabeza de ellos su propia llama. Las había de todos los tamaños, crepitaciones y movimientos, lo que hizo sonreír más profusamente al Capitán, entendiendo que aquello iba a ser tan divertido como pintaba. Al menos para él, mero espectador de aquel teatro.

— Tampoco se os permitirá hablar, ya que en combate el lenguaje debe quedar relegado a la percepción, mucho más rápida. — volvió a explicar. — Cerrad los ojos durante unos instantes y visualizad cada reiatsu de vuestro compañero, abridlos y comprobad lo sensado. Reflexionad en lo más profundo de vuestra alma, buscad el consenso, el equilibrio entre todos los reiatsus y adecuad al vuestro, transformad vuestra llama hasta conseguir la igualdad en todas.

Dejó latir los corazones allí presentes una docena de veces en silencio, haciéndolos reflexionar, dejando que sus palabras arraiguen en su conciencia.

— Vamos, ¡qué comience el juego! — exclamó, de nuevo con aquella sonrisa traviesa.







____________________________________

[LEED TODO ANTES DE COMENZAR A ESCRIBIR NADA]


Instrucciones de roleo:

Este va a ser una ronda de posteo, o al menos eso pretendo, algo... metafísica. Intentad imaginaros vuestro reiatsu a través de la concepción que tenéis de vuestro personaje. Es decir: ¿cómo es la personalidad, oculta o no, de tu personaje? ¿Cómo se vería su reiatsu si tu personaje fuera un alma inquieta o un ser apacible, sereno y recto? Describir la naturaleza de vuestro personaje a través de la representación de la llama que iconiza a vuestro reiatsu.

Tras esa primera descripción, debéis describir el reiatsu del resto. Obviamente no conocéis al resto, pero sí veis su llama y sentís su reiatsu. A través de cada ficha o de lo que hayáis leído de cada uno, id confeccionando la idea de reiatsu de cada uno y describiéndola brevemente.

La última parte sería la más compleja, pero de no llegar a un... acuerdo quedaría para una segunda ronda de posteos. Trataría de describir cómo modificáis vuestro propio reiatsu hasta
llegar al equilibrio que iguale a todos. Sería relativamente fácil si postearais por orden, pero no será así. Continuad leyendo.


Instrucciones de posteo:


Este es un sistema nuevo y experimental, por lo que espero opiniones, antes y después de su uso, para ver qué tal os parece y saber si gusta para seguir, o no, usándolo. Quiero aclarar antes que no se trata de un menosprecio a vuestras habilidades para no-metarrolear, que estoy seguro de que ninguno lo haría. Sin embargo el sistema me pareció más divertido y sorpresivo. Lo dicho, si no gusta ya no lo usaré más:

1.- Debéis escribir vuestro rol, pero no postearlo. En su lugar debéis postear una frase indicando que el rol está escrito y listo para ser enviado.

2.- El post me lo debéis enviar por MP a mi cuenta. El texto no lo modificaré, por lo que tiene que ir tal y como quieres que aparezca en el post. Es decir, incluid las negritas, cursivas y colores de los diálogos. Todo igual que como cuando posteais normalmente. Sería de agradecer que enviaras el post en modo de Código, pero si no sabéis cómo no pasa nada, ya me las arreglaré.

3.- Una vez tenga todos los post, editaré cada post vuestro -el que indicaba que teníais el post listo, y colocaré vuestro post. Daré unos días para que lo leáis y luego colocaré el post mío como Narrador, indicando los efectos de vuestra tarea.


Aclaraciónes

- La llama será siempre azul, puesto que no es vuestro reiatsu (cada uno lo puede tener de un color o naturaleza) sino que es una representación de éste. Lo que sí variará es el tamaño y movimiento de la llama según sea vuestra naturaleza y cómo controléis vuestra alma y, por ende, vuestro reiatsu. Leed las instrucciones más arriba para entender esto último.

- Al no postear directamente nadie tampoco hace falta esperar el orden de posteo, se entiende. Postead en el orden que queráis.


Última edición por Shihoin Kato el Miér Mayo 18, 2011 1:49 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Suzuhara Sakurai Miér Mar 09, 2011 10:47 am

[AVISO: Lamento comunicar que, por circunstancias entre personales y de motivación, he creído conveniente sacar a Sakurai de hilo, y apartar al personaje en sí del rol durante un tiempo, espero que corto.

Aviso para no chafaros el post luego a mitad, porque describáis mi representación del reiatsu, o similar, y luego tengáis que borrarla. Algo sucederá para que Sakurai deba abandonar el lugar antes de iniciar el entrenamiento; espero poder escribirlo rápido por si alguno queréis añadir algún detalle en vuestro post, o similar.]

Gracias por la atención y disculpad las molestias que esto pueda acarrear.
Un saludo.
Suzuhara Sakurai
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Mensaje por Otsuka Isono Miér Mar 16, 2011 12:03 am

Pronto la sala comenzó a contar con más personas implicadas en el entrenamiento, apareciendo para su sorpresa la blanca cabecita de Hotaru. Le dirigió una mirada de soslayo, cordial, antes de volver a centrarse en lo que tenían entre manos. La tarea que planteaba a Kato no es desde luego, fácil. Todos los reunidos en aquella sala no se conocían de nada; encuentros ocasionales pero no podían llegar a decir que fuesen compañeros. Conocía a Daiki de aquel entrenamiento de zanjutsu; y a Hotaru desde luego, tras fortuitos y casuales encuentros en los momentos más inesperados; sin embargo, el resto, era otro asunto. Satou le era aún más desconocido que Sakurai.

Desde su puesto en aquel entramado, trató de relajarse, concentrarse en lo importante. Cerró los ojos para evadirse de las distracciones que podrían ser los demás y poder centrarse en percibir y canalizar su propio reiatsu junto al de los otros. Desde que aprendiese los rigores y la estricta disciplina de la espada bajo la tutela de su padre, tomó como su propia filosofía el conocerse a uno mismo si quería atisbar algo del temple de aquellos que la rodeaban. Era esencial permitirse un instante para adecuar los sentimientos, para que éstos no estuvieran al antojo de las circunstancias y pudieran volverse un arma de doble filo. Aguardó a que lo agitados y rítmicos latidos de su corazón estuvieran calmados y formasen parte conjunta de su respiración, del pulso que recorría sus dedos e incluso de su propio pensamiento. El silencio ayudaba a concentrarse en su energía, siendo la más eficaz herramienta en aquel instante. La ausencia de ruido le permitió introducirse en sí misma, indagar en su yo para hacerlo florecer en aquella intempestiva llama que flotaba sobre su cabeza.
La llama, en principio militante y crispada comenzó un lento y pausado proceso de sosiego. Las llamas irritables y nerviosas dejaron de retorcerse en complejo bucles antes de volverse ondulantes; perfecta en sus patrones, simétricos y sinuosos. El volumen de la llama menguó desde su inicial estado casi exaltado, hasta contraerse y alcanzar el tamaño un poco mayor al puño cerrado de la mujer. Permanecía estática sobre su cabeza.

Tal vez, demasiado fácil. La disciplina de la que hacia acopio Isono la ayudaba a captar su propia energía con mayor facilidad, pero no pensaba lo mismo de lo que Kato había pedido a continuación. Se tomó unos segundos para prepararse antes de concentrarse en percibir el reiatsu de los demás. Respiró lentamente por la nariz evitando hacer ruido.
No le resultaba especialmente complicado percibir a los demás, como ráfagas de aire con distintas fuerzas, de aire frío o caliente, como una brisa o un huracán. Debía empezar por lo más fácil, aquellos a los que conocía mejor y podrían evitarle pequeñas frustraciones. Después continuaría con las que le resultaban ajenas.
El reiatsu de Daiki le resultaba muy característico: entusiasta como fuegos artificiales que chisporroteaba incansable, nervioso y receptivo al mismo tiempo. Las veces que habían coincidido siempre mostró ese mismo talante entusiasta, alejado de preocupaciones o pesares que oscurecieran ese alegre pensamiento positivo del que hacía gala. Su reiatsu se le antojaba un fiel reflejo de sí mismo, estanco en ese estado vital; chispeante y nervioso que sin embargo, podría dar un vuelto inesperado si entraba en un estado de ánimo completamente desconocido y poco habituado. Llevó a la conclusión de que aquel reiatsu era un polo extremo que caería al otro con facilidad si no se controlaba.
Hotaru era otro cantar. De genio vivo, honesta hasta ser doloroso y de una contundencia a la que pocos estaban acostumbrados; tenía carácter y unas ideas inamovibles, el mundo le resultaba indiferente mientras no la salpicase a ella. Su reiatsu estaba tintado de patrones desiguales, abruptos y de movimientos tajantes, tan agitado y subversivo que casi podía inspirar cierto temor o recelo. No obstante, sentía que bajo esa primera capa agitada y convulsa había una base sólida y firme que ocultaba una más frágil pero más esencial y original. Todo su reiatsu era una consecución de esas capas, como la concepción de una idea: el origen inspiraba de mil formas la aplicación de esa misma idea. Podía ser rabia, violencia, dulzura, pesar, calma, indiferencia… Sólo uno mismo podía elegir como aplicar esa idea y Hotaru, parecía estar cómoda llevándola a su contundente manera. Le gustó ese reiatsu, porque como a ella, procedía de una base firme.
Amai Satou… Había oído hablar de lo suficiente para saber que era el tercer oficial del escuadrón, pero salvo esa minucia, le resultaba un completo desconocido. Su entrada, la formalidad del saludo y aquella sonrisa calcada a la del capitán no terminaban de decirle nada. Centró su atención en aquel reiatsu al que no conseguía dar forma. Parecía tranquilo pero no riguroso ni del todo respetuoso, había ironía y cierta malicia, además de una esperada cordialidad fluctuante en el aire. Parecía un reiatsu afable, dispuesto a amoldarse pero confiado en algún aspecto que no llegaba a vislumbrar.

Cada uno de los patrones de reaitsu eran demasiado dispares entre sí mismos, influenciados por el carácter casi habría cierta reticencia a cambiar lo más mínimo. Debía amoldarse a los demás sin llegar a entrar un estado agitado como reflejaban Daiki u Hotaru; una cosa era sintetizar y otra descontrolarse. Pero no estaba acostumbrada a trabajar con nadie; los entrenamientos solían ser de dos, mentor y alumno. Era como pedirle al hielo que fuera igual que el fuego. De un primer vistazo era imposible debido a una naturaleza completamente dispar, pero si pensaba de una forma más original, más esencial; un punto en común entre los cuatro haría que aquella sincronización fuera posible.

¿Qué une a cuatro personas que no se conocen? ¿Qué hay en común lejos de la visión superficial?, pensaba Isono con los ojos cerrados, sintiendo aquellos ilusorios vientos.

Los mismos que unen el cielo y la tierra, las aguas y las llamas, la noche y el día; la continuidad es un razón de origen en cada elemento que compone la realidad. Cada uno de vosotros posee una realidad distinta, mutada por vuestras vivencias e idealizada por vuestra percepción de la realidad. Dime, ¿qué une a los astros, al sol y a la luna?

La continuidad del tiempo, una sucesión infinita de espacios temporales, respondió.

Exacto, prolongan la temporalidad cambiante del mundo en días y noches, evitando un estado perpetuo. ¿Qué une a cuatro shinigamis desconocidos a trabajar en conjunto? ¿Qué hay más esencial?, planteó Sangeki.

Isono abrió los ojos permitiéndose observar a cada uno de los presentes. Realmente era complicado ver que nexo los unía. Volvió a cerrar los ojos. Esta vez dejó que las impresiones del reiatsu llegasen a ella sin prejuicios ni criterios; torrentes en bruto sin perfilar. Quizás lo más difícil de todo aquel entramado ejercicio era comprender que para alcanzar lo que Kato pedía había que dejar a un lado en yo individual por el yo colectivo; complicado siendo personas dispares. Fácil si dejaban a un lado el más instintivo egoísmo del ser humano y dejaban, como un embalse abierto, que los demás percibieran un estado receptivo.

Durante un segundo, la llama azulada de Isono se crispó apenas un instante, antes de volver a su estado anterior.


Última edición por Otsuka Isono el Miér Jun 22, 2011 12:00 am, editado 1 vez
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Mensaje por Amai Satou Lun Mar 21, 2011 11:35 pm

Isono, si Sakurai no está, te toca a tí... Súbelo, ya borro yo luego este post feo mio ^^

Kato editando: No hay que subir nada, el post se me envía por MP. Como no hay que subir nada el orden no importa, así que cada cual que envíe su post a mi cuenta cuando pueda, sin esperar a nadie.
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Mensaje por Kawasumi Hotaru Dom Abr 10, 2011 7:37 am

Una vez en el interior del círculo tomó asiento en su centro, rozando con la yema de los dedos la superficie suave como una piedra pulida, fresca al tacto. Mentiría como una bellaca si dijera que aquello de ponerse a meditar y visualizar llamas no la decepcionaba un poco, pero confiaba en que pronto llegaría la acción, ya que el Capitán había convocado a los miembros de su Escuadrón en el imponente Seruberu y no en un dojo corriente. Algo interesante debía tener planeado el Shihōin.
Así pues, animada por la promesa de ejercicios más espectaculares, guardó silencio como se les pedía y desató las correas de sus sandalias, quedando con los pies cubiertos por los calcetines blancos nada más. La mujer plegó las piernas para adoptar la posición de loto, haciendo gala de unas extremidades flexibles además de largas. Enderezó la espalda y relajó los hombros, colocando una mano sobre la otra con las palmas hacia arriba, justo en el hueco que quedaba entre sus piernas. Inspiró hasta llenar sus pulmones de aire para luego expelerlo pausadamente, buscando la relajación del cuerpo y, por consiguiente, la de la mente. Al menos se suponía que ambas cosas estaban asociadas durante la meditación.

"Bien. Sé que no hago esto muy a menudo... pero por mis cojones que me sale."
Echó un vistazo a su alrededor, sólo por asegurarse de que no existía un modo más práctico de alcanzar ese estado que, supuestamente, les ayudaría a conseguir lo que Kato les había pedido. Observando a los presentes y reconociendo sus propias limitaciones, comenzaba a temerse que el resultado del experimento acabase en una terrible explosión de energía espiritual.
"¡No, no! Concéntrate, joder."

Para ayudarse, probó a cerrar los ojos, abstrayéndose de imágenes que podrían distraerla. Aun así, los pensamientos no dejaban de cruzar su mente, uno tras otro, en ocasiones agolpándose, como un enjambre de avispas insistentes. No pudo contener un resoplido de frustración. "No pierdas la calma..."
Intentó convertir en principal objeto de su atención su manera de respirar, purificándose de las proyecciones con las que su mente la pretendía entretener. Poco a poco, conseguía liberarse de lo demás para centrarse en el aire que absorbía y exhalaba, cada vez con mayor serenidad. Cometía algún que otro descuido y tenía que volver a empezar, procurando no obsesionarse ni desesperar, porque entonces sería tarea perdida.
No logró dejar la mente completamente en blanco, pero el estado de placidez que había alcanzado le parecía lo suficientemente apropiado como para ponerse en marcha con el tema de sus reiatsus iconizados en llamas.

Relajada, comenzó a formar en su mente la imagen de un pequeño fuego, inmóvil y azul, como el que les había dado a contemplar Kato en su exposición. Luego reflexionaba sobre cómo se mostraría aquella figura si tuviera que representarla a ella, a su manera de ser.
Hotaru se veía a sí misma como un incendio, espontáneo y violento, afanado en ser indomable. Ardía constantemente y se agitaba en llamaradas, avivándose hasta consumir todo cuanto la rodeaba si se dejaba arrastrar por su humor huracanado.

Sí, así era ella, algo apasionado e impredecible, apenas contenido.

Abrió los ojos y miró hacia arriba, encontrándose con un fogonazo que terminó por convertirse en una bola rolliza y brillante, con tentáculos de fuego que bailaban y crepitaban caprichosamente. Estaba orgullosa por su tamaño y su ardor, que bien podrían ser elogiados por las críticas de un pirómano. Sonrió a medias y dedicó una furtiva mirada a Shirobi, su zampakutoh, afín a aquel elemento. "No he estado mal, ¿eh?"
Pero aquello había sido lo sencillo; ahora le tocaba analizar a sus compañeros.

Tras unos pocos minutos en los que recobró la tranquilidad para observar como era debido, se decidió por comenzar con el chico de cabellos castaños. La lumbre del shinigami destacaba por unos movimientos vivos, algo irregulares; a la peliblanca le recordó a la llama de una vela que parpadeaba al quedar expuesta ante una ventana abierta, adaptando sus dimensiones y su dirección al compás de la brisa: ora alargadada y sinuosa, ora encogida y quietecita, resistiendo los embates del viento. No sabía muy bien el qué exactamente, pero intuía que compartía ciertos rasgos de su naturaleza con él.
Se encogió de hombros y pasó al siguiente, al guapito de cara y hombros estrechos. Por unos instantes se dejó llevar y le prestó más atención al atractivo del joven que a lo que tenía que estar, cosa que enmendó con la mayor rapidez que pudo. A simple vista, parecía el más estable del grupo. Flameaba en un vaivén moderado, casi perezoso, y acababa en unas puntas algo afiladas, escalonada su altura. Fijándose mejor, veía que los contornos temblaban ligeramente unos instantes cada cierto tiempo, como si aquella forma casi perfecta hubiese sido lograda a base de práctica y esfuerzo, no algo del todo natural. La impresión que se llevó de aquello era que tal vez reprimía algo; le resultaba artificial, un tanto rígido. Ensayado.

Comenzaba a agobiarle un poco todo el asunto; sabía que no se le daba precisamente bien leer en los demás, y todavía menos en los reiatsus. Podía ser buena observadora en ciertos campos, pero aquello... Como que le importaba un pimiento lo que tuviera dentro del corazoncito cada uno.
Estiró el cuello hacia los lados para aliviar tensiones. Suspiró.

"A este paso me voy a dormir antes de que explote nada."

Estrechó la mirada y estudió el símbolo que flotaba sobre la cabeza de Isono, haciendo uso de toda la atención que podía. En su afán por mostrarse rígida y distante, la pelirroja había alzado un grueso muro para rechazar el asedio de personas curiosas o malintencionadas, guardando para sí todo aquello que considerase que pudiera dejarla expuesta ante los demás. Hotaru apenas percibía las convulsiones, aquella corriente de energía ondulante y movediza que parecía circular en el mismo corazón de la llama, escudándose tras su armazón de magma cristalizado. Una mirada superficial sólo captaba la enredada coreografía de las lenguas de fuego, un baile estético y absorbente, que tal vez buscaba desviar la atención de lo que se ocultaba en su seno. Aquellos apéndices ígneos podían volverse afilados también como espadas, tal y como las defensas que la misma Isono esgrimía -inconscientemente o no- hacia aquello que pudiera hacerla sentir amenazada o en ofensa.
Obviamente estas interpretaciones no se imponían con total claridad y certeza en la mente de Hotaru, que apenas podía adivinar algunos aspectos de la joven Otsuka. En sus fortuítos encuentros ya se había dado cuenta de que era mucho más que la fachada de severidad que todos veían, y eso le había gustado.

Se frotó un hombro y luego el otro, mientras miraba la figura femenina, la suave piel blanca del rostro absorto en el ejercicio. Decidió que tomaría de ejemplo la llama de Isono para modificar la suya, dado que era a la que mejor conocía de los presentes.

"Algo me dice que lo complicado será lo siguiente. En fin; allá vamos..."

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Mensaje por Shihōin Katō Mar Jun 21, 2011 4:56 pm

Aún no había comenzado el primer ejercicio del entrenamiento, cuando una Mariposa Infernal se posó sobre el vasto hombro de Sakurai y susurró su mensaje al oído. Éste se levantó, con gesto torcido, y se acercó al Shihōin e hizo lo propio que el insecto. Kato supo que no tenía que oír más, el asunto era lo suficientemente importante como para tener que ausentarse. Al fin y al cabo el entrenamiento no había comenzado. El Capitán sólo tuvo que reconfigurar el círculo, eliminando el lugar de Sakurai.

— Ahora sí, ¡comencemos!

Las llamas volvieron a materializarse sobre cada cabeza shinigami.

Kido en grupo en inexpertas manos, ¿peligrosa combinación?  File?id=dgmnww6x_264hggxmkcc_b

Sin despertar el más mínimo sonido, Corcaigh se materializó a la espaldas de Kato, para no tormentar la concentración del resto. Se estiró un tanto y el Capitán, al levantarse, ayudó encogiéndose un poco, para que el anciano Dios de la Muerte le susurrara unas imperceptibles palabras a éste. El Shihōin caminó en silencio, acercándose a su oficial. Con un movimiento rápido y certero, atravesó la llama, que pendía sobre su cabeza, con su mano y ésta se extinguió. Colocó sus manos sobre sus hombros y se acercó a su oído.

— Perdona, Satou. Es importante. — informó, susurrante. — El Sotaicho solicita tu presencia. — comunicó, sin más, pues aquellas palabras eran suficiente como para interrumpir el entreno.

Kato pasó la mano a través de la representación del reiatsu de su oficial, y ésta desapareció. La llama de Daiki Namegawa, que nunca había dado señales de estabilidad, tras la perturbación de había supuesto sacar el reiatsu de Saotu de la ecuación, se desbocó. El Capitán hizo un gesto a Satou para tranquilizarlo y éste se fue sin más. Corcaigh se quedó, por un segundo, pero tras un nuevo ademán del Shihōin también los dejó solos en la paz de Seruberu.

La llama de Isono pareció inalterable, aguantando de manera estoica el embite del reiatsu descontrolado. La de Hotaru, sin embargo, optó por una solución bien distinta. Sobre la alba cabellera de la shinigami, la llama creció bruscamente, como si la energética expansión de la llama de Daiki fuera absorbida, en parte, por la de Hotaru. Tras aquel segundo, volvió a su estado y tamaño normal, como si nada de aquello hubiera ocurrido. Sólo el shinigami de castaños cabellos había salido mal parado de aquel encuentro energético. Kato chascó la lengua.

El reiatsu de Daiki estaba cada vez más fuera de control. Kato se acercó a él. No quería intervenir, él debía ser quien lo controlase, pero debía estar cerca para reaccionar cuanto antes. Un nuevo brote relampagueó de éste, y fue cuando el peliblanco entendió que aquel shinigami no podría controlarlo. Hizo un gesto rápido, y una azulina y traslúcida caja apareció alrededor de la llama, controlándola. Ésta, poco a poco fue muriendo y acabó por disiparse.

— Levanta. — indicó Kato, tocándole en el hombro. — Creo que necesitas entrenar más tu autocontrol antes de entrenar en grupo. Tu reiatsu es demasiado inestable. — confesó.

El shinigami abandonó la sala con paso serio, y Kato suspiró.

— Esto ha quedado un poco demasiado íntimo. — comentó a las dos shinigamis que restaba allí.

Las llamas recuperaron su forma regular, antes de volver a apagarse. El Capitán del Quinto, por un segundo, se planteó posponer el entrenamiento por falta de personal, pero como si intuyera sus pensamientos, la anciana figura de Corcaigh volvió a mostrarse tras las puertas de Seruberu.

— Kato, hay alguien más esperando. — informó, para luego dejar paso a un bajo shinigami, que el Shihōin reconoció casi al instante. — Le había dicho que se marchara, que el entrenamiento ya había comenzado, pero tras la marcha de Satou y Daiki, pensé que querrías contar con él.

— Claro, gracias Corcaigh. — sonrió. — No sé qué haría sin ti.

Había conocido a Renshū durante la investigación en el Cuarto Escuadrón. Formaba parte de las huestes de Yoruko-chan. Lejos de molestarle aquella nueva incorporación, aun cuando fue tardía, a Kato le alegró comprobar que sí que quedaban algunos shinigamis en el Gotei a los que el kidō les importaba.

Kato volvió a levantarse. Una idea cruzó su mente y sonrió travieso. Con un gesto invitó al shinigami del Segundo a acercarse hacia el lugar que había dejado Daiki, pero Kato, mientras, volvió a cambiar la conformación del círculo arcano, colocando un lugar más él.

— Pasa, siéntate, por favor. — invitó a Renshū. — Vamos a hacer esto un poco más peligr-... digo interesante. — bromeó. — Habéis visto como la llama de Daiki ha reaccionado, ¿verdad? El kidō magnifica siempre los efectos del control del reiatsu, es algo que siempre debéis tener en cuenta. — ilustró. — Un pequeño desajuste en su control, y una vasta energía puede ser liberada y desbocada. Antes he logrado contener esa explosión, pero ahora me uniré a vosotros, así que los experimentaréis directamente sobre vuestra piel los efectos de vuestros actos. — Amplió su sonrisa, esta parecía casi malvada, de lo exageradamente traviesa que se tornó. — ¿Acaso puede haber mejor forma de aleccionaros sobre la causa-efecto del kidō? — rió.

Como había adelantado, el Shihōin tomó asiento en el hueco libre. El círculo, y sus símbolos brillaron por un instante, para luego mantener una luz tenue sobre ellos. Las llamas volvieron a formarse sobre las cabezas de los allí presente.

— Te resumo, Renshū: estas llamas son una representación de nuestro propio reiatsu. El primer ejercicio de este entrenamiento es llegar a comprender el reiatsu ajeno y alterar el tuyo propio, de tal manera que todos los reiatsus lleguen a una conformación estable, común a todos. — informó. — Cerrad los ojos y comencemos.

Su llama brillaba energética y amplia, pero calmada. Incluso podría parecer sólida, de la quietud que de esta manaba. Kato se centró en los shinigamis sentados junto a él, y en sus reiatsus, dispuesto a alterar el suyo como él mismo había explicado.

Sólo restaba conocer cómo se las ingeniaría el resto para llegar a tan complejo consenso.



____________________

[OFF] Siento si ha quedado un poco raro el asunto, pero me ha costado cuadrar tantas salidas y la entrada de Ren. Volvemos a repetir lo mismo, lo siento por Hotaru e Isono, pero ahora con Kato y Ren en la ecuación.

Las instrucciones para postear siguen siendo las mismas. Suerte. ^_^


Spoiler:
Shihōin Katō
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Capitán Makoto
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Mensaje por Renshū Otokonoko Jue Jun 23, 2011 1:51 am

[OFF de Kato] Como sólo es la introducción, he pensado que lo mejor sería postearlo ya, por si quieren usarlo el resto, pero debéis postear la descripción de las llamas tal y como se pide en mi post. Tú también, Ren.
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Paseaba por el Gotei sin rumbo fijo, había salido a pasear por que el día era esplendido y bien que lo hacía. Estaba aburrido, muy aburrido y eso podía ser peligroso...para los demás. A mitad del paseo vio a alguien, en la intersección de una calle, que andaba con decisión. "vaya, si es Hotaru ¿A dónde irá? Voy a preguntarle donde está Shiro-chan para jugar con él"

Con la idea en mente se puso a seguir a la shinigami, pero se le ocurrió algo más "De camino que la sigo voy a entrenar el control de mi reiatsu, a ver si puedo ver a donde va sin que me detecte, jijiji, que sorpresa se va a llevar cuando me vea donde quiera que vaya, jijijiji". Redujo su reiatsu al mínimo, tanto que parecía un niño normal y corriente disfrazado de shinigami y de un shumpo se subió a la tapia más cercana, desde allí podía ver a la peliblanca, pero también podría descubrirlo si se giraba esta, así que miró a su alrededor y vio un árbol que sobresalía por encima de una tapia cercana, desde allí podía ver a la shinigami sin ser detectado, tampoco le preocupaba perderla de vista, ya que podía seguir su rastro sin dificultad. De esta guisa la persiguió un rato, también estuvo a punto de ser descubierto un par de veces, cuando la mujer se equivocaba y tenía que retroceder sobre sus pasos. En uno de ellos el pequeño shinigami estaba seguro de que había sido descubierto, pero Hotaru reemprendió su marcha, así que supuso que no le había descubierto y el juego continuaba.

Llegaron ambos a un escuadrón, el quinto. "¿Qué hará Hotaru aquí?...que extraño". Colarse en el quinto fue algo más difícil, ya que había un par de shinigamis vigilando la puerta y por lo que podía sentir tres parejas de shinigamis haciendo ronda. Podría haber entrado por la puerta como cualquier otro, pero entonces no sería un entrenamiento. Se fue a un lateral y esperó, estudiando el curso de los guardias. Tenía treinta segundo para encontrar un escondite al otro lado del muro antes de que pasase la siguiente guardia y perdiese el rastro de Hotaru de su rango de rastreo. "1...2...3" se montó encima de la tapia "5...6...7" desde su perspectiva podía ver varios arbustos y arboles alrededor de las instalaciones "9...10...11" saltó dentro de unos arbustos, produciéndose algunas magulladuras. Para su fortuna el reiatsu de Hotaru se había detenido y ahora sentía otros reiatsus, el reiatsu de la Teniente del quinto escuadrón y otros reiatsus que no conocía. "17...18...19" Si no se movía con rapidez la siguiente guardia aparecería, tenía que acercarse al grupo y tomar distancia con los vigilantes. Miró el techo del edificio más cercano, no le sería difícil alcanzarlo “21..22...23...24” Salió de su escondrijo, escuchando ya las voces de los guardias, tomó carrerilla y saltó, aterrizando como un gato sobre el tejado del edificio, sin ser detectado. Se desplazó sobre las tejas en el momento justo para ver como el grupo atravesaba unas puertas de un lugar algo extraño. Intentó darles alcance, pero llegó tarde. -Tsk, ¡mecachis en la mar!- Se sentó a la sombra del árbol en el que había estado uno de aquellos shinigamis momentos antes.

Kido en grupo en inexpertas manos, ¿peligrosa combinación?  File?id=dgmnww6x_264hggxmkcc_b

Pasó un rato largo y empezaba ya a cansarse cuando vio salir de allí a un anciano shinigami -Perdone, ha entrado una shinigami peliblanca en ese edificio. -¿Qué hacen allí?- El hombre le miró y encarnó una ceja -Entrenan Kido- le respondió -¿Kido? Yo quiero entrenar también, ¿puedo?¿puedo?¿puedo?- le dijo al viejo dando saltitos nerviosos a su alrededor -Lo siento muchachito, el cupo está completo, a menos que se retire gente del entrenamiento no podrás participar- el viejo le revolvió el pelo -Oh, vaya, que pena...- miró al suelo -...me da igual, esperaré aquí hasta que me dejen entrar- dijo cruzándose de brazos. El anciano se marchó a hacer algunas cosas y el se quedó bajo el árbol. Debido al calorcito y lo bien que se estaba se quedó dormido.

Una mano y una voz le despertaron -Chaval. ¡Eh, chavalillo!. Puedes pasar- Era el shinigami de antes, que le daba permiso para entrar. Renshu se restregó los parpados con las manos -..mmm, ¿de verdad?...¡que bien!- el sueño se le fue como un suspiro y entró en la sala con algarabía -¡Hola a todos!¿Qué tal estáis?- les dijo a todos los presente. Vaya, el entrenamiento lo dirigía el oscuro Capitán, aquello podía ser interesante. -Claro Capitán Chocolate, lo que usted diga- le dijo sonriente y se sentó sobre un circulo vacío. Escuchó las palabras del jefe y asintió -¡Pan comido y digerido!- Cerró los ojos y comenzó a concentrarse.

[OFF de Ren: No he puesto las llamas todavía, iba a esperar a que el resto respondiese y este post no fuese tan tocho, que muchas veces da pereza leer cosas muy largas]
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